la llamo a Alicia para que traiga ropa.
—¿Quién es Alicia? —preguntó Tasuki.
—Es la hermana menor de Micah —le informó Titus—. Él está de mal humor desde que se puso en pareja con un Dios del Sol.
—¿Un Dios del Sol? —preguntó Tasuki confundido. Eso era nuevo para él, aunque no sabía por qué se sorprendía. Pensarías que a esta altura ya sería inmune.
—Basta de decirle a todo el mundo lo que comí en el desayuno —gruñó Micah y tomó su celular. Mientras marcaba, suspiró sabiendo que Titus tenía razón. Era cierto que últimamente había estado triste porque echaba de menos a su hermana y Damon estaba siendo un imbécil porque la mantenía escondida varios días seguidos. Esto le da una excusa genial para verla y averiguar si aún era feliz con el Sr. Posesivo.
—¿Vas a hacer que Alicia cruce media ciudad solo para que traiga un poco de ropa? —Titus alzó una ceja—. Un poquito desesperado, ¿no?
—¿Qué demonio es un Dios del Sol? —Tasuki de verdad quería saberlo, así podía agregarlo a la creciente lista de cosas en su Muro de lo Extraño mental.
Micah estaba a punto de presionar «enviar» cuando Titus cuestionó sus motivos. Rápido de reflejos, inmediatamente tuvo una excusa incluso mejor.
—En realidad, podemos matar dos pájaros de un tiro. —Sonrió con satisfacción—: Alicia me dijo que ese Damon le ha estado enseñando a poner a las personas bajo su control. —Señaló al hombre del otro lado del espejo—. Podríamos golpear hasta el cansancio a ese descerebrado y conseguiríamos mucho menos que Alicia con un par de preguntas simples. Además, a ella tendría que decirle la verdad y a nosotros... No tenemos modo de saber si no está diciendo mentiras para salvar su pellejo con Lucca.
—Está bien. —Tasuki suspiró aceptando el hecho de estar siendo completamente ignorado—. Seguro que terminaré averiguándolo.
Capítulo 3
Alicia estaba terminando de prepararse una taza de café cuando empezó a sonar el celular. Se apresuró a buscar su bolsa y tomó el aparto mirando quién llamaba. Se lo llevó a la oreja con una gran sonrisa.
—¡Hola, Micah! ¿Qué tal?
—¿Tienes un poco de tiempo para tu hermano mayor? —preguntó Micah dando la espaldas a los otros dos hombres para no pudieran ver la expresión de alivio en su rostro. Casi que se había esperado que Damon atendiera.
Alicia se encogió de hombros.
—Sí, supongo que sí. Damon salió con Michael y Kane. Probablemente, tarde en regresar.
—Bien, porque realmente necesito un favor —empezó a explicar Micah—. Tenemos una mujer lobo en una de las celdas. La rescatamos en una redada en el circuito de trata de esclavas. Aún no ha cambiado, pero cuando lo haga... Va a necesitar ropa. ¿Puedes venir a la estación a traerle algo?
Alicia miró su guardarropas lleno antes de asentir.
—Sí, creo que puedo encontrar algo. ¿Cuándo me quieres allí?
—Lo más pronto que puedas —respondió Micah—. No sabemos cuándo se irá el efecto del tranquilizante.
—Allí estaré —dijo Alicia—. ¿Necesitas algo más?
—Me alegra que hayas preguntado —dijo Micah dejando que Alicia oyera la sonrisa en su voz—. Necesito que pongas un lobo bajo tu control y hacer que responda algunas preguntas. ¿Crees que puedes hacerlo?
—Sí —respondió Alicia con demasiada rapidez—. Dame unos momentos para vestirme y tomar algunas cosas para la pobre chica, y voy.
Cortó la comunicación y una amplia sonrisa le cruzó el rostro mientras se vestía con prisa, Era bueno tener algo que hacer mientras Damon no estaba. Al menos, ahora se sentía útil y, con un poco de suerte, tal vez podría demostrarle a Damon que era capaz de hacer cosas por sí misma.
Se puso sus jeans favoritos y una camisa negra de Damon y tomó un morral de cuero negro y sacó dos atuendos distintos del armario. Uno en caso de que le gustaran las cosas suaves y vaporosas y otro que la haría sentir dura y en control. ¿Por qué no darle la opción entre ser llamativa o ruda? Además, Damon había llenado más de la mitad de su armario con ropas de chica ruda para que combinara con su papel de chico malo.
Habiendo empacado eso, tomó ropa interior nueva, sin estrenar, y algo para que la chica usara para dormir. Supuso que, luego de haber estado cautiva, cualquier chica apreciaría esas pequeñas cosas: ropa interior limpia, cepillo de dientes y, tal vez, algo de maquillaje.
Antes de salir, dio una última mirada a la habitación para verificar que no olvidaba nada. Divisando su colección de accesorios para el cabello, tomó un peine y un cepillo junto con un par de bandas elásticas para que la chica se recogiera el cabello si quería.
Alicia sonrió mientras se colgaba el bolso al hombro y se dirigió hacia la puerta de la habitación. Era bueno saber que iba a ver a Micah otra vez, aunque solo hubiesen pasado un par de días. Lo echaba de menos.
Que la haya llamado para pedirle ayuda era emocionante. Iba a poner a alguien bajo su control por razones legítimas, y que el blanco fuera un hombre lobo y no un simple humano era un desafío.
Los humanos eran mucho más fáciles de controlar porque no tenían real inmunidad, salvo que fuera alguien con poderes psíquicos o que tuviera un amuleto, como el collar que ella usaba. Damon le había dicho que era más difícil penetrar a los cambiaformas porque todos sus cinco sentidos eran más agudos. Desafortunadamente, no había tenido ocasión ni siquiera de probarse con humanos, ya que Damon casi no le permitía salir de la habitación.
Alicia enderezó los hombros. Esta era una gran oportunidad para tener una práctica real sin las distracciones sexuales. Apenas había salido de la habitación que compartía con Damon cuando Kane atravesó furioso la puerta de entrada murmurando entre dientes.
—¿Sucede algo? —preguntó Alicia.
Kane no pareció oírla y continuó musitando algo sobre una mujer llamada Olivia. De repente, se quedó helado y maldijo en voz alta.
—¡Maldición! —gritó—. Olivia, no… Victoria.
Michael y Damon entraron en ese mismo momento, ambos se burlaban con disimulo de los disparates de Kane.
Alicia casi gruñó ante la llegada inoportuna de Damon. Si bien estaba feliz de ver que regresó sano y salvo, esperaba tener tiempo para ir al departamento de policía y volver antes que él.
—Así que eres el hombre que recuerda el nombre de cada mujer con la que estuvo —dijo con sarcasmo Damon.
—Sí los recuerdo —rugió Kane.
—Entonces, ¿quién es Olivia? —preguntó Michael.
—Váyanse al infierno —masculló Kane antes de dirigirse a su habitación.
—Supongo que eso responde la pregunta —sentenció Michael y se encaminó hacia la escalera, pero se detuvo cuando vio a Alicia de pie cerca de la puerta de su dormitorio con la actitud de alguien que acaba de ser atrapado en medio de una travesura.
Kane cerró la puerta de la habitación que estaba detrás de él y vio a Tabatha parada allí de brazos cruzados.
—¿Y quiénes son Olivia y Victoria? —preguntó.
—Las exnovias de Damon y Michael —respondió sin dudar Kane y selló con sus labios los de ella.
En la sala principal, la mirada de Damon se vio atraída instantáneamente hacia Alicia, y casi sonrió cuando vio que estaba usando una de sus camisas. Sin embargo, la manera en que se mordía el labio inferior lo hizo sospechar, y la examinó lentamente. Sus ojos se entrecerraron peligrosamente cuando vio colgado