Susana Cordero

Albert Camus, de la felicidad a la moral


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contra las doctrinas existencialistas; encontrar los puntos de vista de valor con que ilumina la existencia, las interrogaciones que caracterizan su inquietud y las respuestas que ofrece a torturantes inquisiciones del hombre, planteadas cuando el afán de lucidez domina sobre nuestra capacidad de embotamiento; definir y acotar los valores de sus dos etapas, examinando si sus obras responden o no a cada una de dichas etapas, a fin de alcanzar así uno de los sentidos del quehacer camusiano.

      Con este fin, partimos de una hipótesis que pudiera formularse así: Camus centra su preocupación en la cuestión moral. Su evolución vital va, desde una asunción de plenitud sensible, inocente, de fusión panteística con el mundo en la que el otro ser humano es un motivo más de alegría sensible, mundo de felicidad casi solo corpórea y sin promesas, a una existencia comprometida, herida por la separación que significa la muerte, la que va definiendo de trecho en trecho la limitación y la tragedia de una vida ‘feliz’.

      De la inocencia a la culpabilidad, de un mundo premoral a un universo en el que lo moral es exigencia de la solidaridad, Camus recorre un largo camino, cuyos contornos fundamentales quisiéramos alcanzar, describir y, en lo posible, criticar.

      La obra de Fullat es una síntesis de la inquietud moral del autor francés. Nosotros queremos más bien desglosar en cada una de las obras, la inquietud precisa, el alcance de sus contenidos, la significación axiológica que transmiten, para lograr una interpretación rigurosa, pero fundamentalmente vital, de aquello que en la obra de Camus colabora a gestar nuevas y más auténticas formas de pensamiento y acción.

      Anhelamos con este trabajo entregar al lector, en lo posible, una visión paciente y viva del panorama ético camusiano, analizando la contribución que, en este sentido, realiza cada una de las obras aquí consideradas, y buscando en una síntesis final la relación entre la evolución del autor Camus y nuestros propios valores éticos, en nada distintos a los que determinaran la angustia existencial, el deseo de definir al hombre que obsesionó a Albert Camus, humanista irreemplazable. Sin disecarlo, buscamos transmitir lo que su tarea poderosa ha dejado en nosotros, aquellos rasgos de vida nueva que su obra logró injertar en la inocua sequedad de nuestro existir.

      En la fase sintética –difícilmente separable de aquella– confrontaremos las diversas “vértebras” –cosmovisión integradora de cada obra– inducidas por el comentario, con la hipótesis, de modo que se pueda comprobarla o reformularla. En todo caso, partimos de una certeza que el propio Spitzer nos ayuda a expresar:

      Las conclusiones a que llegaremos en la culminación de esta tarea y que nos atrevemos a prejuzgar válidas desde el punto de vista que nos ocupa, darán razón de la eficacia de un método en el que se combinan la intuición fecunda con la más prolija averiguación de los textos. Las debilidades de nuestro estudio han de imputarse, más que a limitaciones intrínsecas del proceder propugnado por el Círculo Filológico, a la falibilidad de su aplicación por parte nuestra.

      La traducción española de todos los textos de Camus citados en este trabajo ha sido realizada por nosotros, así como las traducciones de textos de las obras francesas publicadas sobre el autor, que estuvieron a nuestro alcance.

      Por otra parte, hemos tomado de traducciones españolas los títulos de las obras de A. Camus, y hemos conservado sin traducir, la escritura francesa de los nombres de sus personajes.

      2. Il n’ya pas d’amour de vivre sans désespoir de vivre., EE, Essais, p. 44.

      3. … j’avais un plan précis quand j’ai commencé mon oeuvre: je voulais d’abord exprimer la négation. Sous trois formes. Romanesque: ce fut l’Étranger. Dramatique: Caligula, El malentendu. Idéologique: Le mythe de Sisyphe. … je prévoyais le positif sous les trois formes encore. Romanesque: La Peste. Dramatique: L’État de siège et Les justes. Idéologique: L’Homme révolté. Citado por Roger Quillot en “L’Homme révolté, Commentaires”, en A. Camus, Essais, p. 1610.

      4. André Nicolas, Albert Camus ou le Vrai Promēthée, Paris, Seghers, 1973 p. 7.

      5. Charles Moeller, Literatura del Siglo XX y Cristianismo, I. “El Silencio de Dios”, Madrid, Gredos, 1964, p. 68, nota 7.

      6. Octavio Fullat, La moral atea de Albert Camus, Barcelona, Editorial Pubul, 1963.

      7. Cfr. Supra p. 6, nota 2.

      8. Cfr. Leo Spitzer. Lingüística e Historia Literaria. Madrid. Gredos. 1961.

      9. Ibid., pp. 18-19.

       II EL ÁMBITO ÉTICO EN QUE SE INSERTA LA OBRA DE CAMUS

      Al guiarnos el propósito de lograr una fenomenología de la actitud moral camusiana, no nos parece indispensable referirnos al fenómeno ético general o a actitudes axiológicas particulares; sí nos urge situar al autor, grosso modo, en el contexto ideológico moral del que surge su obrar, sin intentar una deducción rígida de sus conclusiones a partir de lo que Camus encuentra dado, pues no ignoramos el carácter misterioso de la evolución humana hacia las exigencias de la entrega que supone cualquier forma de eticidad.

      Sin haber intentado una visión sistemática de la moral, Camus revela en su obra lo que llamaríamos, a falta de expresión mejor, vivencias éticas y realiza así aquel ideal de la filosofía según el cual lo filosófico ha de ser vivido. Su búsqueda se dirige hacia una justificación de la acción y quiere ser un saber de la vida. En la dirección de su actuar hacia los otros aspira a encontrar aquello que procurará que la vida de todos se humanice, tan lejos de los excesos reglamentados y felices con que se justifica una vida burguesa –lo tibio, la mentira, la mala fe omnipresentes– como de las existencias subsumidas en una totalidad abstracta, cuyo sentido aspira a justificarse a costa del anonadamiento del hombre individual.

      El universo de Camus es confluente de la moral burguesa, del humanismo grecolatino, de la moral cristiana, del