supervivencia de la población y de su territorio.
Desde esta perspectiva la población no resulta ser el centro del desarrollo, sino una de sus dimensiones. La población tiene un papel determinante en la transformación del conjunto, debido a que de ella dependen inexorablemente los ecosistemas de los cuales obtiene lo necesario para su sobrevivencia. Este principio básico facilita incorporar la idea de que el desarrollo del hombre se hace posible solo cuando logra mantener los equilibrios hombre-naturaleza.
El modelo hace explícitas las relaciones de doble vía que ligan a los seres humanos con los demás seres vivos e inertes del planeta y facilita la toma de conciencia sobre nuestras facultades para crear conocimiento y tecnología, para decidir acerca de los modos de vida y producción y para establecer las reglas con las que se dirimen las relaciones entre los humanos y entre estos y los demás seres vivos e inertes del planeta. Es decir, de la capacidad de la especie humana para definir sus posibilidades de existencia.
Alcanzar una comprensión integral de ese entramado de relaciones permite entender que, cuando se privilegia una de las dimensiones del desarrollo en detrimento de otras, el equilibrio general se fragiliza, pierde su capacidad de recuperación y puede colapsar.
Esta manera de abordar el desarrollo permite fortalecer la conciencia acerca de nuestra responsabilidad en el mantenimiento de los equilibrios ecosistémicos y de los de nuestra propia especie para actuar en consecuencia.
El modelo no se detiene en la búsqueda de relaciones de causalidad ni en la identificación de culpables ni de las múltiples situaciones indeseables. Enfatiza en la generación de alternativas novedosas para superar, mantener o recrear nuevos equilibrios y avanzar hacia la construcción de una sociedad más plena en donde la población finalmente establezca relaciones armónicas con su base ambiental y la organización social y económica se constituya en instrumento de preservación de esas relaciones.
Atendiendo a la compleja trama de relaciones que se establecen entre las cuatro dimensiones del desarrollo, la apuesta de desarrollo integral que propone el modelo debe asegurar simultáneamente el desarrollo económico y social en armonía con el bienestar de la población y la sostenibilidad ambiental3. Esta perspectiva recoge las decisiones adoptadas en las conferencias internacionales sobre población y desarrollo de 1994, en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992 y en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social en 1995 en Copenhague. El modelo BIT PASE asume los mandatos de estas conferencias en materia de población y desarrollo y avanza hacia la construcción de una propuesta metodológica y técnica que permite concretar, en la práctica cotidiana de la planeación, estos propósitos de integralidad y sustentabilidad.
La construcción del modelo se basó en el reconocimiento de tres grandes postulados:
1. La población humana, si bien comparte con otras especies muchas de sus características, se define como un ente bío-social, es decir, como un colectivo con un conjunto orgánico de atributos que son exclusivos de la condición humana. Señalamos solamente 6:
– Como seres cognoscentes tienen conciencia de sí mismos y de su medio y crean las herramientas y técnicas para transformarlo.
– Como seres sociales crean y recrean diferentes formas de organización, cooperación, asociación, jerarquías sociales, que determinan las formas de acceso y producción del medio en el que se desarrollan.
– Como seres creadores (trabajadores) producen sus medios de subsistencia, transforman progresiva e intencionadamente el medio bío-físico y se transforman a sí mismos.
– Como seres expresivos construyen símbolos, lenguajes y formas de comunicación que expresan su relación con el medio.
– Como seres ético-políticos definen valores y patrones de conducta que orientan la interacción entre los sujetos y su acción sobre el medio.
– Como sujetos trascendentes tienen sentido de pasado y de futuro, proyectan y definen no solo las tendencias futuras, sino que las hacen realidad.
Así las sociedades humanas construyen paradigmas de progreso y desarrollo que orientan su acción. Estas ideas de progreso determinarán históricamente las formas de despliegue de la condición humana, de su propia sociedad y su medio natural.
2. La población humana como colectivo tiene una dinámica de crecimiento y transformación distinta de la suma de las características de los individuos que la componen: su dinámica demográfica. El término población adopta distintas acepciones: puede describir a un grupo de interés, un grupo social con determinadas características o simplemente al total de población censada o registrada. Pero también se refiere, y esta es la acepción que nos interesa, a aquel colectivo humano con una dinámica demográfica propia, con capacidad para reproducirse y perdurar en el tiempo. Un colectivo que crea y recrea permanentemente su entorno y al hacerlo se transforma a sí mismo.
3. La población y los demás seres vivos e inertes del planeta se encuentran en relación de estrecha interdependencia, se necesitan mutuamente, hacen parte de un mismo ecosistema y su pervivencia depende de los equilibrios que logran establecer entre ellos. En consecuencia, nada puede crecer a ultranza sin deteriorarse o deteriorar a otros, y cada uno tendrá que ocupar el lugar que le corresponde en la reproducción y mantenimiento del sistema global4.
Por tanto, para avanzar en la planeación integral es necesario comprender las dinámicas de transformación propias de cada una de las dimensiones del desarrollo, así como el juego de relaciones y tensiones que se establecen entre ellas. Este ejercicio debe permitir la identificación de los ejes estructurantes, que en el pasado han determinado el desarrollo de la población y su territorio, y aquellos de los que dependerá su desarrollo en el futuro próximo.
Así es fácil comprender que las relaciones población-desarrollo no son lineales ni de una sola vía, sino que se producen en cadenas de interacciones y definen espirales de determinación. El sistema general se mantiene gracias al flujo permanente de intercambios de distinta intensidad, muchos de los cuales se convierten en tensiones, las que se resuelven gracias a la capacidad de resiliencia del sistema.
Sin embargo, cuando se generan tensiones entre una o varias de las dimensiones del desarrollo, pueden presentarse desequilibrios entre la población, su organización social y económica y su base ambiental. Si estos no logran resolverse adecuadamente, el sistema pierde su sustentabilidad y podría desaparecer en el tiempo.
Entonces la clave de la planeación integral del desarrollo está en la identificación y comprensión de las interacciones y tensiones que se producen entre las dimensiones del desarrollo en un territorio particular. Este es el corazón del modelo BIT PASE.
La propuesta técnica para la aplicación del modelo se centra, por tanto, en el trabajo sobre las interacciones, con particular atención a aquellas que se convierten en tensiones y, más aún, tensiones que desbordan la capacidad de respuesta de la organización social o del Estado y ponen en riesgo la permanencia del sistema para perdurar en el tiempo. El diagnóstico territorial enfatiza ya no en las características de determinados individuos, ni en la lista de indicadores con que se les define, o en la lista de peticiones o solicitudes, sino en el conjunto de eventos (definidos para un tiempo y lugar específicos) en los que se expresan tensiones o intercambios desiguales (de bienes, servicios, energía, conocimiento, tecnología, poder, etc.) entre cualquier par de las dimensiones del desarrollo.
Puesto que las relaciones entre la población y el desarrollo no son perceptibles a simple vista, para hacerlas evidentes y comprehensibles el modelo provee herramientas para la observación cuidadosa de las series de eventos en que la población modifica la base ambiental, genera cambios en la dinámicas económicas, en la organización social o institucional, así como las series de eventos en que la misma población se ve afectada por estas dinámicas.
La lectura de una tensión incluye la precisión de los eventos que le dan origen, los factores que la agravan o cronifican, así como de los factores que contribuyen a su superación. A partir de allí se establecen y valoran las consecuencias