tu beca y por haber sido enviado a una casa de acogida horrible.
Él apoyó la cadera contra la encimera y se cruzó de brazos.
–¿La verdad?
–¿Me va a doler?
–No lo creo.
–Es ese caso, supongo que puedo afrontarlo.
–Hace seis meses, tres días, veintidós horas y nueve minutos llegué a una conclusión.
–¿Y qué conclusión es esa?
–Que incluso aunque hubiera sabido antes de hacer el amor contigo que iba a perder la beca, no creo que hubiera podido resistirme. Lo habría intentado por tu edad, pero, para ser sincero contigo, a los diecisiete años yo carecía de la madurez para tomar decisiones basada en el intelecto en vez de en los imperativos hormonales.
–¿Significa eso que me perdonas?
–No sería racional seguir guardándote rencor. Aunque ya no siento ira asociada con lo que ocurrió, sigo poseyendo un cierto nivel de resentimiento. Sin embargo, considerando que mi éxito en el campo de la robótica no se ha visto afectado negativamente por los acontecimientos, incluso el resentimiento es una respuesta poco razonable.
–Así es.
–También he decidido que no sé si nuestra relación tuvo un impacto negativo en tu vida. ¿Fue así?
–Sí.
Justice frunció el ceño.
–¿Cómo? No te quedarías embarazada, ¿verdad?
–No, nada de eso. Me dolió porque te marchaste sin decirme una sola palabra. Por supuesto, ahora comprendo el porqué. Sin embargo, en su momento me rompió el corazón –susurró–. Te eché tanto de menos…
Un extraño sentimiento se apoderó de él, un anhelo combinado con un dolor casi olvidado.
–Yo también te eché de menos –confesó–. No quería, dado que te culpaba de lo que había ocurrido, pero fuiste la primera amiga de verdad que tuve nunca.
–Justice…
Daisy se levantó de la silla y se arrojó a sus brazos. En aquel instante, Justice comprendió que había cometido un serio error de cálculo. Fuera lo que fuera lo que habían experimentado todos esos meses atrás, no se había disipado tal y como él había anticipado. Más bien, el anhelo se había hecho aún más grande. Podría no ser lógico, pero era una incuestionable verdad. Por lo tanto, tomó la única medida que le pareció razonable.
La besó.
De repente, tenía al alcance de la mano todo lo que había creído perdido.
El placer se apoderó de ella como una ola de burbujeante gozo. Le recorrió el cuerpo. No era amor, dado que no podía estar enamorada de él. Pasión. Lujuria. Atracción sexual. Todo esto lo podía aceptar, pero el amor no. Haría todo lo que estuviera en su mano para evitar que se formara un vínculo emocional con un hombre que se pasaba la vida suprimiendo los suyos. No podría enfrentarse a la desesperación y la desilusión una vez más.
La boca de Justice se deslizó por la de ella y profundizó el beso.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía Justice despertar una reacción tal en ella? Daisy separó los labios para permitir aquella deliciosa invasión. Justice era un hombre de lógica y control, pero ella sintió el momento exacto en el que el control se hizo añicos. La tocaba, la besaba y movía su cuerpo contra el de ella con un ritmo que los dos habían perfeccionado la última noche que pasaron juntos. A pesar del tiempo transcurrido, podría haber ocurrido la noche anterior, dado que los movimientos eran tan familiares como excitantes. Daisy no tuvo más remedio que rendirse al poder de los primarios sentimientos que se despertaban entre ellos cuando estaban juntos.
Justice le enmarcó el rostro entre las manos y la obligó a inclinar la cabeza para que pudiera explorarle más profundamente la boca. Daisy se perdió en el beso mientras que la dulzura de los recuerdos se deslizaba por encima de ella, evocando, por ejemplo, la última noche que estuvieron juntos, cuando él la había poseído incontables veces, siendo la última de una ternura y una dulzura casi insoportable. Ella sospechaba que había sido entonces cuando concibió a Noelle, porque la pasión les había hecho que se olvidaran de un cajón repleto de anticonceptivos. En ese momento, Justice la había marcado para siempre en el corazón, en el cuerpo y en el alma.
No… No… ¡No! ¿Cómo podía ser tan tonta?
Se apartó de él y puso la mesa de por medio. Había acudido allí con la certeza de que podría mantener a raya a Justice y había terminado en sus brazos a la primera de cambio. Maldijo en silencio y agarró su botella de agua para darle un largo trago mientras trataba de serenarse.
–Cuando dijiste que querías que Noelle y yo viviéramos aquí y que harías lo que fuera para conseguir que eso ocurriera…
–Siempre he visto que el refuerzo positivo funciona mejor.
–¿Serías capaz de chantajearme para que viviera contigo, Justice? –preguntó mientras volvía a tapar la botella–. O tal vez ese beso ha sido parte de tu refuerzo positivo.
–Ojalá funcionara. Si no, ¿qué puedo ofrecerte para convencerte de que hagas lo que yo te pido?
–¿Te das cuenta de que suenas como un ordenador cuando te pones tenso? El chantaje no te va a funcionar, Justice. Ni tampoco los besos.
–¿Y qué podría funcionar?
Daisy se acercó a la ventana y observó las contraventanas.
–¿Hay alguna manera de abrir esto?
–Ordenador, abre ventana en la cocina. Estación 1 A.
Se escuchó un suave rumor y poco a poco las contraventanas comenzaron a abrirse. Aquel lado de la casa daba a un hermoso valle que debía de ser maravilloso en la primavera. En aquellos momentos, ofrecía un aspecto duro y pétreo.
Aquella imagen le hizo darse cuenta de que no había sido del todo sincera con Justice sobre las razones que la habían llevado a localizarlo. En gran parte, había sido por su hija Noelle, pero había otra, una que le había ocultado, que le costaba admitir. Desde la noche que habían pasado juntos, ella había sido incapaz de pintar. Lo había intentado en incontables ocasiones, sin éxito. Parecía que su chispa creativa, el talento que se le había otorgado, se había evaporado como si jamás hubiera existido. Este hecho la había llevado a tomar medidas extremas, como el hecho de permitir que Jett utilizara todos los medios a su alcance para encontrar el paradero de Justice con la esperanza de enmendar algo que, evidentemente, se había estropeado tanto para Noelle como para ella misma.
Justice le había pedido que se quedara y ella quería hacerlo. Quería formar parte de su mundo y descubrir si podrían recuperar parte de la magia que habían compartido en el pasado. ¿Por qué dudaba cuando era eso precisamente lo que Justice le estaba ofreciendo?
Porque no era amor lo que le ofrecía.
Era una pena. Podía mudarse allí para ver qué pasaba o podía compartir la custodia de Noelle.
–Nada de chantajes, Justice. Además, no puedo comprometerme a vivir contigo permanentemente, pero estoy dispuesta a venir de visita como invitada tuya. Podemos probar unos meses para ver cómo funciona. Más o menos lo que tú querías con tu programa de ayudante/esposa. ¿Te parece?
–Por el momento. Sin embargo, yo no esperaría demasiado. El invierno se echa encima.
–No creo que tarde más de una semana en organizarme. ¿Hay espacio suficiente para todos?
–Esta casa tiene una docena de dormitorios. Los prepararé todos para que puedas elegir el que más te guste.
–¿Y Pretorius? ¿Cómo se sentirá él ante la idea de tener visitantes?
–Él tiene su propia parte