Paula Danel

La gerontología será feminista


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la heterosexualidad, Barcelona, Laertes.

      BROWN, J. (2014): Mujeres y ciudadanía. Debates teóricos y políticos sobre derechos (no) reproductivos y sexuales, 1990-2006, Buenos Aires, Teseo.

      BOBBIO, N. (1989): Estado, gobierno y sociedad, México, FCE.

      INDEC (2012), Encuesta Nacional de Calidad de vida de adultos mayores. Buenos Aires. Disponible en https://www.indec.gov.ar/ftp/cuadros/sociedad/encaviam.pdf (último acceso 9 de junio de 2019)

      RAMACCIOTI, K. (2019): La profesionalización del cuidado sanitario. La enfermería en la historia Argentina. En: Trabajos y Comunicaciones, 2da. Época, Nº 49, e081, enero-junio 2019.

      WAINERMAN, C. ed. (2003): Familia, trabajo y género. Un mundo de nuevas relaciones, Buenos Aires, UNICEF-Fondo de Cultura Económica.

      Mónica Navarro y Paula Danel

      GÉNESIS

      …Y mientras Adán dormía, tomó una de sus costillas… y con ella creó una mujer…

      …hoy decimos con el huesito miserable que nos tiraron, miren en lo que nos hemos transformado.

      Mirta Krevneris

      Este trabajo es una invitación a transitar un análisis que nos permita viabilizar y aperturar la cuestión de la intersección género y edad, como base para producir otras articulaciones -posibles- en torno a la opresión de género. En esta apuesta, nos alejamos de la idea de enmarcar la edad en el género y desde allí explicar las vidas de las mujeres mayores. En tal sentido, enunciamos las diferentes epistemologías que se han construido en relación a las sujetas del feminismo, y hoy se ponen en juego para pensar a las mujeres mayores en sus múltiples posiciones.

      Los alcances del pensamiento feminista, sus diferentes expresiones políticas y sus desarrollos teóricos son producto de un proceso historizante del género que nos permite situarnos para dar cuenta de lo urgente que resulta abordar género y edad.

      A ese respecto es clave recobrar el camino trazado por los movimientos feministas y observar que, cada uno en su tiempo, se ha concentrado sobre distintos objetivos y, claramente, sobre diferentes concepciones acerca de las relaciones de desigualdad que afectan a las mujeres desde tiempos inmemoriales.

      Como muestra de ello en la denominada Primer ola del Feminismo encontramos una recordada cita de Mary Wollstonecraft en Inglaterra, S.XVIII: “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” (Bedía,1994:22). Esta expresión daba cuenta de la tutela masculina sobre las mujeres, quienes tenían un poder incuestionable sobre ellas. Estos primeros desarrollos conceptuales así como los movimientos organizados buscaron la abolición de los privilegios de los hombres y alcanzar derechos básicos para las mujeres.

      La denominada segunda ola, avanzó sobre el reclamo del sufragio universal, la educación, el trabajo de las mujeres y los derechos y deberes matrimoniales equiparables a los de los varones. Se caracterizó como “el feminismo de la igualdad”.

      Aquí se encuentran los aportes de Simone de Beauvoir que promediando el siglo XX rompía con la romantización de la mujer y la etiqueta de sexo débil y afirmaba que “Una no nace mujer, se hace”. Con esta célebre frase Beauvoir invita a pensar la diferenciación sexo-género en el marco de la construcción social. Femenías (1998:11) señala que si bien “apela a una explicación voluntarista del género” ello da lugar a reflexionar sobre el proceso de autoconstrucción del género en el marco de posibilidades desplegadas culturalmente y en relación a la agencia que posibilita esa construcción. Es por ello, Beauvoir, precursora de los estudios de género, ya que no hay pensamiento feminista que no la referencie, aún para contraargumentar. Siguiendo de alguna manera este itinerario de la epistemología de género en una línea de tiempo, diremos que, el reclamo por derechos sociales en el marco de los Derechos Humanos dio lugar a la llamada tercera ola en la segunda mitad del Siglo XX y comienzos del XXI. Dentro de los amplios desarrollos que comprenden, los debates teóricos y los diferentes espacios de militancia de género, en términos generales, se han centrado en el patriarcado y las desigualdades y en las discriminaciones sexo-género.

      Podría señalarse, que el tema del derecho a decidir sobre el propio cuerpo se instala en nuestro país en una lucha que lleva varias décadas con figuras relevantes, como aquellas mujeres hoy mayores denominadas “pioneras”. Ellas construyeron espacios valiosos para llevar adelante varios temas en la agenda de género, entre ellos la discusión sobre el aborto. En tiempos que aguardan una nueva presentación al Congreso de un nuevo proyecto de ley de Interrupción Legal del Embarazo donde la lucha feminista trata de arrebatarle al Estado el poder sobre el cuerpo de las mujeres, acompañamos con énfasis la premisa que sostiene que nuestros cuerpos nos pertenecen, son nuestro primer territorio y exigimos soberanía sobre él, sin restricciones a las identidades de género, ni límites de edad.

      En referencia a las cuestiones vinculadas a las identidades de género y los derechos de identidades gays, lesbianas, travestis y trans, aún hay mucho por lograr, sin dudas, estamos en tiempos de grandes debates. No obstante, es preciso destacar a Lohana Berkins quien trabajó intensamente para recuperar la identidad travesti:

      El aporte que significa la construcción de las identidades disidentes pone en tensión el binarismo y las visibiliza como identidad política. Es un claro aporte que problematiza la intersección de identidades de forma clara y contundente:

      Con esto queremos señalar que, la edad transversaliza a todas las identidades, produce efectos diferenciales que son producto del orden de género que instaura el patriarcado y que es parte del pacto colonizador y neoliberal.

      Es decir, la vejez de las mujeres se lee en clave de género.

      Tomando en cuenta el momento actual de producción teórica y los debates desde la militancia de género, destacamos que algunas autoras, (Bidaseca, 2018) señalan que se encuentra en desarrollo la cuarta ola del feminismo, descrita como un movimiento epistémico que habilita la emergencia de un sujeto político descentrado, ya puesto de manifiesto por epistemologías queer y trans.

      Es claro que más allá del consenso existente para definir el momento actual, las diferentes voces feministas interpelan los saberes sobre los cuerpos, las identidades esencializadas, los procesos identificatorios unidireccionales, la subjetividades patologizadas, las disidencias. Podría decirse que en el desarrollo epistémico actual se instala la idea de disidencia, corriéndose, alejándose de la liberal identificación de diversidades.

      Aquí la pregunta entonces gira alrededor de ¿cómo conectar los aportes que han sido reveladores del impacto social de la edad incorporando un aspecto tan estructural como el género: ser mujer y vieja en determinados contextos?

      ¿Qué vacancias produjo el debate feminista en torno a las personas mayores? ¿El estudio de la vejez de las mujeres, en qué medida contribuye a los estudios de género?

      Ciertamente,