Brower Dawn

Una Oportunidad Para Amar


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Tendría que discutir con él su próxima aparición pública a la brevedad posible...

      Julian entró en su club y se dirigió a la trastienda. Ocupó una mesa y esperó a que uno de los sirvientes del club le trajera una bebida. No había podido descubrir la identidad de su dama misteriosa. Cuando fue a buscar a Fin a la sala de cartas no lo encontró. Su duquesa no había estado mintiendo. Su marido no estaba en el baile y no podía proporcionar a Julian ninguna información.

      El sirviente trajo una copa de brandy y la puso delante de Julian. "¿Necesita algo más, Su Gracia?"

      "No, eso es todo", dijo Julian. "De hecho, tráeme la botella entera de brandy". Quería beber hasta que estuviera completamente embriagado. Julian odiaba fracasar en cualquier cosa.

      Apuró su vaso mientras el sirviente traía la botella. Julian comenzó a beber pero en forma más pausada esta vez.

      "¿Por qué estás bebiendo?", preguntó un hombre. Julian levantó la vista y se encontró con su amigo, el Conde de Northesk.

      "Northesk", lo saludó. "No me di cuenta de que habías vuelto del campo. ¿Cómo están tu esposa e hijo?" El hijo del Conde de Northesk tenía que tener ya un año. Julián tendía a perder la noción del tiempo en cuanto a la edad de los niños. Este tipo de cosas no le importaba mucho...

      "Mi familia está bien", le respondió Northesk. "No has respondido a mi pregunta".

      "¿Crees que necesito una razón para beber?”, dijo Julián alzando una ceja y levantando su copa de brandy. "Cualquier día es un buen día para beber demasiado y pasar un buen rato. Siéntate y tómate una copa conmigo".

      Todos sus amigos estaban felizmente casados. Era casi... asqueroso. Ahora pasaba demasiado tiempo solo. Julian no entendía por qué todos habían decidido enamorarse y encadenarse a una mujer por el resto de sus días. El amor, en su opinión, era tóxico. Convertía a un hombre en alguien completamente distinto. Julian no tenía ningún deseo de ser otra cosa que la persona que era. Ninguna mujer iba a cambiarlo. Dejando de lado su actual obsesión... una mujer no lo controlaría. Nunca.

      "Pasaré del brandy", respondió Northesk. "Pero me uniré a ti". Sacó una silla y se sentó junto a él. "¿Sabes algo de Holton?".

      El marqués estaba en la granja de caballos de su esposa. Han permanecido muchos días allí. "No sé nada de él. ¿Hay alguna razón por la que necesite hablar con él?".

      "No", Lord Northesk sacudió la cabeza. "Escuché un rumor de que su prima, Lady Lenora regresó a Londres. Diana la conoce y quiere visitarla. Ninguno de los dos está seguro de dónde se ha instalado".

      Julian frunció el ceño. Se había olvidado de la prima del Marqués de Holton. No la había visto en un par de años. La dama era una completa flor y una tímida ratoncita. Bailó con ella una vez como un favor a Holton. Ella había sido intrascendente para, la había descartado por no ser resaltante y se había olvidado de su existencia. Él tendía a hacer eso a menudo. Quizá debería cambiar su forma de tratar a la gente... Julian podía ser un poco idiota y actuaba en forma egoísta la mayoría de las veces.

      Pasó su dedo por el borde de su vaso. "No sabía nada sobre el paradero de su prima", respondió. "Apenas conocía a la chica. Demonios, dudo que la reconociera si la tuviera frente a mí". Sus rasgos eran un poco borrosos en sus recuerdos. Tenía el cabello castaño... y eso era todo lo que él podía recordar. Realmente era un imbécil... Si se cruzaba con Lady Lenora otra vez se disculparía por ser un idiota engreído. Nadie debería ser tratado tan mal. Vació el contenido de su vaso... otra vez.

      El conde sacudió su cabeza. "No deberías pasar tanto tiempo solo, amigo mío. Estás de un humor bastante sombrío".

      "No estoy seguro de saber lo que quieres decir", respondió Julian evasivamente.

      "Sí, lo sabes", dijo el conde con firmeza. "Pero no voy a presionarte. Sé cómo te pones en esta época del año. Olvidas que nos conocemos desde Eton. No puedes ocultarme nada".

      Julian lo dudaba. Aunque Northesk sabía más sobre él que la mayoría de la gente. El Conde de Northesk y el Marqués de Holton eran sus dos amigos más cercanos. Tendían a contarse todo el uno al otro, la mayoría de las veces. Si le pedía a Northesk que le ayudara a descubrir la identidad de su dama misteriosa, probablemente le ayudaría. Sin embargo, algo impidió que Julian se lo pidiera. No quería involucrar a su amigo por alguna razón y no sabía muy bien por qué.

      "Eso puede ser verdad", comenzó Julian. "Pero no me apetece mucho reavivar viejas heridas en este momento". En cambio, tomó un generoso trago de brandy. A este ritmo, estaría completamente embriagado en cuestión de minutos en lugar de horas.

      "Muy bien”, dijo Northesk asintiendo. "Pero si cambias de opinión...".

      "No lo haré", le interrumpió Julian. "Algunas cosas es mejor olvidarlas". Solo necesitaba ocupar su mente en otra cosa para distraerse de los demonios de su pasado... por ejemplo, investigar todo sobre su dama misteriosa y el príncipe que la acompañaba.

      "Como quieras", respondió el conde. "Siempre haces lo que te parece. Te dejaré con tu brandy". Northesk se puso de pie. "Voy a ir a casa con mi familia. Si quieres compañía sabes dónde encontrarme". Con esas palabras se dio la vuelta y dejó solo a Julian.

      Su amigo tenía buenas intenciones, pero Julian no quería oscurecer su mente con los males del pasado. Era mejor que lo arreglara todo por su cuenta, pero primero tenía la intención de terminar la botella de brandy y tal vez pedir otra antes de salir del club.

      CAPÍTULO TRES

      Lenora estaba inquieta. No quería permanecer encerrada en la casa de su primo ni un minuto más. Luca no había respondido a su misiva y eso la ponía nerviosa. Se suponía que debía ayudarla. ¿Cómo podía seguir adelante con su plan si él no estaba allí para ayudarla a ponerlo en marcha?

      Tal vez un poco de ejercicio la ayudaría. Podría ir a dar un paseo por Rotten Row. La beneficiaría doblemente. Le daría una razón para moverse y dejar de pensar demasiado. Además de eso, aseguraría que fuera vista por el bello mundo. El Duque de Ashley se había fijado en ella. Mantendría su atención en ella y obtendría la venganza que deseaba. Continuaría en el camino que se había labrado para sí misma, la nueva y misteriosa Lady Lenora St. Martin. Hermosa, carismática y lo suficientemente sofisticada para atraer la atención de un príncipe.

      Se paró y caminó hacia el vestíbulo. Su capa colgaba de un gancho cerca de la puerta. Podía ponérsela fácilmente y seguir su camino, pero no podía ir sola. No se vería bien... Su criada podría acompañarla, ¿pero luego qué? ¿Se burlaría la gente de ella por su falta de compañía? Lenora sacudió ese pensamiento. No ayudaría a su causa. Tenía que dejar de cuestionarse a sí misma y hacer lo que quisiera. Ya no era una ingenua. Había dejado atrás a esa chica inexperta y se había convertido en algo mejor.

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