musicalizó algunos de sus poemas, aunque la mayoría de su obra fue musicalizada por otros compositores. Integró la Lira Colombiana de Pedro Morales Pino, su maestro musical, amigo y compadre, en la que ejecutaba el violín y era vocalista. El pasillo «Mis flores negras», del que es autor y compositor, y cuya primera grabación estuvo a cargo del Dueto Briceño y Áñez, en Nueva York, en 1924, fue su mayor éxito en materia de composiciones musicales. Otras de sus obras más reconocidas son los pasillos «A mi madre», «Contrastes», «Ella», «Esa es mi madre», «Ojos indefinibles», musicalizado por Jeremías Quintero; «Sueños de opio», con música de Nicasio Safadi; «Invierno» y «Tanto me odias», musicalizados por Pelón Santamarta; «Opio y ajenjo», con música de Víctor María Valencia; «Te juré mi amor», musicalizado por Darío Garzón; «Destino», musicalizado por Camilo García; «Cariño eterno» y «Gotas de ajenjo», con música de Francisco Paredes Herrera; el vals «No importa»; los bambucos «Ausencia» y «Hondos pesares», musicalizados por Emilio Murillo; «Al río», musicalizado por Pelón Santamarta, y «Yo vivo triste», con música de Germán Benítez, entre otras.
Francisco Diago Gortaire
Autor, compositor y cantante (Popayán, Cauca, 11 de noviembre de 1867 – 14 de septiembre de 1945).
Su madre, doña Annita Gortaire –dama ecuatoriana de origen francés– fue la más importante pianista de su época en Popayán. En 1892 obtuvo el grado de doctor en Derecho y Ciencias Políticas, otorgado por la Universidad del Cauca. Entre 1917 y 1920 fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Hizo más de cien composiciones del género popular colombiano, entre las que se destacan los bambucos «El sotareño», «Anhelos» y «Las ilusiones»; las danzas «Bellísima trigueña» y «Amorosa», esta con textos de Guillermo Valencia. Los pasillos «Luz de la mañana», «La María» y «Estrella solitaria», entre otras.
Fulgencio García
Compositor y bandolista (Purificación, Tolima, 10 de mayo de 1874 o 1880 [?] – Bogotá, 4 de marzo de 1945).
Aprendió a tocar la guitarra con el profesor Vicente Pizarro. Virtuoso ejecutante de la bandola y de los instrumentos de cuerda, fue integrante de las estudiantinas de los maestros Pedro Morales Pino y Emilio Murillo. Son famosos sus pasillos instrumentales «La gata golosa», compuesto en 1912, con el nombre de «Soacha»; «Arpegio», «El destemplado», «Sincopando», «Coqueteos», «Bohemio», «No me arranques el alma» y «Vino tinto»; el vals «Mi vida»; los bambucos «Veredita florida», «Qué nos importa», «Requiebro», «Del mar la ola» y «Melancolía», entre otras.
Alberto Castilla Buenaventura
Compositor y director de orquesta (Bogotá, 9 de abril de 1878 – Ibagué, Tolima, 10 de junio de 1937).
Cursó estudios de solfeo y armonía con ‘el Chapín’ Quevedo, en la Academia Nacional de Música de Jorge Price. Fundó el Conservatorio de Música de Ibagué, en 1906. Compuso «El bunde tolimense». A esta melodía le puso letra el periodista y poeta Nicanor Velásquez Ortiz, nacido en Ambalema, en 1900, y conocido como ‘Timoleón’. Otras obras suyas son: «Guabina ibaguereña», «Guabina de Castilla», «La sombra», «María Amalia», «Romanza de Rizo», «Fuentecilla», el pasillo «Rondinella», la danza «Cacareo», la canción de cuna «El arrurú» y «Romanza del pozo», sobre textos de Carlos Villafañe. «El bunde tolimense» fue declarado himno del Tolima por ordenanza de la Asamblea Departamental, en 1935.
Emilio Murillo Chapul
Compositor, pianista y tiplista (Guateque, Boyacá, o Bogotá, 9 de abril de 1880 – Bogotá, 6 u 8 de agosto de 1942).
Estudió teoría musical y piano en la Academia de Música, en Bogotá. Discípulo del maestro Pedro Morales Pino. Se le ha catalogado como el apóstol de la música colombiana, por su afán de divulgación de esta, fuera y dentro del país. Viajó a Estados Unidos y a España. Fue el primero en grabar la música andina con gran orquesta. Fundador de la Estudiantina Murillo, de la que eran integrantes Alejandro Wills, Arturo Patiño, Jorge Rubiano, Cerbeleón Romero y Ernesto Neira. Los siguientes bambucos son suyos: «El trapiche», con letra de Ismael Enrique Arciniegas; «Canoíta», con letra de Jorge N. Soto; «Canto fatal», «Claveles», «El guatecano», «Coplas del terruño», «Cuando en la noche te cuente mis amarguras», «El carbonero» y «Una oscura golondrina»; el pasillo «Cachipay», tema tomado de la tradición y moldeado por Murillo; los bambucos «Van cantando por la sierra», «Caricias del alma», «Rumichaca», «Golondrinas»; los pasillos «Cuando la noche tiende», con versos de Julio Chávez; «Margaritas», «Carrizal», «Fin de semana» y «Lucero»; el torbellino «Qué haremos, mi bien»; el vals «Aquella hermosa mujer»; el bambuco «Conmigo le dan las doce»; las danzas «De lejos», con versos de Federico Rivas Frade; «Morenita», «Yo me muero de amor» y «La cabaña», cuya segunda parte del texto pertenece al poeta Fidel Cano; los bambucos «El vaquero», con letra de Martín Cortés; «Muchachita linda», con versos de Pierre Yaromin, y «Hondos pesares», que tienen letra de Julio Flórez, y la fantasía colombiana33 «Capricho n.º 4», entre otras.
Eusebio Ochoa
Compositor, cantante y contrabajista (Concepción, Antioquia, 2 de octubre de 1880 – Medellín, 25 de septiembre de 1955).
Discípulo del maestro Jesús Arriola, en música y solfeo, y de Luis Mondragón, en la interpretación del contrabajo. Adelantó estudios musicales en la Escuela Santa Cecilia, la primera institución para la enseñanza de la música que tuvo Medellín, y que, con el tiempo, se convirtió en el Instituto de Bellas Artes. Fue integrante, como guitarrista, de la Lira Antioqueña. Con ella viajó por norte y Centroamérica. Hizo dueto con Leonel Calle y con Enrique Gutiérrez. Entre sus obras más recordadas se encuentran: «El profesor de canto», «La canción del regreso», «Tu risa», «Dulce luna», las danzas «Palomita helada» y «Virgencita», y «Me voy a la guerra» (su primera composición), entre otras. Usó siempre dos seudónimos, Pepe y Alejandro Leprevost, para no dar a conocer sus cualidades como compositor.
Adolfo Lara
Autor, compositor, bandolista y guitarrista (Tocaima, Cundinamarca, 27 de septiembre de 1881 – Bogotá, 10 de diciembre de 1953).
‘El Pote’ Lara. Tocaba con gran destreza todos los instrumentos típicos de cuerdas, la ocarina y la flauta. En 1945 fue nombrado director de cuerdas del Conservatorio del Tolima. Sus obras más conocidas son las danzas «Tupinamba», «Cuando muere el amor» y «Vivo lejos de mi amada»; y los bambucos «Cómo olvidarla», «Locas ternuras», «Rumores» y «Con gran prudencia hablaste», del cual es también el autor.
Luis A. Calvo
Compositor y pianista (Gámbita, Santander, 28 de agosto de 1882 o 1884 – Agua de Dios, Cundinamarca, 22 de abril de 1945).
Luis Antonio Calvo. Sus primeros conocimientos de música los adquirió en el coro de la iglesia de los Franciscanos, de Tunja. Años después, se convirtió en su director. Trabajó al lado de Pedro Morales Pino, en la Lira Colombiana. Además, fue chelista. Como ejecutante de este instrumento, conformó la Orquesta de la Academia. Cuenta con una amplia creación musical, que consta de aproximadamente trescientas obras, entre las que se destacan la suite «Escenas pintorescas de Colombia», los bambucos «Bambuco n.º 1», «Bambuco n.º 2», «El republicano», «Ricaurte», «Rocío», «Yerbecita de mi huerto» y «Rosas de alborada»; las danzas «Adiós a Bogotá», «Aire de fuera», «Añoranza», «Betty», «Carmiña», «Consuelito», «Danza n.º 1», «Danza n.º 2», «Dolor que canta», «Hacia el Calvario», «La perla del Ruiz», «La presentida», «Livia», «Madeja de luna», «Malvaloca», «María Helena», «Qué delicia», «Rubia espiga», «Ruth» y «Simpatía»; los foxes «Como la espiga», «El fox del amor», «Elena I», «La rodela», «Mariposa mía», «Princesita del Ávila» y «¿Por qué bajas los ojos?»; las gavotas «Anita» y «Cecilia»; «Intermezzo Nº 1», «Intermezzo Nº 2 (Lejano azul)»; «Intermezzo Nº 3» e «Intermezzo Nº 4»; las marchas «Águila negra», «Alma antioqueña», «Antioqueños al mar», «Apolo», «Bajo el cielo de Támesis», «Coralito de la mar», «Cupido», «El antimonio»,