no sé quién eres” (ver Mateo 25). Una persona que confía en Dios confía no solamente en Sus promesas sino también en Su juicio. Incluso en una oración de arrepentimiento, esa persona reconoce que sería absolutamente justificado que Dios lo destruyera por su pecado. Nunca puedes venir a la iglesia de Dios o a la Mesa del Señor pensando que Dios te debe algo. Si lo haces, mejor abstente de orar, de participar de la Cena, porque estás blasfemando y difamando al Dador de toda buena dádiva y todo don perfecto, que solo te ha tratado con misericordia.
A diferencia de Caín, Abel era humilde en su adoración, que es la única postura que puede tener un ser humano caído en el contexto de la adoración. La adoración arrogante es un oxímoron, una contradicción de términos. No obstante, la vemos a través de la Escritura. El evangelio fue dado a Adán y Eva. A medida que la historia de la redención se iba desarrollando, el pueblo de Israel continuaba recitando la promesa y demostrándola con su liturgia, sus señales, sacramentos y adoración de culto. Pero el juicio de los profetas que vino sobre la casa de Israel fue este: “Tu adoración se ha convertido en idolatría. No estás poniendo tu fe en Dios; la estas poniendo en Baal, en el templo, en los rituales que haces, en tu herencia, en tu biología. Estás confiando en todo menos en Dios”.
¿Alguna vez te has preguntado por qué hay un fenómeno universal de religión? Puedes ir a cualquier parte del mundo y encontrar evidencia de prácticas de sacrificio. ¿Por qué? Yo sugiero que es porque el programa y la prescripción originales para la adoración del Dios vivo eran sacrificios. Adán se lo dijo a Caín, Abel y Set. Set se lo dijo a Enoc, y él se lo dijo a sus hijos, y ellos a sus hijos y así sucesivamente. Fue enseñado a Abraham. Fue enseñado a Isaac. Fue enseñado a Jacob. Fue enseñado a José. Fue enseñado a Moisés. También fue enseñado a Ismael y a Esaú, y así la idea del requisito de sacrificio en fe se extendió a toda la raza humana.
Pero hoy la necesidad de que los sacrificios se hagan en fe se ha olvidado–escuchamos que no importa qué es lo que crees siempre y cuando seas sincero. De hecho, el requisito básico del sacrificio es desconocido–no importa cuáles sean tus prácticas religiosas. No importa lo que adores. Solo importa que adores. Se dice que los judíos adoran a Dios a su manera, los musulmanes adoran a Dios a su manera y los budistas adoran a su manera. La suposición tácita es que Dios está dispuesto a recibir, honrar y respetar cualquier tipo de adoración que la gente traiga.
A Dios no le agradó toda la adoración en Génesis 4. No le agradó la adoración de Caín. Y Caín respondió con enojo cuando vio que su adoración era inaceptable para Dios. Una persona fiel, una persona justa, habría dicho: “Oh, Dios mío. Me arrepiento de corazón por haber pecado contra Ti. Enséñame Tus estatutos, Señor. Muéstrame el camino más excelente. Cambia mi corazón, para que la ofrenda que te traiga el próximo Sabbat te honre. Estoy feliz, Santo Padre, de que por lo menos la ofrenda de mi hermano te haya agradado. Padre, dame una actitud que me permita aprender de mi hermano, porque mi hermano vive por fe y trata de obedecerte”. Pero esa no fue la respuesta de Caín.
En realidad, esa nunca es la respuesta del impío ante el piadoso. ¿A cuál de los profetas no mataron? ¿Cuál de los reformadores en la historia de la iglesia no fue despreciado por la iglesia organizada? Como Caín, que se levantó y mató a su hermano Abel, las iglesias perversas han derramado la sangre de cristianos verdaderos. De hecho, fue la iglesia la que se levantó para matar a Jesús porque a Él no le agradaban sus sacrificios.
Nunca he sido torturado o puesto en juicio por mi fe. La persecución que he tenido que soportar en este mundo es minúscula comparada con lo que los héroes de la fe tuvieron que pasar. Pero cualquiera que haya sido la persecución que he experimentado en mi vida, la carga más pesada vino de la iglesia falsa, esa parte de la iglesia que no cree en el evangelio y no tiene un corazón dispuesto para la adoración. La iglesia siempre ha estado compuesta de trigo y cizaña, y la primera iglesia no fue la excepción. Las cizañas (Caín) eran muy religiosas, pero odiaban a Dios, y también odiaban el trigo. Así que avanzaron para destruir el trigo (Abel). Necesitamos saber esto porque siempre ha sido así.
Recuerda la palabra que Jesús usó repetidamente para los líderes religiosos de Su época: hipócrita. Él dijo: “Ustedes hacen sus sacrificios; pagan sus diezmos; leen su Biblia. Pero ay de ustedes escribas y fariseos, hipócritas. Están actuando. No hay fe en sus corazones. No me están ofreciendo adoración en fe” (Mateo 23). Eran muy religiosos, pero sus corazones estaban alejados de Dios.
Lo más importante que debemos entender sobre la adoración es que la única adoración aceptable para Dios es la adoración que proviene de un corazón que confía en Dios, y solo en Dios.
GUÍA DE ESTUDIO DEL CAPÍTULO 2
INTRODUCCIÓN
La ofrenda de sacrificio en el templo o tabernáculo era el elemento principal de la adoración del Antiguo Testamento. Cristo se ofreció a Sí mismo como el sacrificio por excelencia para el pecado, por tanto nosotros no ofrecemos animales en el altar en nuestra adoración. Sin embargo, el sacrificio continúa siendo un aspecto central de lo que constituye la adoración históricamente, desde los tiempos de Caín y Abel. La actitud de aquel que ofrece un sacrificio es crucial. Esa actitud implica humildad y confianza en Dios solamente.
OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
1 Ser capaz de explicar el papel del sacrificio en la adoración del Antiguo Testamento, y especialmente en la adoración de Caín y Abel.
2 Ser capaz de explicar por qué la fe es esencial en la verdadera adoración y cómo este principio está ilustrado en la historia de Caín y Abel.
CITAS
Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
–Salmos 51:16-17
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
–2 Corintios 9:7
BOSQUEJO
1 LatriaLatria es la palabra griega que por lo general se traduce como “adoración” en el Nuevo Testamento.En la traducción griega del Antiguo Testamento latria se usa para las prácticas de adoración de Israel.Los tres componentes básicos de la latria en Israel fueron la ofrenda de alabanza, la ofrenda de oración y la ofrenda de sacrificio a Dios. La adoración era alabanza, oración y sacrificio.El elemento central de la adoración del Antiguo Testamento era ir al templo o tabernáculo a ofrecer sacrificios. Incluso la alabanza y la oración eran formas de sacrificio.
2 Cristo y el sacrificioCristo se ofreció a Sí mismo ante Dios como el sacrificio supremo a nuestro favor.Por tanto, en la era del Nuevo Testamento, no vamos a la iglesia y ponemos animales en el altar como ofrendas a Dios.Sin embargo, ofrecer sacrificios continúa siendo un aspecto central de lo que constituye la adoración históricamente.
3 El sacrificio en el tiempo de Caín y AbelSecciones extensas de los libros de Moisés detallan los sacrificios que Dios ordenó. Sin embargo, la adoración comenzó mucho antes.Adán y Eva adoraron en la presencia inmediata de Dios antes de que pecaran.Caín y Abel, la primera generación criada fuera del Edén, ofrecieron sacrificios.A Caín, el mayor, le fue dado el estatus más alto de la agricultura.A Abel, el menor, se le dio el estatus más bajo del pastoreo.Aunque Caín tenía el trabajo más honorable, Dios “miró con agrado” la ofrenda de Abel y no la de Caín.Dios en ninguna parte afirmó que el sacrificio del ganado era intrínsecamente superior al sacrificio de la cosecha.Dios aceptó la ofrenda de Abel no por su contenido sino por la actitud del que ofrendaba.
4 Fe y sacrificioJesús afirmó este criterio (actitud vs. contenido) cuando Él elogió a la viuda que ofreció una cantidad mínima