V. La compañía del Bachiller Martin Garatuza comienza á tomar cartas en los negocios políticos.
VI. Como Luisa dió unas malas noticias á Sor Blanca, y lo que ésta determinó hacer.
IX. Lo que hablaron el virey y Don Cesar de Villaclara, y lo que aconteció despues.
X. De lo que pasó con Don Cárlos de Arellano, y cómo volvió él á ver á Luisa.
XI. Cómo los celos hacen adivinar á las mugeres.
XII. Como era un edicto del Santo Oficio.
XIII. De cómo Doña Blanca se casó y de lo que sucedió entonces.
XVII. El gran tumulto de México.
XVIII. Como siguió el gran tumulto de México.
XIX. Lo que pasó á dos personas que quizá baya olvidado el lector.
LIBRO CUARTO. VÍRGEN Y MÁRTIR.
III. De lo ocurrido en la ciudad despues del motin.
IV. De como Luisa sufrió una gran desgracia.
V. Como Luisa conoció que su situacion era desesperada.
VI. De cómo Tirios y Troyanos, iban todos á parar á la Inquisicion.
VIII. De lo que pasó en las cárceles del Santa Oficio.
IX. En donde se verá que hubo un “meeting” en el año del Señor de 1624.
XI. En que se sabe cosa que es increible, pero muy verdadera.
XIII. De lo que arregló Teodoro, y de lo que hizo Martin.
XIV. Dios lo ha dispuesto.—Concluye.
XV. En donde se vé como volvieron á encontrarse dos antiguos conocidos.
XVI. De como Teodoro no “reparaba en pelillos” como decia el refran.
XVII. De como llegó á México en busca de su Luisa Don Melchor Perez de Varais, y de lo que le pasó.
XVIII. En que se cuenta lo que pasó á Don Melchor y á Blanca.
XIX. En que se continúa la materia del anterior.
XX. Adonde fué á dar Blanca y lo que allí le aconteció, y de lo que pasó á Don Melchor en México.
XXI. De cómo salió Doña Blanca de la casa de la vieja curandera.
XXII. En que se sabe lo que habia sido de Martin y de Don Cesar.
XXIII. En el que se conocerá el rancho del Gavilan, que era el castillo feudal de Guzman.
LIBRO PRIMERO.
El Convento de Santa Teresa la Antigua.
I.
De lo que pasaba en la muy noble y leal ciudad de México, en la noche del 3 de Julio del año del Señor de 1615.
HACE dos siglos y medio, México no era ni la sombra de lo que habia sido en los tiempos de Moctezuma, ni de lo que debia ser en los dichosos años que alcanzamos.
Las calles estaban desiertas, y muchas de ellas convertidas en canales; los edificios públicos eran pocos y pobres,