Samuel Escobar

En busca de Cristo en América Latina


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Federico Pagura, «Tenemos Esperanza», tango con música de Homero Perera, Cancionero abierto, Vol.4, Escuela de música de ISEDET, Buenos Aires, 1979.

      4 Karl Barth, Bosquejo de Dogmática La Aurora, Buenos Aires, 1954. Traducción del texto alemán por M. Gutiérrez Marín. Una edición más reciente es Esbozo de Dogmática, Sal Terrae, Santander, 2000, traducción de José Pedro Tosaus Abadía.

      5 Un trabajo clásico de interpretación del material del Nuevo Testamento acerca de Jesucristo es el del Profesor de la Sorbona Oscar Cullmann, Cristología del Nuevo Testamento, Methopress, Buenos Aires, 1965.

      6 Un esfuerzo clásico para definir la metodología de este tipo de análisis es el libro de Richard Niebuhr, Cristo y la cultura, Ediciones Península, Barcelona, 1962. Un trabajo más reciente por Jaroslav Pelikan, profesor de la Universidad de Yale, es Jesús a través de los siglos, Herder, Barcelona, 1989. El subtítulo de esta obra en su original en inglés es «Su lugar en la historia de la cultura».

      7 Solange Alberro Del gachupín al criollo. O de cómo los españoles de México dejaron de serlo, El Colegio de México, México, 1997.

      8 Elizabeth A. Johnson, La cristología, hoy. Olas de renovación en el acceso a Jesús, Sal Terrae, Santander, 2003, p. 26

      9 Ibid.

      10 Ibid., p 24.

      11 Juan A. Mackay, El otro Cristo español, Lima: Colegio San Andrés, Lima, 1991.En adelante: Mackay, EOCE. Esta tercera edición es la que usaremos para nuestro estudio.

      12 Luis Alberto Sánchez, diario El Observador, Lima, 26 de junio 1983.

      1313 Mackay, EOCE, p.58.

      14 Hacia el final del capítulo 2 de su libro Mackay escribe: »La sección precedente debe mucho a un admirable estudio de la religión en el Perú por José Carlos Mariátegui que se halla en su libro Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana». Véase cómo Mackay cita a Mariátegui en el capítulo IX de El otro Cristo español.

      15 Mackay, EOCE, p. 244.

      16 José Antonio Carro Celada, Jesucristo en la literatura española e hispanoamericana del siglo XX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1997, p. 18.

      17 Mackay, EOCE, pp. 244-245.

      18 Ricardo Rojas, El Cristo invisible, Librería La Facultad, Buenos Aires, 3ª. ed., 1928.

      19 Juan A. Mackay, Mas yo os digo..., Casa Unida de Publicaciones, México, 2da. ed., 1964. La primera edición se publicó en Montevideo en 1927.

      20 Víctor Andrés Belaúnde, El Cristo de la fe y los Cristos literarios, Pontificia Universidad Católica, Lima, 2da. ed., 1993. La primera edición de 1936 fue de Editorial Lumen.

      21 Amado Anzi S.J., El Evangelio criollo, Patria Grande, Buenos Aires, 5ta. ed., 1994. La primera edición fue publicada por Ediciones Agape en 1964.

      22 Leonardo Boff, Jesucristo el liberador, Latinoamérica Libros, Buenos Aires, 1974. «Presentación» por Héctor Borrat.

      23 En Boff, op.cit, p.11.

      24 Guillermo Blanco, El Evangelio de Judas, Pineda Libros, Santiago, 1973.

      25 Vicente Leñero, El evangelio de Lucas Gavilán, Seix Barral, México, 1979.

      26 Consejo Episcopal Latinoamericano

      27 En el caso de los norteamericanos hay un libro que documenta el proceso: Gerald M. Costello, Mission in Latin America, Orbis Books, Maryknoll, 1979. Ver mi libro Tiempo de misión, Semilla, Guatemala, 1999, cap. 3.

      28 Ver documentos que dan cuenta de este proceso en Signos de renovación, editado por Gustavo Gutiérrez, CEAS, Lima, 1969.

      2

      El Cristo ibérico que cruzó los mares

      Para cualquiera que se interese por la historia espiritual de Iberoamérica, visitar la Catedral católica de la ciudad del Cuzco en el Perú es una experiencia de valor singular. Esa monumental iglesia barroca tiene un techo con doce pequeñas cúpulas, una por cada uno de los apóstoles. En el claroscuro de su interior, entre el humo del incienso y el resplandor de las velas de los devotos, parecería que estamos en alguna iglesia del sur de España o de Portugal. Uno de los cuadros más fascinantes en esta iglesia es el que representa la llamada «Última Cena» de Jesús con sus discípulos. Está pintado siguiendo el modelo de los grandes maestros europeos de la época, pero si prestamos atención notaremos algunas características especiales. El color de la piel de Jesús y sus apóstoles es cobrizo o aceitunado, y en algunos, los rasgos físicos son indígenas o mestizos. Sobre la mesa de la cena no hay un cordero sino un cuy o conejillo de Indias gigante, animal cuya carne era muy apreciada por los indios. En la fina vasija de cristal que aparece a un costado de la mesa no parece haber vino sino chicha, la bebida de maíz de los incas. En la bandeja de frutas, algunas son las que trajeron los españoles pero junto a ellas aparecen también las frutas propias de la América. Estamos ante un ejemplo singular de lo que los estudiosos de la comunicación del mensaje cristiano llaman contextualización, el proceso en el cual un texto interactúa con el nuevo contexto en que se lee.

      Las señales de una presencia vigorosa de Cristo en la cultura latinoamericana son innegables. Dos caminos nos permiten explorar esa presencia: el arte y la literatura popular. Hay que prestar especial atención a la pintura y la escultura. En ellas tenemos manifestaciones que, aunque fueron fruto del talento de una élite, alcanzaron aceptación casi universal en la mentalidad popular. Pocas décadas después de la llegada de los españoles a territorio americano, habían surgido escuelas de pintura como la cusqueña, de Cusco en el Perú y la quiteña, de Quito en Ecuador, cuyas expresiones todavía pueden apreciarse en las iglesias coloniales de la región andina. En los cuadros de estas escuelas puede observarse cómo el texto recibido ha adquirido las dimensiones del contexto que lo recibe. El artista parece haber entendido la historia de Jesús, pero de alguna manera la ha traducido a los términos de su propia vida y cultura. En otras palabras, se ha apropiado de la verdad a su manera, no como un simple calco del mensaje traído por el misionero sino entendiendo la universalidad de ese mensaje en los términos de la particularidad de la vivencia del pueblo receptor.

      Esto parece comprobarlo