integrado y mezclado todas las aportaciones para conseguir una creación muy especial: la identidad malagasy (malgache).
Los bosques y las sabanas, las tierras altas y las llanuras fueron los lugares donde se constituyeron los antiguos reinos. La tierra de Madagascar está marcada por la memoria de los soberanos sakalava y mahafaly, merina y antandroy. Los relicarios reales y los entierros son mantenidos y custodiados con fervor. La tradición oral sigue transmitiendo el recuerdo de estas monarquías locales, pero la historia general de los reinos regionales de Madagascar está escrita. Aquí le contamos algunos de los hitos:
En el siglo XVII, dos dinastías de Anosy (región de Tôlanaro) crearon el reino de Masikoro, que difundió su influencia al norte de Toliara.
Los pastores bara perseguían su progresión a Ivakoava. Se sucedían las alianzas y los conflictos entre los gobiernos locales para el control de las tierras fértiles, los ríos y las vías de comunicación.
Más al norte, durante el siglo XVIII los reyes Ramanananao, Ramahasarika y luego Ratsimilaho intentaron poner fin a las divisiones de los betsimisaraka. Los reinos betsimisaraka disfrutaron de sus tiempos de gloria y se extendieron desde la bahía de Antongil hasta Mananjary.
Mientras, la importancia estratégica de la costa era, de hecho, objeto de toda codicia. En esta franja de tierra bañada por el océano Índico, Fenoarivo y Toamasina se convirtieron en puntos de paso obligados para el comercio y la trata de esclavos, y en focos de guerras entre malgaches, piratas y traficantes de esclavos.
Entre los gobernantes sakalava merece la pena mencionar la relevancia de Andriandahifotsy, quien aseguró su supremacía política apor medio de alianzas, se casó con las princesas de los cacicazgos y reinos locales; además, adquirió fuerza de ataque comprando armas de fuego y munición a los traficantes europeos.
El Estado Sakalava, que estaba muy bien estructurado, era gobernado por un consejo compuesto principalmente por los consejeros reales (ranitr'ampanjaka), los ministros reales (manan-tany), el ministro de Guerra y Asuntos Exteriores, el ministro del interior (fahatelo)... La corte reunía a príncipes, princesas y vasallos. El rey también consultaba a los ancianos (ampiasa), al adivino y al médico. Su séquito incluía un heraldo, un escriba árabe, un bardo y un bufón.
Las incursiones más lejanas de los guerreros sakalava los llevaron a la costa este, donde se enfrentaron a los betsimisaraka. Sin embargo, los reinos sakalava no solo se ocupaban de las conquistas: establecieron una administración territorial incluso para las regiones más remotas del reino.
Los reinos betsileo se fundaron a principios del siglo XVIII. Se formaron cuatro grandes reinos, a veces aliados y a veces hostiles entre sí: Arindrano, Lalangina, Isandra y Manandriana. Los primeros reyes betsileo fueron elegidos por el pueblo un viernes de luna llena, durante una ceremonia religiosa dedicada a los antepasados. Estos monarcas edificaron toda una organización social. Así, el rey Andriampianarana dio origen a una legislación. La administración territorial era confiada a nobles y oficiales, los Mahamasinandriana. Los propietarios de los campos de arroz estaban sujetos al impuesto real, que era proporcional a las cosechas. Poco a poco desarrollaron el comercio y conquistaron el progreso. Andrianonindrandranarivo, sucesor de Andriampianarana, organizó un ejército equipado con armas de fuego. Sin embargo, su lema alababa más bien al arroz: «No hay mejor pólvora para resistir a nuestros enemigos que una buena cosecha de arroz». Los dos reinos betsileo más estructurados, Isandra y Lalangina, se enfrentaron regularmente durante los siglos XVII y XVIII. Pero a finales del siglo XVIII los reinos de Manandriana, Lalangina e Isandra se convirtieron en vasallos de Imerina.
La monarquía merina: conquistas y unidad
Otro pueblo procedente del este se instaló en las Tierras altas centrales. Cultivadores de arroz, metódicos y organizados, se establecieron en Ampandrana en el siglo XV. Luego, en el siglo XVI, se trasladaron a Merimanjaka, donde reinó la reina Rangita, fundadora de la dinastía que dio origen al reino de Imerina (el nombre que recibían las Tierras altas). Su hijo, el rey Andriamanelo, organizó el comercio, expandió la agricultura mediante el acondicionamiento de pantanos y creó un ejército. Sus sucesores (su hijo Ralambo y su nieto Andrianjaka) fundaron un sistema feudal, el Imerina, al que dotaron de una organización social estructurada en cuatro órdenes: los nobles (andriana, la gran familia del gobernante), los súbditos libres (folovohitra, de los cuales un pequeño grupo, los hovas, eran descendientes de las dinastías javanesas más antiguas), los siervos (olomahery o angaralahy, mainty a partir de Andrianampoinimerina) y los súbditos privados, algunos de los cuales eran esclavos (andevo). Ralambo unificó los clanes y sentó las bases de un estado. Su hijo, Andrianjaka, llevó a sus ejércitos hasta Analamanga (el «Bosque azul»).
A principios del siglo XVII, el rey Andriamasinavalona continuó expandiendo el país hacia el oeste y el este. Como el monarca absoluto dijo: «Puedes mostrar tu amor a la gente, pero en el estado tienes que actuar sin debilidad.» Andriamasinavalona ordenó la construcción de grandes diques y llevó a cabo importantes obras de irrigación para extender el cultivo del arroz y combatir el hambre. Le cedió el reino a sus cuatro hijos, quienes se enfrentaron.
Aproximadamente al mismo tiempo (1642), los franceses crearon el puerto de Fort Dauphin (hoy Tôlanaro) en el sur de la isla; de hecho, rebautizaron el territorio y le dieron el nombre de Île Dauphine. Sin embargo, la resistencia armada obligó a unos 63 supervivientes a abandonar la Gran Isla para refugiarse en Reunión, entonces llamada Isla Borbón, el 27 de agosto de 1674.
A finales del siglo XVIII, un joven rey, Andrianampoinimerina («El señor querido en el corazón de Imerina») (1745-1810), unió todas las tierras de Imerina mediante la diplomacia, las alianzas y, como último recurso, las operaciones militares. Los reinos locales de Ambohimanga (la Colina Azul), Ambohitrabiby (la Colina de los Animales) y Ambatomanga (la Roca Azul) unieron sus fuerzas. La capital se establació en Antananarivo. Andrianampoinimerina organizó un estado sólido y perdurable: el sistema feudal instituido bajo su reinado funcionó durante más de un siglo, hasta el final de la monarquía malgache. Era un gobernante carismático, podía liderar ejércitos en el campo de batalla y sabía dirigirse directamente a la población.
El poder y la protección reales parecen infinitos. En efecto, declara: «Para que vosotros, mis súbditos, tengáis agua de arroz, les daré agua de arroz a los adultos y también a los pequeños. Porque quiero que todos lleven agua a sus casas, ya sean grandes o pequeñas.»