G. Gregory Haff

Principios del entrenamiento de la fuerza y del acondicionamiento físico NSCA (Color)


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primarios de cartílago son importantes en relación con la actividad física. El cartílago hialino (cartílago articular) se halla en las superficies articulares de los huesos. El cartílago conjuntivo es un tipo muy resistente de cartílago presente en los discos intervertebrales de la columna en las uniones donde los tendones se insertan en hueso.

      El hecho de que el cartílago articular se nutra por difusión de líquido sinovial proporciona un vínculo entre movilidad y salud articulares. El movimiento en una articulación genera cambios de presión en la cápsula articular que movilizan los nutrientes del líquido sinovial hacia el cartílago articular de la articulación (180). La inmovilización de una articulación impide la correcta difusión de oxígeno y nutrientes esenciales por la articulación. Esto causa la muerte de células sanas dentro del cartílago, los llamados condrocitos, y la resorción de la matriz de cartílago (195). Los conocimientos actuales revelan que el cartílago humano experimenta atrofia o adelgazamiento cuando se suprimen las cargas externas (p. ej., por inmovilización postoperatoria y paraplejía). Sin embargo, el efecto que el aumento de la carga externa tiene sobre el grosor medio de los cartílagos sigue sin conocerse del todo (46). En cualquier caso, es probable que la contribución genética desempeñe un papel importante en la determinación de la morfología del cartílago.

      Las hormonas desempeñan diversas funciones reguladoras durante el entrenamiento anaeróbico e influyen en los mecanismos homeostáticos que se encargan de mantener las funciones del cuerpo dentro de valores normales en reposo y durante el ejercicio (60, 61, 102, 106, 109), como el desarrollo del músculo, el hueso y el tejido conjuntivo por medio de procesos anabólicos y catabólicos. Como se expuso en el capítulo 4, las respuestas endocrinas al entrenamiento anaeróbico comprenden: (a) cambios agudos durante y después del ejercicio; (b) cambios crónicos en la respuesta aguda a una sesión de ejercicio; (c) cambios crónicos en las concentraciones en reposo, y (d) cambios en el contenido de los receptores hormonales.

       Respuestas agudas de las hormonas anabólicas

      Después del ejercicio anaeróbico (en particular el entrenamiento resistido), se han hallado concentraciones elevadas de testosterona, variantes moleculares de la hormona del crecimiento y cortisol hasta 30 minutos después del ejercicio en el hombre (104, 105,115, 117). Estas fluctuaciones ocurren en poco tiempo y luego se estabilizan rápidamente como respuesta a los retos homeostáticos de las exigencias iniciales del ejercicio intenso (119, 183) y el entrenamiento a más largo plazo (136). La magnitud de la elevación es máxima cuando se practican ejercicios con una gran masa muscular o durante sesiones de ejercicio de intensidad y volumen moderados a altos combinados con intervalos más largos de descanso (111, 115). Por ejemplo, existe una elevada correlación entre el lactato en sangre (de un ejercicio anaeróbico de alta intensidad), la hormona del crecimiento y el cortisol (78), y, por tanto, se cree que la acumulación de iones de hidrógeno tal vez sea uno de los principales factores que influyen en la liberación de cortisol y hormona del crecimiento. También se ha documentado que las elevaciones de la testosterona libre son mayores en hombres que siguen un entrenamiento resistido comparadas con las de hombres que siguen un entrenamiento aeróbico (82, 193), mientras que algunos estudios refieren ligeras elevaciones de la testosterona en mujeres después de ejercicio anaeróbico (149).

       La respuesta aguda de las hormonas anabólicas al ejercicio anaeróbico es crítica para el rendimiento físico y las subsiguientes adaptaciones al entrenamiento. La regulación por incremento de los receptores de hormonas anabólicas es importante para mediar los efectos hormonales.

      El factor de crecimiento insulinoide tipo I (IGF-I) es el mediador principal de la hormona del crecimiento; actúa de mensajero hormonal que estimula los efectos que potencian el crecimiento en casi todas las células del cuerpo, sobre todo las del músculo esquelético, el cartílago y el hueso. El factor de crecimiento insulinoide tipo I tiene una respuesta diferida al ejercicio y depende de la respuesta aguda de la hormona del crecimiento. Sin embargo, los factores mecánicos alternativos de crecimiento se regulan al alza en el músculo esquelético como respuesta a la carga mecánica y actúan independientemente de la hormona del crecimiento (66). En comparación, la secreción de insulina guarda cierto paralelo con los cambios de la glucemia y los aminoácidos, siendo la insulina la que más se ve afectada por la suplementación antes, durante y después del ejercicio, y no por el estímulo del ejercicio anaeróbico (13). Las catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, dopamina) reflejan las elevadas exigencias del ejercicio anaeróbico (22, 56, 105, 111), con concentraciones crecientes e importantes para regular la producción de fuerza, la frecuencia de las contracciones musculares, la disponibilidad de energía y el aumento de otras hormonas (p. ej., testosterona).

       Cambios crónicos en la respuesta aguda de las hormonas

      El cumplimiento a largo plazo de un programa de entrenamiento resistido produce un aumento de la capacidad de ejercer mayores niveles de fuerza muscular (80) con intensidades relativas de entrenamiento que se incrementan con el tiempo a medida que el cuerpo se adapta y tolera cargas progresivamente mayores. Como consecuencia, las respuestas endocrinas agudas al entrenamiento anaeróbico probablemente reflejen estas mejoras, como se ha demostrado sobre todo con la hormona del crecimiento (34). Los cambios longitudinales en la función endocrina reflejan el incremento del «esfuerzo» físico que tolera el cuerpo como respuesta al incremento de la carga externa. Por tanto, se plantea la hipótesis de que cualquier adaptación crónica de los patrones de las respuestas hormonales agudas aumenta potencialmente la capacidad de tolerar mejor y mantener intensidades superiores de ejercicio prolongado.

       Cambios crónicos en las concentraciones hormonales en reposo

      Los cambios crónicos en las concentraciones hormonales en reposo tras un ejercicio anaeróbico son improbables, ya que los estudios de investigación refieren que se producen cambios no concluyentes en la testosterona, la hormona del crecimiento, el IGF-I y el cortisol a lo largo del tiempo (115). Por el contrario, las concentraciones en reposo probablemente reflejen el estado actual del tejido muscular en respuesta a cambios sustanciales del programa de entrenamiento (volumen o intensidad) y de los factores nutricionales. Parece que la elevación durante e inmediatamente después de una sesión de ejercicio tal vez presente a los receptores un estímulo suficiente como para influir en la remodelación del tejido sin necesidad de que se produzcan elevaciones importantes de las concentraciones basales (162). Es importante reparar en que las elevaciones crónicas de una hormona anabólica tal vez sean contraproducentes a largo plazo. Los receptores tienden a regularse a la baja a lo largo del tiempo cuando se exponen constantemente a niveles altos de hormonas. Por ejemplo, en la diabetes mellitus tipo II, la sensibilidad del músculo esquelético a la insulina se reduce debido al nivel elevado y crónico de la insulina en sangre. Por eso, los consumidores de esteroides anabólicos toman repetidamente fármacos cíclicos en lugar de mantener un consumo constante de dosis elevadas.

       Cambios en los receptores hormonales

      El contenido de receptores es importante para mediar en las adaptaciones estimuladas por cualquier respuesta hormonal. Los receptores androgénicos (RA) han recibido mucha atención en la literatura, y su contenido (es decir, el número de receptores por área en el tejido de destino) depende de varios factores, como el tipo de fibras musculares, la actividad contráctil y las concentraciones de testosterona. El entrenamiento resistido ha demostrado regular al alza el contenido de RA en las 48 a 72 horas posteriores a la sesión de ejercicio (15). El estímulo del ejercicio resistido parece mediar en la magnitud de las modificaciones puntuales de los RA. Ratamess (162) comparó una serie frente a seis series de diez repeticiones de sentadilla y no documentó diferencias en el contenido de RA tras el protocolo de una sola serie; sin embargo, el protocolo de mayor volumen de ejercicio provocó una significativa regulación a la baja del contenido de RA una hora después de la sesión de ejercicio. Este estudio también puso en evidencia que, cuando se alcanza