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abundante, los guaraníes eran dueños indisputados del terreno, y seguían cultivando su yerba y su algodón y tejiendo sus telas, en las misiones meridionales, sobre el Uruguay, la expansión guaraní chocó bien pronto con la española: a pesar de todas las prohibiciones las tierras misioneras eran pobladas por hacendados de Buenos Aires y Montevideo que se tallaban en esas vastas extensiones enormes estancias de ganados. Hallamos aquí el clima típico del Litoral a principios del siglo XIX: una acelerada expansión económica deja atrás las posibilidades de institucionalización jurídica como las del avance demográfico; una confusa y revuelta realidad humana es la consecuencia necesaria de ello.

      Al sur de Santa Fe, en la orilla derecha del Paraná y el Plata, se encuentra la campaña de Buenos Aires, a la que un esfuerzo reciente ha logrado despejar sólidamente de indígenas hasta el Salado. Al norte de la capital una llanura ondulada, rica en arroyos; al sur, la pampa absolutamente horizontal, abundante en lagunas. A estas diferencias geográficas la colonización ha agregado otras. La campaña porteña está marcada por las huellas del largo proceso a través del cual fue poblada: al norte (San Nicolás, San Pedro, Pergamino, Areco…) se han formado estancias medianas, en las que la agricultura combina con la ganadería (los testimonios que nos quedan a través de los libros de administración de bienes eclesiásticos –confirmados por otros de carácter más impresionista– no señalan casos especiales sino típicos). La zona del oeste (Morón, Luján, Guardia de Luján) es de predominio agrícola y de propiedad por lo general más dividida (la explotación lo está necesariamente); al sudoeste (Lobos, Navarro, Monte) se da la transición hacia formas de explotación mixta, en unidades más extensas que en el norte, mientras que al sur (San Vicente, Cañuelas, Magdalena) el predominio es ganadero. Estas divisiones son necesariamente esquemáticas; marcan una tendencia a la diferenciación local más bien que oposiciones totales. En todo caso la mayor extensión de las propiedades en el sur delata una colonización más nueva (aunque una corriente de colonización igualmente reciente extiende la pequeña propiedad agrícola hacia el oeste, a partir de Luján); el norte es tierra de menores posibilidades de expansión, de población más asentada y más refractaria a las innovaciones.