Tener metas nos ayuda a dar un cariz real a lo que anhelamos como personas y nos ayuda a salir ahí fuera todos los días de modo que sepamos que estamos viviendo acorde a quiénes somos, caminando en la dirección adecuada.
«Los objetivos son la herramienta básica de crecimiento: nos permiten realizarnos y expresarnos en el mundo como realmente somos».
Otra característica de los objetivos es que están íntimamente relacionados con nuestra situación vital actual. Así, el mismo objetivo puede tener sentido para ti y solo para ti (tal vez no sea tan importante para otra persona en este mismo instante) y además, solo cumple su función en el momento concreto en el que te lo planteas (el mismo objetivo planteado en tu vida hace cinco años tal vez no hubiera tenido sentido).
Además, los objetivos son dinámicos, cambiantes y se están transformando constantemente a la par que nuestra vida y circunstancias se transforman. Así, un objetivo a medio o largo plazo puede que sufra transformaciones de manera natural; tiene sentido, si no, no sería de utilidad.
Podríamos concluir que los objetivos nos llevan de un «yo actual» a un «yo futuro» donde, gracias a todo lo bueno que nos proporciona el objetivo, estamos en un lugar vital más elevado, más desarrollado, más evolucionado. En este lugar futuro somos capaces de comprender nuestra realidad de mejor forma y pensar incluso en objetivos futuros inimaginables cuando estábamos en nuestro «yo» pasado. Los objetivos son nuestro medio de transporte para ir a ese «yo» deseado en el futuro.
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Luego las metas solo son medios de transporte. Esto tiene una importancia tremenda, crítica, diría: un objetivo no es un fin en sí mismo. Un objetivo por sí solo no vale nada. Las metas sirven porque en ese momento determinado sentimos que nos ayudan a construir un futuro donde cosas buenas pasan, donde estamos mejor. Lo que tiene verdadera importancia es lo que consigues consiguiendo tu objetivo; o, como veremos más adelante, también es absolutamente crucial vivir el viaje de manera intensa y apasionada de modo que lo importante también es lo que consigues caminando hacia tu objetivo.
Te invito a que hagas un ejercicio muy rápido: durante los próximos quince segundos imagínate cómo sería tu vida sin objetivos. Es decir, imagina que tu vida permaneciese tal y como está ahora sin cambios de ningún tipo hasta el fin de tus días.
En serio, imagínatelo. ¡No sigas leyendo hasta que no te lo hayas imaginado!
¿Qué has sentido? ¿Tendría algún sentido tu existencia? Me atrevería a decir que desde un punto de vista técnico te has hecho un harakiri, un suicidio emocional, un estancamiento vital. Estás vivo pero te pareces a un ser humano tanto como esa planta que tienes en tu casa se parece a ti. Por eso es tan importante tener siempre buenos objetivos que nos conecten con nosotros mismos y con el mundo: nos hace sentirnos vivos, nos conecta con algo intangible (el para qué de nuestro objetivo) pero que marca la diferencia en nuestras vidas.
Esto me lleva a otra reflexión que quiero compartir contigo: siempre tenemos objetivos. Es así. En todo momento estamos con algo en mente que queremos conseguir, que anhelamos. En todo momento queremos siempre más de algo. De hecho no conozco a nadie que se sienta absolutamente realizado sin metas en el horizonte (y sin intención de tenerlas). Si conoces a alguien así, preséntamelo, por favor.
Hay algo de lo que me gustaría hablarte: el sacrificio. Se habla mucho hoy en día sobre la cultura del esfuerzo y de que el sacrificio no solo es bueno sino deseable; es como si para tener derecho a que la vida te sonría primero tienes que haberte sacrificado hasta la saciedad para tener derecho a algo. Resumiendo: siguiendo esta teoría (que en absoluto comparto), tienes que sacrificarte y esforzarte mucho siempre para conseguir aquello que deseas.
Pero claro, si has leído hasta aquí sabrás que siempre tenemos objetivos. Si seguimos la norma de que hay que sacrificarse para conseguir lo que quieres, significa que te pasarás toda tu vida sacrificándote. Toda. No sé a ti, pero a mí me está dando un dolor de estómago que no veas.
Personalmente no creo en los objetivos que nos hacen sufrir por el camino; ni siquiera creo que tenga sentido hacer algo con lo que no estás de acuerdo o a lo que te sientes obligado, independientemente de lo que quieras conseguir haciéndolo. ¿Sabes? Vivir ha de ser siempre algo sencillo, deseable y alejado del sacrificio; si te has planteado un objetivo que te obliga a hacer cosas que no quieres hacer, mantente alerta; a la larga puede pasarte factura. Siempre vas a tener objetivos, siempre; si vives solamente creyendo que estarás bien cuando los hayas conseguido todos, nunca jamás podrás disfrutar de la vida ya que estarás postergando tu bienestar de manera indefinida.
Eh, es legítimo que en algún momento de tu vida decidas sacrificarte: eres tú quien va a vivir tu vida, nadie más, y si ahora sientes que esa es la mejor manera de estar en el mundo no seré yo quien te juzgue, en serio. Siempre he creído que las personas hacemos lo que consideramos mejor a cada instante, dada la información que manejamos y nuestras propias circunstancias. Ahora bien, si en realidad no quieres sacrificarte pero has llegado a la conclusión de que «no te queda más remedio» o de que «no tienes otra opción», por favor, te suplico que sigas conmigo. El sacrificio es legítimo, sí, aunque tan solo es una opción. Personalmente, si tengo que elegir entre salir ahí fuera y conseguir lo que quiero sacrificándome o no sacrificándome, lo tengo claro: prefiero cambiar mis circunstancias o mis objetivos para que el viaje sea algo amable y placentero, alejado de sentimientos relacionados con el esfuerzo y el sacrificio.
«Tu objetivo es importante. Lo que te aporta caminar hacia tu objetivo todavía lo es más».
Con la metodología que estás a punto de descubrir te asegurarás de disfrutar plenamente el viaje. «La vida es un viaje, no un destino», reza la canción Amazing de la banda de rock Aerosmith, parafraseando al poeta y filósofo Ralph Waldo Emerson. Sabias palabras. Y es que si siempre vamos a tener objetivos no tiene ningún sentido esperar a cumplirlos para estar bien pues siempre habrá otros esperando.
¿Se entiende la idea?
El bienestar y la felicidad deben estar disponibles en tu vida siempre, aquí y ahora. Sin excepción.
Resumiendo:
Los objetivos nos ayudan a estar en el mundo como realmente somos. De ahí su importancia
Los objetivos son algo dinámico; dependen de nuestro contexto y situación vital
Cumplir objetivos no es el fin último de nuestras vidas; más bien es un medio de crecimiento personal (el mejor) para llevarnos de un estado actual a un estado deseado
Es crucial disfrutar del camino hacia el objetivo como parte innegable del viaje
No te preocupes; la metodología de este libro garantiza que todo lo anterior se cumpla; lo único que tendrás que hacer es seguirla meticulosamente.
¿Quieres llevar tu vida al siguiente nivel? ¿Quieres plantearte metas acordes con tu situación vital actual de modo que no solo pienses en el objetivo sino que también disfrutes del viaje? Si la respuesta es la que imagino, solo sigue leyendo. Estoy impaciente por mostrarte esta colección de reflexiones y herramientas.
Descubre lo más prioritario
En muchas ocasiones me encuentro con personas que o bien sienten que no saben lo que quieren (no tienen objetivos concretos o creen que no tienen metas de ningún tipo), o bien no son capaces de discernir por dónde empezar de entre toda la amalgama de objetivos que les ronda la cabeza. Muchas veces esa sensación de «no saber» por dónde empezar viene dada por la incapacidad temporal para ordenar los pensamientos (y sentimientos) de forma que podamos transformarlos en objetivos concretos.
No te preocupes si te has sentido identificado: estás a punto de poner orden en tu vida; tan solo tienes que seguir leyendo.
Te voy a dar mi definición de objetivo más prioritario: es aquel que, de entre todas las opciones de crecimiento, te proporciona con un menor gasto de energía un mayor bienestar en más aspectos de tu vida.
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