href="#litres_trial_promo">ESCENA VI
PERSONAJES
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Electra (18 años)
Evarista (50 años), esposa de Don Urbano
Máximo (35 años)
Don Salvador Pantoja (50 años)
El Marqués de Ronda (58 años)
Don Leonardo Cuesta, agente de Bolsa (50 años)
Don Urbano García Yuste (55 años)
Mariano, auxiliar de laboratorio
Gil, calculista
Balbina, criada vieja
Patros, criada joven
José, criado viejo
Sor Dorotea
Un Operario
La Sombra de Eleuteria
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La acción en Madrid, rigurosamente contemporánea.
ELECTRA
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ACTO PRIMERO
Sala lujosa en el palacio de los señores de García Yuste. A la derecha, paso al jardín. Al fondo, comunicación con otras salas del edificio. A la derecha primer término, puerta de la habitación de Electra. (Izquierda y derecha se entiende del espectador.)
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ESCENA PRIMERA
El Marqués; José, por el foro.
José. Están en el jardín. Pasaré recado.
Marqués. Aguarda. Quiero dar un vistazo a esta sala. No he visitado a los señores de García Yuste desde que habitan su nuevo palacio... ¡Qué lujo!... Hacen bien. Dios les da para todo, y esto no es nada en comparación de lo que consagran a obras benéficas. ¡Siempre tan generosos...!
José. ¡Oh, sí, señor!
Marqués. Y siempre tan retraídos... aunque hay en la familia, según creo, una novedad muy interesante...
José. ¿Novedad? ¡Ah! sí...¿lo dice por...?
Marqués. Oye, José: ¿harás lo que yo te diga?
José. Ya sabe el señor Marqués que nunca olvido los catorce años que le serví... Mande Vuecencia.
Marqués. Pues bien: hoy vengo exclusivamente por conocer a esa señorita que tus amos han traído poco ha de un colegio de Francia.
José. La señorita Electra.
Marqués. ¿Podrás decirme si sus tíos están contentos de ella, si la niña se muestra cariñosa, agradecida?
José. ¡Oh! sí... Los señores la quieren... Sólo que...
Marqués. ¿Qué?
José. Que la niña es algo traviesa.
Marqués. La edad...
José. Juguetona, muy juguetona, señor.
Marqués. Es monísima; según dicen, un ángel...
José. Un ángel, si es que hay ángeles parecidos a los diablos. A todos nos trae locos.
Marqués. ¡Cuánto deseo conocerla!
José. En el jardín la tiene Vuecencia. Allí se pasa toda la mañana enredando y haciendo travesuras.
Marqués (mirando al jardín). Hermoso jardín, parque más bien: arbolado viejo, del antiguo palacio de Gravelinas...
José. Sí, señor.
Marqués. La magnífica casa de vecindad que veo allá ¿no es también de tus amos?
José. Con entrada por el jardín y por la calle. En el piso bajo tiene su laboratorio el sobrino de los señores: el señorito Máximo, primer punto de España en las matemáticas y en la... en la...
Marqués. Sí: el que llaman el Mágico prodigioso...[1] Le conocí en Londres... no recuerdo la fecha... Aún vivía su mujer.
José. El pobrecito quedó viudo en Febrero del año pasado... Tiene dos niños lindísimos.
Marqués. No hace mucho he renovado con Máximo mi antiguo conocimiento, y aunque no frecuento su casa, por razones que yo me sé, somos grandes amigos, los mejores amigos del mundo.
José. Yo también le quiero. ¡Es tan bueno...!
Marqués. Y dime ahora: ¿no se arrepienten los señores de haber traído ese diablillo?
José. (recelando que venga alguien). Diré a Vuecencia... Yo he notado... (Ve venir a Don Urbano por el jardín.) El señor viene.
Marqués. Retírate...
ESCENA II
El Marqués, Don Urbano.
Marqués (dándole los brazos). Mi querido Urbano...
Don Urbano. ¡Marqués! ¡Dichosos los ojos...![2]
Marqués. ¿Y Evarista?
Don Urbano. Bien. Extrañando mucho las ausencias del ilustre Marqués de Ronda.
Marqués. ¡Ay, no sabe usted qué invierno hemos pasado!
Don Urbano. ¿Y Virginia?
Marqués. No está mal. La pobre, siempre luchando con sus achaques. Vive por el vigor tenaz, testarudo digo yo, de su grande espíritu.
Don Urbano. Vaya, vaya...¿Con que...? (Señalando al jardín.) ¿Quiere usted que bajemos?
Marqués. Luego. Descansaré un instante. (Se sienta.) Hábleme usted, querido Urbano, de esa niña encantadora, de esa Electra,