Amanda Mariel

Robándole Un Beso A Un Pícaro


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a alguien debajo de la rama del beso.”

      Daphne suspiró, su frustración creciendo dentro de ella ante lo difícil que se presentaba su situación. “Aunque me parara allí toda la noche, con mis labios fruncidos, no hay ninguna garantía que nadie me bese.” Suspiró otra vez. “Y si lo hicieran, lo más probable es que fuera algún miembro de la familia. No creo que eso cuente.”

      “Tonterías,” Natalie meneó el muérdago, sus ojos destellando. “Bradford tiene muchos amigos, que van a venir a la celebración de Navidad, Marcus ya está aquí, y el Sr. Ashe vendrá también.” Ella inclinó un poco su cabeza, con su mirada pensativa. “Además, Pippa estará aquí. Ambas te ayudaremos a encontrar un caballero que no esté comprometido.

      Un sonido de una puerta arrastrándose, y Daphne giró para mirar. Un lacayo entró, dirigiéndose directamente a Natalie. “Lady Maddox desea verla.”

      El lacayo se movió a un costado, y Pippa entró en el salón.

      “Justo estábamos hablando de ti.” Natalie se incorporó para saludarla, dándole un beso en su mejilla. “Ven, siéntate.”

      Pippa mostró una sonrisa brillante, al sentarse en el sofá al lado de Natalie. “Vine en cuanto descubrí que habías llegado. Por supuesto, Lucas y yo asistiremos al baile de tu familia, pero no quería esperar hasta ese momento para verte.” Ella miró a Daphne, su sonrisa amigable firme en su cara. “Y es maravilloso volver a verte otra vez, también, Daphne.”

      “Igualmente.” Daphne le devolvió la sonrisa. “La parte preferida de las festividades de Navidad es tener la oportunidad de volver a encontrarse con viejos amigos.”

      Pippa tomó una rama de Hawthorne. Ella enrolló una con sus bayas rojas entre sus dedos, mientras arqueaba una ceja con curiosidad. “Dijiste que estaban hablando de mí hace un momento.”

      “Es verdad. Le estaba diciendo a Daphne que la ayudaremos a robarse un beso.”

      Daphne se acurrucó de vergüenza, reclinándose en su silla, deseando que se la tragara la tierra.

      Esto era una locura total. Ella nunca podría robarse un beso.

      Pippa le brindó una mirada curiosa. “Por supuesto, que te ayudaré, ¿pero por qué te quieres robar un beso?”

      “Yo…bien…” Daphne trató de hablar, pese al nudo que tenía en su garganta. Encontrando la tarea imposible, miró a Natalie pidiendo ayuda.

      Natalie la miró con ojos traviesos. “Lulia le dijo que, si no recibía un beso antes de las celebraciones de Navidad, ella nunca se casaría.”

      “Oh.” Pippa abrió sus ojos grandes. “Entonces debemos tratar de que esto ocurra.”

      Daphne retorció el lazo de la manga de su vestido.

      “Tonterías.” Natalie alzó su barbilla desafiante. “Te enseñaremos cómo seducir.” Miró a Pippa. “¿No es cierto?”

      Pippa se inclinó hacia adelante, con excitación en su mirada cálida. “Por supuesto, y nos aseguraremos de que te encuentres en compañía de un caballero.”

      “La casa está llena de sinvergüenzas. Uno de ellos, estará feliz de besarte, ya verás.” Natalie golpeó su abanico de seda contra su pierna. “¿Hay alguno en particular que quisieras conocer?”

      “No,” Daphne susurró, negando con su cabeza. No podía imaginarse besando a alguno de los amigos de Bradford. ¿Qué bien le haría un pícaro a ella? No congeniarían en ningún aspecto.

      Seguramente, encontraba atractivo a Marcus y se imaginaba que el Sr. Ashe lo era, también, pero no quería casarse con un sinvergüenza.

      El pánico se apoderó de ella, y dijo, “Esto está mal, creo que no deberíamos. No quiero que ninguno de los hombres de aquí me tome por esposa.”

      “Lulia nunca dijo que deberías casarte con el hombre que te besara. Sólo que debías besar a alguien si querías casarte.” Natalie la miró a Daphne, con su cabeza ligeramente inclinada. “Por supuesto, no podemos forzarte, pero realmente quiero verte feliz.”

      Daphne evitó su mirada, mirando el fuego brillar con sus llamas naranjas y amarillas, danzando dentro del hogar.

      Natalie tenía razón, y aunque ella muriera de vergüenza cuando esto finalizara, realmente deseaba tener una familia propia. Le devolvió su atención a Natalie y asintió. “Muy bien, me pueden ayudar.”

      Natalie aplaudió. “No te arrepentirás, lo prometo.”

      Daphne sintió que su estómago se revolvía.

      Ya tenía remordimientos, pero era muy tarde ahora.

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