José Rivera Ramírez

Ecos del misterio


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      quis sumus et quidnam uicturi gignimur, ordo

      quis datus, aut metae qua mollis flexus et unde,

      quis modus argento, quid fas optare, quid asper

      utile nummus habet, patriae carisque propinquis

      quantum elargiri deceat, quem te deus esse

      iussit et humana qua parte locatus est in re (66-72)30.

      En substancia: hay que ser sabio. Según, es notorio, la noción estoica de la sabiduría.

      Una sola alusión sexual: muy leve, puede tener significación meramente afectiva: (110-1).

      Hay en la sátira una insinuación de la necesidad e incluso el estilo, de educación: 20-24; 53-75. Y una condenación del magisterio de la época: 44-51.

      Día 30 de junio de 1967

      Las 3,30, y ya me he resumido la sátira cuarta. El día después se ofrece con cariz de tremebundo agobio; pero estas primeras horas son totalmente mías, y dispongo de cinco largas. Veré de aprovecharlas con esmero, para concluir el extracto de las ideas de Persio y escoliarlas luego; aunque esta postrera faena sufre aplazamiento hasta la próxima noche. Desearía, en cambio, rematar la lectura de los cuadernos de notas de Maritain, anotando las principales sugerencias, para devolverlos antes del viaje. En estos momentos, por maravilla, no parece insinuarse malestar físico alguno. Aunque el sueño ha sido muy breve, pues el coloquio con las misioneras se prolongó hasta las 12,10. Tampoco deja de resultar extraña esta súbita comprensión, o al menos este interés por escucharme. Por mi parte, como apuntaba Maritain en su diario, a nadie me niego, y a casi nadie busco.

      SÁTIRA IV

      La visión del hombre: Queda suficientemente propuesta en el siguiente esquema de la sátira:

      Crítica de la intervención prematura de los jóvenes en la vida pública (1-15) – Aplicación a nuestros maestros del “compromiso temporal”–.

      Censura del mezquino ideal de vida, propio de mujercillas incultas (16-19).

      Reproche del orgullo de casta (20-22).

      Reprobación de la tacañería del hacendado (29-32).

      Condenación del afeminamiento -que se manifiesta en la desnudez depilada de los hombres en los baños- y de la homosexualidad (33-41).

      Reprimenda a los que ocultan sus heridas morales, los ávidos de oro y los desenfrenados lascivos (42-50).

      Los consejos del autor: Constatación del desconocimiento propio como mal universal (23-24), y excitación a menospreciar el falso juicio ajeno, y a la consideración de sí mismo (51-52).

      Ut nemo in sese temptat descendere, nemo

      sed praecedenti spectatur mantica tergo! (23-24)31.

      Tecum habita: noris quam sit tibi curta supellex (51)32.

      SÁTIRA V

      Doctrina de la sátira: Expongo el esquema de Persio, con los dos aspectos entretejidos: visión del hombre tal como es, y tal como ser debería. Pueden destacar satisfactoriamente los matices, con la mera expresión de las ideas. Adicionaré conciso escolio.

      Arremetida contra la bambolla temática y expresiva en la poesía (1-20)

      Cuadro de su amistad con Cornuto.

      Intimidad: (21-29)

      Alusión a sus peligros juveniles y la educación recibida de Cornuto (30-40)

      Relación de su convivencia. Igualdad de horóscopo (41-51).

      Exposición de las diversidades de genio entre los hombres: propensiones a la avaricia - la mesa - la sensualidad - los deportes: vanidad de todo ello (52-61).

      Nuevo tránsito al tema de la amistad con Cornuto: estudio y dedicación al trato con los jóvenes (61-64). Exhortación a proseguir la doctrina de Cleante (id).

      Lamentación de la tendencia procrastinante de los jóvenes: vanidad de sus pretextos (65-72).

      Tema de la libertad: abarca todo el resto de la sátira (73-192).

      Exposición de la genuina naturaleza de la libertad, y refutación de la idea ordinaria acerca de ella (73-156; 174-179).

      Ni basta romper por un momento las ligaduras, sino que hay que mantener firme la decisión liberadora (157-174).

      La falsa libertad lleva a la superstición temerosa (180-188).

      Los amos de que hay que liberarse, son los amos interiores, idea muchas veces repetida, pero especialmente se refiere a la avaricia (110-113; 132-142) y a la lujuria (142-154; 162-173).

      Pero el vulgo se ríe de tales ideas (180-191).

      Hay alusiones anteriores a la lujuria (58) y a la avaricia (54-55).

      Acerca de la muerte cfr. 152-3.

      Esta es, sin duda, la más pulcra sátira de Persio. La ternura notable del relato de su amistad con Cornuto, y la valiente proposición del tema de la libertad, cuya substancia podríamos expresar en términos de Escuela, como la clara distinción entre la libertad a necessitate y la libertad a coactione. Persio ve mucho más perspicazmente que la mayoría de los cristianos modernos –al menos de los cristianos que se expresan públicamente–. La libertad es algo personal (y en eso estamos todo de acuerdo) de interior grandeza, que no puede depender, en modo alguno, de exteriores ceremonias ni intervenciones autoritativas.

      Al mismo tiempo Persio nos muestra su miseria, pues todo queda encerrado en la vanidad de una libertad sin esperanza. No existe, en absoluto, relación entre la libertad del hombre y su sometimiento a Dios.

      SÁTIRA VI

      La visión del hombre: Aparte algunas alusiones a la poesía de Baso, la sátira presenta al hombre avaro y al despilfarrador. En el tipo dilapidador se encuentra el lascivo y el entregado a los placeres de la gula. Hay una referencia aprobatoria a los versos que cantan amores juveniles, pero no precisa en qué consiste la honestidad de estos amores, ni de los poemas mencionados (5-6). Exhortación a socorrer al desvalido (27-33).

      Algunas alusiones a la avaricia: 14-19; 33-36; todo el tema del heredero (41-80).

      A la lujuria: 72-73.

      A la envidia: 13-14.

      A los placeres de la mesa.

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      Así el panorama humano que Persio nos señala, y que no resulta muy halagüeño, podría expresarse más o menos con estas palabras: la mayoría de los hombres son vanidosos, en su faena poética, grandilocuentes y falsamente magníficos, pero sobre todo en su vida misma, comienzan por desconocerse a sí mismos, y esto es fruto de una deliberada voluntad, pues ni siquiera lo intentan; ignoran, asimismo, la meta de su propio vivir, se contentan con la mentira que piensan por sí mismos o escuchan a los demás, prestos a adularles. Aman una libertad que se limita a no tener por dueño un hombre, que tenga el humano derecho de enviarles a un recado, increparlos o castigarlos; pero no son conscientes siquiera, de la multitud de amos interiores que les dominan, y les hacen errar de un lado a otro con órdenes contradictorias. Vacuas sus diversiones, su hambre de fama inmerecida, sus tareas. Son lujuriosos hasta el afeminamiento, aun en el sentido pleno de la homosexualidad. Son esclavos del ansia de oro, y por ella faltan a los deberes de la piedad y al amor al desvalido; tacaños, viven misérrimos a veces. Siervos del vino y de los alimentos; de la vanidad, de la alabanza ajena, del orgullo de casta; de la lascivia. Viven aterrados por la muerte. Y aun su religión está contaminada, pues es una urdimbre de supersticiones y de malos deseos, de lujos inútiles, como si quisieran sobornar a los dioses.

      Frente a esta pintura, que no es menos pesimista