"¿Con qué exactamente?" Odiaba estas discusiones extrañas que había tenido desde que llegó el príncipe y su misteriosa dama. ¿Por qué no le dijo quién era la encantadora señorita? Dios sabía que no tenía ni idea y que le vendría bien algo de ayuda.
"En sacar la cabeza de tu trasero para empezar", dijo la duquesa invadida por la risa.
"Como siempre eres muy hábil con las palabras". Dijo Julian poniendo los ojos en blanco. "Como de costumbre, esta fue una conversación fascinante.
“Dime, ¿tu esposo asistirá al baile de hoy?" Tal vez Fin pueda ayudarlo a descifrar la identidad de la dama. Si Lulia la conocía, seguramente él también.
La duquesa se encogió de hombros. "No le gustan los eventos sociales. Ya sabes”.
Pero esta vez sí asistió. A Fin no le gustaba salir de su casa a menos que fuera absolutamente necesario, pero tampoco le gustaba dejar sola a Lulia. "¿Está en la sala de cartas entonces?" Fin había descubierto el amor por las cartas después de jugar en el club del duque. "Quizás debería encontrarme con él allí".
Ella se encogió de hombros. "Haz lo que quieras, siempre lo haces". Entonces ella se alejó de él y caminó hacia el príncipe. La multitud se separó de ella y cuando ella lo alcanzó, él abrió sus brazos y la abrazó libremente. Esa clase de afecto no era la norma en los eventos sociales. La multitud los crucificaría por ello. Tal vez no... Todos sabían cuánto se adoraban Lulia y su marido. No era ningún secreto que su matrimonio había sido un matrimonio por amor. Pero todos los presentes ansiaban saber más sobre este enigmático príncipe que aterrizó en el baile de Loxton.
Julian se alejó de la multitud y se dirigió al salón de juegos. Lulia no había dicho si Fin estaba allí, pero él pensó que podía comprobarlo por sí mismo. Se detuvo una vez antes de salir del salón de baile y vio a su desconocida. Ella se reía de algo que otro caballero le dijo. Los acordes de un vals comenzaron a sonar indicando que el baile estaba a punto de comenzar. El príncipe hizo una reverencia a sus admiradoras y se puso al lado de la dama desconocida, luego la llevó a la pista de baile. Bailaron maravillosamente juntos y eso le molestó aún más. Algo que nunca antes había sentido lo inundó: los celos. No le gustó para nada sentirse así. Reprimió la sensación nauseabunda y salió de la habitación. Julian tenía que encontrar a Fin, y rápido. Esto tenía que terminar más pronto que tarde, porque Julian odiaba ser usado como un peón de cualquier tipo.
CAPÍTULO DOS
Lenora estaba sentada en la sala de estar de la casa de su primo Bennett mirando por la ventana. Estaba completamente sola. Bennett y su esposa, Katherine estaban en su granja de caballos y no volverían a Londres hasta que naciera un potro. Esto le ofreció un tiempo para considerar su propio regreso a Londres y los sentimientos que la invadían.
Su asistencia al baile había sido un éxito. Luca había distraído a muchos, pero aún había varios individuos que notaron su llegada también. La mayoría caballeros... que habían sido su objetivo todo el tiempo. Los caballeros y los dandies asegurarían su incesante popularidad. Las damas, por celos o por su propio deseo de ser la estrella de la temporada, se acercarían a ella. Ahora que se presentaba en su primer baile de la temporada necesitaba decidir qué invitaciones aceptar.
La mañana siguiente al baile, estaba inundada de invitaciones personales a bailes, cenas, veladas y fiestas en el jardín. Cualquier cosa y todo lo imaginable estaba a su alcance bien sea para aceptar o rechazar. Durante la noche se convirtió en la estrella de la temporada, un diamante, la única dama que todos clamaban por tener en su evento. No era una tonta. Luca había jugado un papel importante en su éxito. Lenora no podía servirse de él indefinidamente. Había pasado los últimos dos años mejorando y tuvo que aprender a gustar de la persona en la que se había convertido. Aunque no creía que le debía nada a nadie, quería ser la mejor persona que pudiera ser. Eso significaba enfrentarse al mundo y no huir de él.
"Perdóneme, mi señora", dijo el mayordomo interrumpiendo los pensamientos de Lenora. "¿Está usted disponible ahora para recibir visitas?"
Aunque durante la noche anterior todo había salido bien, ella no esperaba ninguna visita todavía. No estaba segura de cómo manejar la situación. ¿Quién podría querer visitarla ahora? Tomó una decisión interna y dijo: "Sí. Por favor, que también envíen refrigerios".
El mayordomo se inclinó. "Muy bien, mi señora. Entonces haré pasar a su invitado". Giró sobre sus talones y salió de la habitación.
No mucho después de que el mayordomo se fuera, entró una mujer. Lenora suspiró aliviada. Debería haber esperado que Lulia viniera a visitarla. Después de todo, ella era quién la había ayudado a salir de su caparazón. "Su Gracia", saludó Lenora. "Por favor, únase a mí".
"Basta de esas formalidades", dijo Lulia mientras agitaba la mano. Se adentró en la habitación y se sentó en un sofá cercano. "Podrías haberme escrito para informarme de tus planes de regresar a Londres. Confío en que te haya ido bien en tu viaje".
Lenora asintió. "Mis disculpas. Ojalá hubiéramos tenido la oportunidad de hablar anoche. Fue... algo no planeado". Ella frunció el ceño. Cuando Luca sugirió que volvieran antes de lo previsto, no tuvo tiempo de escribirle a Lulia sobre ello. "Parecía apropiado que volviéramos al comienzo de la temporada de primavera. Para... revelar mi nuevo yo".
"Estoy de acuerdo", dijo Lulia. "Luca estaba rodeado de un buen número de admiradoras en el baile, así que tampoco tuve la oportunidad de hablar con él”, dijo ella sonriendo con sagacidad. "Sin embargo, tuve una interesante conversación con el Duque de Ashley".
"¿Oh?" Lenora alzó una ceja. "Yo también hablé con él. Por favor, dime, ¿qué te dijo el duque?"
Todavía estaba molesta con él. Estuvo tan encantador, como siempre, pero no la había reconocido en absoluto. Ella todavía no entendía cómo él ni siquiera pudo escuchar el anuncio de su nombre. Se presentó, pero no sabía quién era ella. Había algo un poco extraño en eso. Quizás ella le preguntaría sobre esto la próxima vez que se encontraran. No tenía ninguna duda de que se volverían a ver. Era inevitable, en realidad. Se estaba quedando en la casa de Bennett mientras compraba su propia casa. Como no tenía ninguna intención de casarse, necesitaría su propio hogar. Londres era su hogar y planeaba establecerse allí a la primera oportunidad.
"Quería hablar con Luca", comenzó Lulia. "Como recuerdas, nuestro príncipe favorito estaba muy ocupado, así que tuvo que conformarse con hablar conmigo". Levantó las manos y formó un campanario con ellas, luego juntó las puntas de los dedos. "Quería saber más sobre ti", dijo ella sacudiendo la cabeza. "Es increíble lo ciego que puede ser un hombre".
"Estoy de acuerdo", dijo. "Se sentirá como un verdadero idiota cuando se dé cuenta de quién soy.", dijo golpeando con su mano el brazo de su silla. "No estoy segura de qué hacer con esta información. Nunca pensé que no me reconocería". Lenora necesitaba darle un cierre a lo que había pasado entre ella y el Duque de Ashley. Si él ni siquiera sabía quién era ella, ¿cómo podría lograrlo? "Tal vez debería seguir adelante y olvidarme de él por completo".
"¿Crees que puedes hacer eso?" preguntó Lulia. "Sería mejor para ti si pudieras seguir adelante, pero no creo que sea algo fácil de lograr".
Una criada abrió la puerta y entró con una bandeja. "Perdone la interrupción", dijo. "He traído el refrigerio que pidió, mi señora". Dos platos de comida junto con todo lo necesario para disfrutar de un buen té se mostraban frente a ellas.
Lulia se lamió los labios. "Me alegro de que hayas pensado en esto", dijo y se acercó a la bandeja. "Me muero de hambre".
Lenora puso los ojos en blanco. "Siempre tienes hambre. Si me hubiera sabido que tú eras mi visitante habría pedido más comida. Sírvete tú misma". La última observación era innecesaria pues Lulia ya estaba llenando un plato con pasteles. La criada hizo una reverencia y salió de la habitación en silencio.
Esperó a que Lulia volviera a su asiento y luego