Cristian Taiani

El Viaje De Los Héroes


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un vaso detrás del mostrador y luego lo colocaba junto a un plato lleno de huevos cocidos al vapor y dos rebanadas de tostadas. Se acercó a la chica que comía con avidez.

      "Sí, lo sé, pero quería pedirte una tarde libre, tengo que hacer una entrega de comida para un hombre que vive fuera de la ciudad, ¡o de lo contrario tú tendrás que ir!" mintió.

      "De ninguna manera, soy un pobre viejo y con este frío ni siquiera llegaría a las puertas de la ciudad, pero ¿vas a ir sola? Allá afuera es peligroso y más peligrosos aún son los hombres que buscan la compañía de chicas hermosas".

      Rhevi lo miró y sacó su espada con una velocidad sobrehumana. "No te preocupes, puedo cuidar de mí misma", sonrió suavemente.

      Otan enroscó su labio en una mueca.

      "¡Ah, lo olvidé! Traeré agua y verduras", dijo la chica al entrar en la cocina.

      "No llegues tarde, sabes que me preocupo, aunque en mi corazón sé que puedes arreglártelas, te veré esta noche, mi pequeña", dijo el abuelo en un tono meloso. Al final del día ella seguía siendo su niña, ella había tomado el lugar de su hijo, y él la había criado sin que le faltara nada.

      Rhevi salió de la posada y esperó al mago, y después de unos minutos lo vio llegar, ya cansado.

      "Hola, Rhevi, ¿estás lista?" dijo el chico tiritando de frío.

       "Por supuesto, tengo mucha curiosidad respecto a ese hombre", respondió ella.

      Salieron del lugar y en poco tiempo llegaron a las puertas de Radigast. Saludaron a los guardias en las puertas y salieron.

      El frío cortaba sus rostros, los árboles estaban desnudos y el barro hacía más difícil la marcha, el cielo estaba bastante nublado y prometía una tormenta en breve.

      "Espero que no llueva antes de que lleguemos a la casa de Cortez", dijo Talun, quien se había cubierto con un abrigo muy pesado y tenía una capucha sobre su cara. Rhevi sólo llevaba una camisa gruesa y su corpiño, pero por el momento no tenía frío, su cuerpo parecía estar acostumbrado al clima.

      "Vamos, camina más rápido, Talun. Un poco de entrenamiento en el bosque no te vendría mal". La joven comenzó a reírse.

      "No te rías, llevo una túnica, mira, está sucia por barro, me la acabo de regalar y ya se está arruinando", respondió el joven mago.

      Después de aproximadamente una hora de marcha, vieron la roca negra que el hombre les había mencionado, miraron a su alrededor, se desviaron del camino y se perdieron entre los arbustos, hasta que divisaron una columna de humo blanco a lo lejos, y se dieron cuenta de que estaban en el camino correcto. Empapados, debido a que el clima no les había perdonado, llegaron a la casa.

      El exterior se estaba desmoronando y parecía abandonada, pero en realidad alguien estaba allí.

      Salía humo de la pequeña chimenea. Rhevi se acercó y golpeó la puerta, pero para su sorpresa notó que ya estaba abierta. Talun la miró con una expresión de sospecha y entró.

      "¿Hola?" preguntaron con voz fuerte y clara, pero no obtuvieron respuesta alguna.

      El lugar estaba lleno de libros y desordenado, la chimenea estaba encendida y había una olla en el fuego en la que hervía una sopa. Se podía percibir un olor nauseabundo en el ambiente.

      Rhevi y Talun buscaron en las otras habitaciones, pero no encontraron a nadie. Esperaron un rato, y luego la chica mitad elfa dijo: "¿Qué hacemos, nos vamos?" En ese momento, el fuego de la chimenea se extinguió de repente y un chorro de aire comprimido salió de un agujero bajo las brasas. Ambos saltaron asustados. "¿Qué hay ahí abajo?" preguntó Talun mientras se acercaba. Con un movimiento de su mano, levantó la reja sin tocarla y quedó al descubierto una escalera debajo.

      "¿Qué hacemos?" preguntó el mago, ya imaginando la respuesta.

      "¿Y lo preguntas? ¡Bajemos, no he venido hasta aquí sólo para coger frío y agua!"

      Rhevi bajó, seguida por su compañero. Al final de las escaleras había un túnel, se podía percibir un hedor a moho y no se veía nada, o al menos Talun no veía nada, porque Rhevi, con el más mínimo rayo de luz que salía de la parte superior de las escaleras, podía ver muy bien, un rasgo heredado de su madre.

      "¡Espera, no veo nada, por Eurotovar!" exclamó Talun decepcionado, y con un gesto acompañado de unas palabras incomprensibles hizo que saliera de sus manos una esfera de luz danzante. "Ahora podemos aventurarnos a quién sabe dónde, ¿eh?" dijo con un guiño burlón y engreído mientras la bola de luz los seguía.

      El túnel era estrecho, casi claustrofóbico, muy sucio y de paredes ennegrecidas.

      Rhevi, que estaba de pie frente a él, notó una puerta redonda de bronce. Mientras caminaban, se escuchó un chasquido y con una pirueta tan ágil que hizo que el mago abriera la boca, esquivó cuatro dardos que salieron disparados de las pequeñas grietas. Hizo un ademán de aprobación.

      "¿Estamos seguros de que queremos seguir?" preguntó Talun casi dándose la vuelta para volver, pero ella lo agarró por la manga, tirando de él.

      La chica ignoró sus palabras y se acercó a la puerta. Había una extraña imagen grabada en ella, un rostro mitad lobo, mitad león y misteriosas runas a su alrededor. El lobo tenía las mandíbulas abiertas de par en par, entre las que se podían ver perfectamente sus afilados dientes, mientras que el león tenía una pose orgullosa, parecía una representación del caos y la calma.

      Rhevi rozó con su mano el escudo de armas. "¿Puedes descifrar lo que dice?" preguntó.

      "Lo intentaré". Talun pareció entrar en trance, y sus ojos se volvieron de color amarillo dorado. Sus párpados se movían con rapidez, como si estuviera escaneando todo su acervo de lenguajes en busca de símbolos similares, después se detuvo de repente. "No, es un lenguaje muy, muy antiguo, lo siento".

      Rhevi trató de abrir la puerta pero estaba cerrada con llave. Sacó unas herramientas de extraño aspecto de su cinturón y comenzó a trabajar en la cerradura, después de unos minutos se escuchó un chasquido y la puerta se abrió.

      "¡Veo que tienes otros talentos ocultos además de ser acróbata!" comentó el chico, ella sonrió mientras cruzaban el umbral.

      Ninguno de los dos esperaba en absoluto la escena que se presentó ante ellos: se encontraron con un ser de piel muy clara, con brazos largos y cónicos, almohadillas espinosas que sobresalían de sus palmas, y un rostro sin boca. Por un momento, la criatura los miró fijamente.

      Con movimientos bastante rápidos la criatura se lanzó contra los chicos, pero con la misma velocidad Rhevi desenvainó su espada.

      La criatura la agarró del brazo, hundiendo sus garras en este y haciéndola gritar de dolor, la chica le dio un golpe en la barriga, obligándolo a soltarlo inmediatamente.

      Talun pronunció una frase en un idioma desconocido y de sus manos, se liberaron dardos de energía color verde oscuro que penetraron en la espalda del monstruo, luego lo golpearon en el pecho y lo derribaron.

      En sus mentes, los dos compañeros escucharon una voz sibilante.

       "Mi amo los encontrará y los matará..." No tuvo tiempo de decir nada más porque la espada de Rhevi cayó con fuerza en el cráneo de la bestia y la mató.

      Talun se levantó rápidamente y llegó a donde estaba Rhevi, temblando y herida; había entrenado, sí, pero no con dolor, era la primera vez que se enfrentaba a un monstruo en una pelea real.

      Ella estaba asustada y feliz al mismo tiempo por el resultado de la lucha.

       "Déjame ver esa herida", dijo Talun; con un rápido y extraño gesto de sus manos creó una luz púrpura que la hizo sanar completamente.

       "Gracias, eres genial", dijo Rhevi, haciéndolo sonrojar.

       Miraron a su alrededor, vieron