José Rivera Ramírez

En mi principio está mi fin


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      La tentación postrera es la traición más grande.

      Hacer lo que se debe por un motivo falso.

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      El pecado se forma al practicar el bien

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      Quien sirve a Dios se halla en peligro mayor

      De pecar, que el hombre que da órdenes del Monarca obedece.

      Porque aquellos que sirven una causa mejor

      Pueden tal vez hacer que la causa les sirva,

      Aun obrando bien; y habiendo de luchar

      Con astutos políticos, hacerla a ella igual,

      Si no por sus acciones, sí por su posición.”

      Sacerdote 1º.- “…su orgullo alimentándose de sus propias virtudes

      El orgullo nutriéndose de su imparcialidad

      El orgullo nutriéndose de generosidad

      Odiando poder dado por temporal entrega

      A Dios únicamente buscando sujeción.”

      Es clara la importancia de todas estas ideas, bellísimamente expresadas además. Es la necesidad de seguir a San Juan de la Cruz, el autor que mejor ha determinado los movimientos internos. Y es la tremenda equivocación de la espiritualidad actual, que busca sobre todo las obras. Me parece indudable que la A.C. actual está formando una generación de orgullosos espirituales.

      El tema de la irrealidad

      Parece notorio que es un tema caro a Eliot. Ya lo he encontrado en las dos obras analizadas anteriormente - y en los cuartetos ya leídos. Voy siguiendo y anotando expresiones:

      Una expresión central, que se repite con frecuencia:

      “Viviendo y sólo en parte”

      Es el estribillo de largas descripciones sobre la vida miserable del pueblo. Todo el trabajo, opresión, pobreza, cosechas buenas y malas, lujo y desenfreno... nacimientos, y bodas, y muertes... todo eso constituye una vida “sólo en parte”. Es la vida a que la gente se acomoda, y que reclama ante la llegada de un terror mayor, que trae la vuelta del Arzobispo Tomás.

      Existen las “voces que nos despiertan a un mundo ya dormido

      Impidiendo al espíritu ser del todo presente” (Tomás).

      La tentación consiste en invertir los términos: hacer creer que lo irreal es real, y al contrario:

      Tentador 2º.- “... el poder obtenido en gloria se transforma

      Mientras dure la vida, posesión permanente

      Funeral monumento, en mármol construido.

      Gobernar a los hombres no se estima locura.

      Tomás.- ¿Es acaso alegría para el hombre de Dios?

      Tentador 2º- Tristeza hay para aquel que sólo a Dios se entrega.

      Aquel que aprisionó la sólida sustancia,

      ¿Velará vagabundo con sombras engañosas?

      El poder es presente, la santidad futura.”

      Esta división excesiva del tiempo: presente-futuro, es obra del tentador. El “historicismo”, el “temporalismo” actual es pensamiento diabólico. No hay tal división tajante. Eliot va a afirmar, muchas veces, que lo presente y lo futuro tienen una unidad. Cuanto más se centra el hombre en sí, más importancia tiene el tiempo, puesto que el hombre se encuentra en situación temporal. Sería falso afirmar que el hombre es un ser temporal. El hombre sólo llega a ser hombre cuando sale del tiempo. Visible-temporal es un binomio diabólico, cuando se erige en dirigente de la vida. Invisible-eterno es el binomio director de todo, visible-temporal es instrumental. La superficialidad actual, se puede penetrar muy bien en esta importancia excesiva dada al binomio. Lo temporal es lo que diferencia, mientras que lo eterno ‒o incluso, lo evi-eterno‒ que corresponde propiamente al hombre, es lo que nos permite profundizar. Lecturas paralelas muestran cómo, cuando al hombre se humaniza ‒desarrolla sus facultades‒ puede encontrarse, al mismo tiempo, con hombres de tiempo muy distante: Sófocles, Shakespeare, Lope, Lara, Salinas, Eliot... Y lo mismo en filosofía. Todo este afán de separar, de recalcar la diferencia entre antiguo y nuevo, significa que el que habla es todavía un adolescente. El niño no ha llegado aún al tiempo, el hombre maduro ‒claro que apenas se encuentra algún raro ejemplar‒ le ha superado. El adolescente, el inmaduro, vive del tiempo. Y el santo, en el cielo, se ha despojado para siempre de tal vestimenta inadecuada, poco humana, correspondiente tan solo al estado adolescente del hombre: su viaje por la tierra.

      Los cuatro tentadores.-”Desilusión y fraude es la vida del hombre

      Todo es irreal,

      Irreal o desilusionador.

      La rueda Catalina, el gato de la pantomima.

      Los premios dados en una fiesta de niños.

      El premio concedido a un ensayo literario,

      El título de Licenciado, la condecoración del político

      Todas las cosas se hacen menos reales, y el hombre pasa

      De irrealidad en irrealidad.

      Este hombre es obstinado, ciego,

      Decidido a la autodestrucción.

      Pasando de decepción en decepción

      De grandeza en grandeza a fatal ilusión

      Perdido en la maravilla de su propia grandeza,

      Enemigo de la sociedad, de sí mismo enemigo.”

      El Coro vuelve a sus enumeraciones con el mismo estribillo:

      “Y entretanto seguimos viviendo

      Viviendo y sólo en parte”

      Es decir, la vida ordinaria, con sus alegrías y dolores, sólo parcialmente puede llamarse vida. Parece claro, que no podrá decirse que la gente quiera expresar mi pensamiento, y tal vez el mismo Eliot no lo tenía presente. Sin embargo, si sólo “en parte” es vida, es porque las principales facultades no intervienen en esa vida.

      Por lo demás, el hombre tiende a esfumar la realidad misma, los dolores del momento luego se van olvidando y convirtiéndose en algo semejante al sueño:

      Tomás.- “Os deseo la paz, y que en paz estéis siempre

      Con visiones e ideas que puedan torturaros.

      A vosotros llegaron y tenéis que aceptarlas.

      Cargad con vuestra parte de la eterna aflicción,

      De la gloria eternal. Éste no es más que un momento,

      Pero sabed que otro

      Habrá de conmoveros con gozo imprevisto, de dolor saturado,

      Nada más que la hechura del designio de Dios aparezca completa.

      Todo esto olvidaréis trabajando en la casa,

      Todo recordaréis sentados junto al fuego,

      Cuando vejez y olvido endulzan el recuerdo

      Y con cansina voz remembréis lo pasado

      Como un sueño que ha sido contado muchas veces

      Y también muchas veces alterado al contarlo.

      Todo será ese día ilusorio y quimérico.

      Mucha realidad no sufre la humana razón.”

      La realidad temporal es participación de la eterna. En ella se realiza un designio de Dios. En la mente del hombre tiende luego a esfumarse, a transformarse.

      Porque la razón humana no resiste mucha