Amy Blankenship

Hastío De Sangre


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Me mandaron una maldita gatita.

      El énfasis en la herencia felina de Alicia hizo que Damon reaccionara y, antes de que pudieran pestañear, estaba de pie a unos centímetros del hombre lobo y con una de sus manos sujetaba su cuello. Para el asombro de todos, Alicia estaba parada entre los dos con una mirada de reprobación dirigida a Damon.

      —Lo prometiste —siseó Alicia—. Y, si no me equivoco, lo más difícil sería tratar de poner bajo un hechizo a un muerto.

      Soltando su cuello, Damon lo fulminó con sus ojos amatistas, que se oscurecieron.

      El hombre lobo tragó cuando su silla empezó a temblar y la mesa luchaba contra los tornillos que la sujetaban al piso. Uno de los tornillos se soltó y sonó como si fuera un disparo en el silencio sepulcral.

      —¡Damon! —gritó Alicia.

      —Solo me estoy asegurando de que haya entendido —dijo Damon y se fue a recostar contra la pared del otro lado de la mesa.

      —Si él no entendió, yo sí lo hice —susurró Tasuki aunque el intercomunicador estaba apagado.

      Alicia acercó la otra silla a la mesa y se sentó para mirar fijo al hombre lobo, que ahora estaba mascullando.

      —¿Qué diablos quieres? —preguntó el lobo, que había llegado a la conclusión de que iba a morir hablara o no hablara—. ¿Creen que trayendo a una chica bonita me harán hablar? —Se inclinó un poco hacia ella—: No hay nada que puedas hacer para que traicione a Lucca. Tengo una noticia para ti, muñeca. Hay un maldito harén que me espera.

      Alicia le dedicó una pequeña sonrisa y se acercó más.

      —Estoy segura de eso, pero antes de que te vayas, realmente quieres responder mi pregunta. Estoy buscando a una amiga mía... Desapareció y me preguntaba si la has visto.

      —He visto muchas mujeres —dijo con una mueca presumida, sin darse cuenta de que ya estaba obedeciendo—. Pero no he tenido ninguna puma bajo mi amoroso cuidado desde hace un tiempo.

      —No es una puma —dijo Alicia e inclinó su cabeza hacia un costado, sintiendo un poco de vértigo cuando la cabeza del lobo imitó su movimiento. No mostró ningún signo exterior de sorpresa cuando de pronto logró una extraña visión de una chica y se dio cuenta de que eran los pensamientos del lobo, no los suyos. Alicia decidió aprovechar algunos fragmentos de recuerdos que encontró dentro del ojo de su mente. —Mi amiga es humana, de cabello rubio rojizo, ojos verdes y en la parte baja de la espalda tiene un tatuaje de dos manos que sostienen una bola de cristal.

      El guardia hizo un gesto de desagrado.

      —Sí, tuvimos a esa ricura hace un par de semanas. Lucca se la quedó para él. Siempre se lleva las buenas.

      Alicia inclinó la cabeza para el otro lado.

      —¿Dónde está Lucca? preguntó con suavidad.

      —No sé —contestó el lobo aturdido—. Es inteligente... No le dice todo a todos, ¿sabes? Tiene a muchos de nosotros trabajando para él en diferentes áreas... Nadie sabe dónde están las otras áreas. Así, si nos atrapan, no podemos delatar a los demás.

      Alicia abrió los ojos y permitió que sus pupilas se agrandaran, para controlar más aún al hombre lobo. Sus respuestas estaban despertando su ira, pero se mantuvo en calma.

      —¿Dónde encuentran a las chicas que secuestran? —inquirió.

      —A veces en las discotecas o en la parte mala de la ciudad, donde las que viven en la calle son presa fácil... A nadie les importa si desaparecen.

      —Los barrios bajos —musitó Micah—. Tiene sentido.

      —¿Por qué? —pregunto Titus.

      —Alicia tuvo problemas en esa área hace un tiempo —respondió Micah recordando a los hombres lobo que ella había drenado en un callejón. Alejó ese recuerdo. —No es una zona agradable... Muchas drogas y prostitución. También hay mucha actividad demoníaca.

      —¿Y a mi amiga? ¿Dónde la encontraron? —preguntó Alicia. La ropa que la chica tenía en la visión del hombre parecía más a un vestido de fiesta de alguien con dinero.

      —Ella y esa mujer lobo estaban bailando en el Night Light hace un mes o más. Parker puso droga en los tragos; ellas ni se dieron cuenta de nada.

      Micah se puso de pie tan rápido que derribó la silla.

      —La tuvieron en una jaula durante un mes —estalló, furioso porque hubo chicas secuestradas en su bar—. Algo sospechaba. Por eso confronté a Anthony.

      Titus le hizo una seña con la mano a Micah y presionó el botón del intercomunicador:

      —Alicia, ¿hay alguna forma de que puedas lavarle el cerebro a este sujeto?

      —Hay muchas cosas que podría hacerle ahora —respondió sin apartar los ojos del prisionero.

      —Podríamos darle bueno uso más adelante —afirmó Titus.

      —Entonces, ¿quieres que le lave el cerebro para que sea bueno por el resto de su vida?

      Titus arqueó una ceja.

      —No es una mala idea... Convéncelo de que es parte de mi manada y que la de Lucca es la manada enemiga. Luego, si no te importa, me gustaría hacer lo mismo con los otros cuatro guardias que encontramos.

      —Podrías hacerlo leal a ti y enviarlo de vuelta con Lucca como un espía —sugirió Damon sabiendo que Titus lo oía.

      Titus dudó antes de presionar el intercomunicador otra vez.

      —¿Podremos confiar completamente en él?

      —¿Alicia? —Damon sonrió sabiendo que ella moría de ganas de hacer que este sujeto se arrancara los ojos y se tragara la lengua.

      —Sí, pan comido —Alicia sonrió con descaro.

      Titus sonrió con satisfacción cuando Alicia agregó algunas reglas propias, como que visitara bares de motociclistas gays en sus noches libres y que nunca más se sintiera atraído por una mujer de ninguna raza.

      —¡Ay! —Micah sonreía de oreja a oreja.

      —Nunca vi nada parecido a esto —susurró Tasuki.

      —Bienvenido a nuestro mundo. Esto no es nada, es algo común y corriente, comparado con alguna de las cosas que suceden por aquí. — Micah bufó.

      —Parece que terminó —dijo Titus y se apartó de la pared junto cuando se abría la puerta.

      —¿Y qué les pareció? —preguntó Alicia con una sonrisa.

      —Perfecta como siempre —alabó Micah.

      —Te llevaré al precinto para que puedas trabajar con los otros —le recordó Titus, pero miró a Damon pidiendo aprobación.

      Alicia se acercó y le dio otro abrazo a Micah.

      —Gracias por dejarme ayudar en esto. Realmente me gusta sentir que se me necesita, así que si atrapas más malos que necesitan un ajuste, llámame. —Rápidamente se soltó de sus brazos y siguió a Titus con entusiasmo.

      Micah sonrió al ver su salida, pero su expresión se desvaneció cuando notó que Damon lo miraba fijo. Con un profundo suspiro, sacudió la cabeza y giró los ojos antes de darle la espalda. Micah se apoyó cerca del espejo para mirar bien al hombre lobo y parpadeó cuando una repentina grieta apreció justo frente a su cara.

      Tasuki dio un paso atrás y se alejó del puma cuando vio que un matiz dorado aparecía en sus ojos. La visión de ojos dorados aguijoneó su memoria, y la imagen del hombre con ojos dorados al que Kyoko llamaba ángel volvió para atormentarlo. Los sonidos del corredor se apagaron y Tasuki ahuyentó la visión cuando Micah abruptamente le daba un puñetazo al espejo. El cristal se quebró y sobresaltó al hombre lobo que estaba en la sala de interrogación.