Блейк Пирс

Casi Ausente


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pero no ahora. Es tarde y debemos apurarnos.

      La respuesta de Marc fue un ruidoso estallido en lágrimas.

      —Por favor, no llores —le rogó Cassie, pensando en los preciados minutos que pasaban.

      Pero sus lágrimas aumentaron como si se alimentaran de su pánico. Él se negó rotundamente a cambiar sus pijamas y ni siquiera la promesa de un chocolate cambió su opinión. Finalmente, y desesperada, Cassie le puso unas pantuflas. Lo tomó de la mano y puso un soldado en el bolsillo de su pijama, con lo que finalmente logró persuadirlo de que la siguiera.

      Cuando golpeó la puerta de Antoinette, no hubo respuesta. El dormitorio estaba vacío y la cama ordenada prolijamente, con un camisón color rosa doblado sobre la almohada. Con suerte, Antoinette había ido sola a desayunar.

      Pierre y Margot ya estaban sentados en el comedor informal. Pierre vestía un traje formal y Margot también estaba elegantemente vestida, con un maquillaje perfecto y el cabello enrulado sobre los hombros. Ella levantó la mirada cuando ellos ingresaron, y Cassie sintió que le ardía el rostro. Rápidamente, ayudó a Ella a subirse a una silla.

      —Disculpas por la tardanza —se disculpó, sintiéndose nerviosa como si ya estuviera a la defensiva—. Antoinette no estaba en su habitación, no estoy segura de en dónde está.

      —Ya terminó de desayunar y está practicando su pieza en el piano —Pierre hizo un gesto con la cabeza en dirección a la sala de música, antes de servirse más café—. Escucha. Quizás reconoces la melodía: “El Danubio Azul”.

      Cassie escuchó débilmente una ejecución precisa de una tonada que le sonaba familiar.

      —Es muy talentosa —expresó Margot, pero el tono resentido de su comentario no se condecía con sus palabras.

      Cassie la miró nerviosamente. ¿Diría algo sobre lo que había ocurrido la noche anterior?

      Pero, mientras Margot le devolvía la mirada con un silencio indiferente, Cassie se preguntó de pronto si recordaba mal parte de lo acontecido. Tenía la parte posterior de la cabeza sensible e hinchada de cuando se había resbalado, pero al tocar la parte izquierda de su rostro no encontró un moretón por el doloroso golpe. ¿O quizás había sido del lado derecho? La asustaba no poder recordarlo. Presionó los dedos sobre su mejilla derecha, pero ahí tampoco sentía dolor.

      Cassie se convenció con firmeza de que debía dejar de preocuparse por los detalles. No era posible que pensara claramente después del duro golpe en la cabeza y una posible conmoción cerebral. Definitivamente Margot la había amenazado, pero la imaginación de Cassie podía haber conjurado el golpe. Después de todo, estaba exhausta, desorientada y se acababa de despertar de la agonía de una pesadilla.

      Sus pensamientos se interrumpieron cuando Marc exigió su desayuno, y ella les sirvió a los niños jugo de naranja y comida de las bandejas del desayuno. Ella insistió en que le sirvieran hasta la última rebanada de jamón y queso, por lo que Cassie tuvo que arreglárselas con una medialuna con mermelada y algunas rodajas de fruta.

      Margot bebió su café en silencio, mirando por la ventana. Pierre hojeaba un periódico mientras terminaba una tostada. ¿Los desayunos eran siempre tan silenciosos? Se preguntó Cassie. Los padres no habían demostrado interés de interactuar con ella, con los niños o entre ellos. ¿Era porque estaba en problemas?

      Quizás ella debía iniciar la conversación y arreglar las cosas. Necesitaba disculparse formalmente por la tardanza en atender a Ella, pero no pensaba que su castigo había sido justo.

      Cassie redactó las palabras cuidadosamente en su cabeza.

      Sé que anoche me retrasé en atender a Ella. No la escuché llorar, pero la próxima vez dejaré la puerta de mi dormitorio abierta. Sin embargo, no creo que me hayan tratado de manera justa. Fui amenazada y maltratada, y recibí dos advertencias consecutivas en la misma cantidad de minutos, así que, por favor, ¿podríamos discutir las reglas del hogar?

      No, eso no estaría bien. Era demasiado atrevido. No quería parecer hostil. Necesitaba un enfoque más suave y que no profundizara la enemistad con Margot.

      ¿No es una hermosa mañana?

      Sí, ese sería definitivamente un buen comienzo y traería un ángulo positivo a la conversación. Y desde ahí la podría dirigir hacia lo que realmente quería decir.

      Sé que me retrasé anoche al atender a Ella. No le escuché llorar, pero la próxima vez dejaré la puerta de mi dormitorio abierta. Sin embargo, me gustaría discutir las reglas del hogar ahora, con respecto a cómo es el trato entre nosotros y cuándo se deben dar advertencias, para asegurarme de hacer mejor mi trabajo.

      Cassie aclaró la garganta, sintiéndose nerviosa, y dejó el tenedor.

      Pero cuando estaba a punto de hablar, Pierre dobló el periódico y él y Margot se levantaron.

      —Que tengan un buen día, niños —dijo Pierre, mientras abandonaban la sala.

      Cassie los observó confundida. No sabía qué hacer ahora. Le habían dicho que los niños tenían que estar prontos antes de las ocho, pero ¿prontos para qué?

      Decidió correr detrás de Pierre y preguntarle. Se dirigía a la puerta cuando casi se choca con una mujer de rostro agradable, que vestía el uniforme del personal y llevaba una bandeja de comida.

      —Ah…oops. Bien. La rescaté.

      Enderezó la bandeja y deslizó las rebanadas de jamón, colocándolas de vuelta en su lugar.

      —Tú eres la nueva niñera, ¿no? Soy Marnie, el ama de llaves principal.

      — Encantada de conocerte —dijo Cassie, dándose cuenta de que este era el primer rostro sonriente que había visto en todo el día—. Iba a preguntarle a Pierre qué era lo que los niños tenían que hacer hoy —le dijo, luego de presentarse.

      —Demasiado tarde. Ya se habrá ido; se dirigían derecho al automóvil. ¿No dejó ninguna instrucción?

      —No, nada.

      Marnie dejó la bandeja y Cassie le dio a Marc más queso y, hambrienta, se sirvió más tostadas, jamón y un huevo duro. Ella se negaba a comer la montaña de comida que tenía en el plato, y jugaba fastidiosamente con esta con su tenedor.

      —Quizás le puedas preguntar a los niños —sugirió Marnie—. Antoinette sabrá si tienen algo planificado. Te aconsejaría que esperes a que termine de tocar el piano. No le gusta que la desconcentren.

      ¿Era su imaginación o Marnie había girado los ojos al decirlo? Motivada, Cassie se preguntó si se convertirían en amigas. Necesitaba un aliado en esa casa.

      Pero ahora no había tiempo de forjar una amistad. Claramente, Marnie estaba apurada recogiendo los platos vacíos y la vajilla sucia, mientras le preguntaba a Cassie si había algún problema con su habitación. Cassie explicó los problemas rápidamente y el ama de llaves se marchó, luego de prometerle que cambiaría la ropa de cama y reemplazaría la bombilla antes del almuerzo.

      El sonido del piano se había detenido, por lo que Cassie se dirigió a la sala de música, que estaba cerca del pasillo.

      Antoinette estaba guardando las partituras. Se volteó y enfrentó a Cassie con recelo al verla entrar. Estaba vestida de manera impecable, con un vestido azul marino. Tenía el cabello recogido en una coleta y sus zapatos habían sido pulidos perfectamente.

      —Te ves hermosa, Antoinette, ese vestido tiene un color tan precioso —dijo Cassie, esperando que los halagos le ganaran el cariño de la hostil niña—. ¿Hay algo planeado para hoy? ¿Alguna actividad u otras cosas planificadas?

      Antoinette se detuvo, pensativa, antes de sacudir la cabeza.

      —Nada para hoy —dijo firmemente.

      —Y Marc y Ella ¿tienen que ir a algún lado?

      —No. Mañana Marc tiene práctica de fútbol.

      Antoinette