© Plutón Ediciones X, s. l., 2020
Traducción: Benjamin Briggent
Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas
Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,
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I.S.B.N: 978-84-18211-18-8
Estudio Preliminar
Jane Austen, destacada novelista británica, nació en el seno de una familia que pertenecía a la burguesía agraria, el 16 de diciembre de 1775 en la rectoría de Steventon (Hampshire). Fue la séptima hija de una familia de ocho hermanos. Su educación estuvo a cargo de su padre, pastor anglicano y rector de la parroquia de Steventon. En 1801, los Austen se trasladaron a Bath y, tras la muerte de su padre, en 1805, primero a Southampton y luego a Chawton, un pueblo de Hampshire, donde la escritora redactó la mayoría de sus novelas y que claramente se refleja en su obra. Al parecer, tuvo una vida tranquila, sin grandes acontecimientos y no llegó a contraer matrimonio, a pesar de ser un tema recurrente en sus escritos. Falleció muy joven, posiblemente de la enfermedad de Addison, a los cuarenta y un años de edad, el 18 de julio de 1817 en la localidad inglesa de Winchester.
En relación a su obra, Jane Austen es considerada una de las autoras más influyentes dentro de la literatura anglosajona. Su novela romántica goza de un estilo innovador, de tinte costumbrista y cargado de ironía, lo cual le da un toque de comicidad a sus escritos que ha logrado influir de manera notable en generaciones posteriores de escritores ingleses.
Sus historias se centran en aspectos cotidianos y, por tanto, afines a la vida real. La variedad, el entretenimiento y el camino incierto del protagonista son temas recurrentes en cada una de sus obras. La intriga narrativa suele ser de poca importancia, por lo que el interés reside en la agudeza con la que son interpretados los diferentes matices psicológicos de sus personajes, y en la descripción afable y comprensiva, pero no carente de maliciosa ironía, del ambiente social en que se encuentran, que no es otro que el de una burguesía acomodada.
Jane Austen comenzó a escribir desde muy joven, y muchas de sus obras fueron compiladas años después de su muerte, incluso varias de ellas llevadas al cine y a la televisión en diversas ocasiones. Algunas novelas que presentamos en este libro tardaron más de quince años en ser editadas y presentadas a la sociedad.
Sentido y Sensibilidad (1811) fue su primera obra publicada, y con ella consiguió darse a conocer dentro del mundo literario. Esta novela, caracterizada por su realismo, se centra en la historia de dos hermanas, con personalidades antagónicas, y sus encuentros amorosos. Dos años más tarde se publicó Orgullo y Prejuicio (1813), que se convertiría en un gran éxito y, posiblemente, en su obra más conocida. En ella, relata la historia de las cinco hermanas Bennet y las tribulaciones de sus respectivos amoríos, en donde el orgullo y la distancia social, la astucia y la hipocresía, los malentendidos y los juicios apresurados llevan a sus personajes al escándalo y al dolor, pero también a la comprensión y al amor verdadero. Le sigue Mansfield Park (1814), probablemente, la novela más densa y compleja de la autora, que presenta un orden familiar y social que se deshace y restaura a través de los ojos de la joven protagonista, y Emma (1816), cuyo personaje principal se empeñada en hacer de Celestina de todas sus amistades. Finalmente, sus últimas novelas: Persuasión, obra en la que la vanidad y los prejuicios de una aristocrática familia se interponen en el amor profundo y sincero de una joven pareja; y La Abadía de Northanger, siendo esta última una parodia de la incipiente novela gótica, fueron publicadas juntas en 1817, de manera póstuma al igual que Lady Susan, novela epistolar que narra los planes de la protagonista por encontrar un nuevo marido y, además, casar a su joven hija.
Jane Austen ha sido considerada por los círculos académicos como una escritora conservadora. Todas sus novelas narran los enredos románticos de sus heroínas, tratados con gracia y profundidad; sin embargo, la candidez de sus obras, para muchos es meramente aparente, y puede interpretarse de varias maneras, por lo que la crítica feminista más actual señala que en su obra también puede apreciarse una novelización del pensamiento de Mary Wollstonecraft, la primera filósofa feminista de la historia.
Sea como fuere, el atractivo atemporal de sus entretenidos argumentos, y el ingenio e ironía de su estilo, hacen que Jane Austen sea una de las autoras más conocidas y queridas del mundo angloparlante.
Sentido y Sensibilidad
Capítulo I
La familia Dashwood llevaba largo tiempo establecida en Sussex. Su propiedad era de razonable tamaño, y en el centro de ella se encontraba la vivienda, Norland Park, donde la manera tan digna en que habían vivido por muchas generaciones consiguió el respeto de todos los conocidos del lugar. El último dueño de esta propiedad había sido un hombre soltero, que alcanzó una muy avanzada edad, y que durante gran parte de su vida tuvo en su hermana una fiel compañera y ama de llaves. Pero la muerte de ella, ocurrida diez años antes que la suya, produjo grandes alteraciones en su hogar. Para compensar tal pérdida, invitó y recibió en su casa a la familia de su sobrino, el señor Henry Dashwood, el legítimo heredero de la finca Norland y la persona a quien se proponía legarla en su testamento. En compañía de su sobrino y sobrina, y de los hijos de ambos, la vida transcurrió cómodamente para el anciano caballero. Su cariño a todos ellos fue creciendo con el tiempo. La constante atención que el señor Henry Dashwood y su esposa prestaban a sus deseos, nacida no del mero interés sino de la bondad de sus corazones, hizo su vida confortable en todo aquello que, por sus achaques, podía convenirle; y la alegría de los niños añadía nuevos placeres a su existencia.
De un primer matrimonio, el señor Henry Dashwood tenía un hijo; y de su esposa actual, tres hijas. El hijo, un joven sensato y respetable, tenía el futuro asegurado por la fortuna de su madre, que era notable, y de cuya mitad había entrado en posesión al cumplir su mayoría de edad. Además, su propio matrimonio, acontecido poco después, lo hizo más rico aún. Para él, entonces, la herencia de la finca Norland no era ciertamente tan importante como para sus hermanas; pues ellas, independientemente de lo que pudiera dejarles su padre si heredaba esa propiedad, eran de fortuna que no puede considerarse sino pequeña. Su madre no poseía nada, y el padre solo podía disponer de siete mil libras, porque de la otra mitad de la fortuna de su primera esposa también era beneficiario el hijo, y él solo poseía derecho al usufructo de ese patrimonio mientras viviera.
Falleció el anciano caballero, se leyó su testamento y, como casi todos los testamentos, este repartió por igual desengaños y alegrías. En su última voluntad no fue ni tan injusto ni tan desagradecido como para privar a su sobrino de las tierras, pero se las dejó en términos tales que destruían la mitad del valor de la herencia. El señor Dashwood había deseado esas propiedades más por el bienestar de su esposa e hijas que para sí mismo y su hijo; sin embargo, el legado estaba asignado a su hijo, y al hijo de este, un niño de cuatro años, de tal forma que a él le quitaban toda posibilidad de velar por aquellos que más caros le eran y que más necesitaban de apoyo, ya sea a través de un eventual impuesto sobre las propiedades o la venta de sus valiosos bosques. Se habían tomado las provisiones necesarias para asegurar que todo fuera en beneficio de este niño, el cual, en sus ocasionales visitas a Norland con su padre y su madre, había conquistado el cariño de su tío con aquellos rasgos atractivos que no suelen escasear en los niños de dos o tres años: una pronunciación imperfecta, el inquebrantable deseo de hacer siempre su voluntad, innumerables jugarretas y artimañas y ruido por montones, gracias que finalmente terminaron por desplazar el valor de todas las atenciones que, durante años, había recibido