Elizabeth August

Una niñera enamorada


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      Editado por Harlequin Ibérica.

      Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Núñez de Balboa, 56

      28001 Madrid

      © 1999 Elizabeth August

      © 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Una niñera enamorada, n.º 1523 - agosto 2020

      Título original: Truly, Madly, Deeply

      Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

      Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

      Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

      Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos

      de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

      ® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

      ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

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      Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

      Todos los derechos están reservados.

      I.S.B.N.: 978-84-1348-858-5

      Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

      Índice

       Créditos

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Capítulo 6

       Capítulo 7

       Capítulo 8

       Capítulo 9

       Capítulo 10

       Capítulo 11

       Capítulo 12

       Capítulo 13

       Si te ha gustado este libro…

      Capítulo 1

      ES MI turno de remontarme –dijo Minerva Brodwick mientras se alejaba de la casa de su padre–. Bueno, tal vez esa no sea exactamente la palabra adecuada.

      Mientras hablaba, recordaba la conversación que había tenido el día anterior con Wanda Johnson, la dueña de la Agencia de Colocaciones Johnson.

      –El trabajo que te había encontrado en la Escuela Privada Maywood ha volado –le había dicho Wanda.

      Aquello había sido un duro golpe. Minerva había contado con él. La escuela le proporcionaba sitio donde vivir a sus profesores y ahora ella no solo no tenía ingresos, sino que tampoco un sitio donde vivir. Y sus ahorros no le iban a durar mucho.

      Wanda entonces le sonrió brillantemente.

      –De todas formas, tengo otro que creo que te puede venir muy bien. El sueldo es excelente y tendrás casa y comida.

      Algo en la sonrisa de Wanda le produjo un escalofrío.

      –¿Por qué me da la impresión de que no es tan bueno como tratas de ponérmelo?

      –Bueno, tal vez no sea una perita en dulce. Pero es algo en lo que puedes trabajar mientras te sale otra cosa. Y, probablemente, te proporcione un poco más de dinero para ahorrar.

      Minerva la miró suspicazmente.

      –¿A cuánta gente has tratado de colocarle ese trabajo?

      –A cinco más. Admito que no es algo fácil, pero te lo puedes tomar como un reto. Si sobrevives, es que puedes sobrevivir a cualquier cosa. Además, es lo único que tengo que puedas hacer.

      –¿De qué trabajo se trata?

      –Un hombre divorciado con cuatro hijos. Tú vivirías en la casa y cuidarías a los niños. El mayor tiene seis años y está en la guardería la mitad del día. Y hay tres más de dos años de edad.

      –¿El padre tiene la custodia? ¿Dónde está la madre?

      –Se le fue un poco la cabeza después de tener los trillizos y se escapó con un amigo.

      Minerva frunció el ceño.

      –Lo que tú necesitas es una niñera.

      –Tú tienes una licenciatura como maestra de elemental. Has recibido cursos de psicología infantil y has trabajado bastante con niños de guardería. Estás mejor preparada que cualquier otra. Y, si te preocupa lo de la colada, la cocina y el mantenimiento de la casa, tranquila. También hay un ama de llaves que se ocupará de todo eso. Tu única responsabilidad serán los niños.

      Lo del ama de llaves la tranquilizó. Pero aún así…

      –¿Y por qué no se quedaron los otros cinco que les mandaste?

      –A dos las despidió él el primer día por incompetentes. Y tenía razón. Me habían dicho que tenían experiencia con niños, pero no era así. Y las demás, al parecer los niños son bastante activos y las hartaron muy aprisa.

      Minerva vio que había tenido razón, Wanda no había sido completamente sincera con ella.

      –La mayoría de los niños lo son –dijo.

      Wanda suspiró.

      –El padre puede ser un poco difícil. Realmente le preocupan sus hijos, así que se pasa un poco de protector y exigente.

      –¿Solo un poco?

      –Bueno, tal vez más que eso. Pero no es imposible. La niñera original, que llevaba en la casa desde que nació el primero hasta hace poco