dinámicas también permiten estudiar la construcción (que implica deconstrucciones y reconstrucciones) de las categorizaciones sociales relevantes en la formación de las desigualdades. En consecuencia, categorizaciones que han sido, por ejemplo, una fuente de discriminación y exclusión en el nivel de la vida cotidiana en un período determinado pueden reformularse luego, como justificación de compensaciones o incluso reparaciones en el nivel de las políticas o del marco legal. Las cadenas de cuidado (Skornia en este libro) y los regímenes de desigualdades (Góngora-Mera en este libro) son ejemplos de unidades de análisis relacionales utilizadas para estudiar las desigualdades entrelazadas.
En tercer lugar, las desigualdades son plurales, implican múltiples categorizaciones jerárquicas construidas socialmente, que acompañan la evolución histórica y las luchas sociales contra la discriminación y la desvalorización. Las categorías llegan a ser socialmente definidas, reconocidas y reforzadas –y, al final, opacadas o borradas–. Las dimensiones a partir de las cuales se construyen las jerarquías y las categorizaciones no son independientes, están interrelacionadas.
En cuarto lugar, las desigualdades sociales siempre están arraigadas en las dinámicas de transformación y cambio, lo cual puede implicar tanto el cambio emancipatorio como las transformaciones necesarias, paradójicamente, para dejar intactas las estructuras de desigualdad. En el primer caso, se podrían investigar las condiciones y las formas que podría asumir la resistencia a la dominación, incluidos los movimientos sociales organizados y las formas más sutiles e individuales de rechazo del orden dominante. En resumen, la dinámica de transformación implica luchas por recursos y por significados, tomando en consideración las maneras en que opera y se refuerza la dominación simbólica y material (Brubaker, 2015).
La estructura del libro
De acuerdo con estas consideraciones, el libro está organizado en tres secciones: estructuras, categorizaciones y dinámicas de cambio. La perspectiva relacional y multiescalar propia del concepto de “desigualdades globales entrelazadas” ha orientado a todos los autores en sus investigaciones. Por lo tanto estará presente, en mayor o menor medida, en todos los capítulos del libro.
Parte I. Estructuras: la formación de las desigualdades
Las ciencias sociales establecidas suelen poner el énfasis en las desigualdades socioeconómicas reflejadas en la distribución del ingreso o en los estratos socioeconómicos definidos por los niveles de educación y las posiciones en el mercado de trabajo. Además, toman en consideración el papel de las instituciones políticas –en particular el Estado– en profundizar o mitigar el impacto de los mercados en la producción de las desigualdades. Si bien reconoce el funcionamiento de estas instituciones en la estructuración de las desigualdades, la primera sección del libro analiza otras instituciones y ámbitos –a menudo relegados– que afectan a las desigualdades: el ámbito de la ley, el papel del espacio y el territorio tanto en términos de segregación y apropiación espaciales como de la preocupación por el medio ambiente y la relación entre sociedad y naturaleza. La línea argumental compartida en los capítulos en esta sección es que la dinámica de estos ámbitos no es solo consecuencia de las estructuras socioeconómicas y sociopolíticas de las desigualdades. Por el contrario, estos ámbitos tienen un papel activo propio en la producción y reproducción de las desigualdades.
Para comprender la estructuración de las desigualdades socioeconómicas, el capítulo de Patricio Korzeniewicz se enfoca en el nivel global. La unidad de análisis global arroja una nueva luz a un viejo fenómeno, a saber, la distribución del ingreso. Al adoptar una perspectiva histórica mundial, el capítulo contribuye a superar el individualismo metodológico todavía dominante en la investigación sobre la desigualdad y, más específicamente, en los estudios sobre estratificación. Korzeniewicz muestra que las posiciones de los individuos dentro de la estructura social global están en gran medida determinadas por haber nacido en un Estado nación dado. Al contrario de la ideología liberal de la meritocracia, los esfuerzos y logros individuales tienen muy poco impacto en la movilidad social a nivel global.
Mientras Korzeniewicz aborda la desigualdad de ingresos a nivel global, los otros capítulos de esta sección estudian las diferentes arenas donde se generan las desigualdades. Así, al elegir una unidad de análisis transregional para mostrar patrones persistentes de desigualdad, Góngora-Mera describe en su capítulo el nexo múltiple (en sus palabras, “articulaciones”) entre la ley y las desigualdades raciales en América Latina. Dado que el reconocimiento constitucional de los afrodescendientes y pueblos indígenas, y los derechos legales correspondientes, solo tuvieron lugar a finales del siglo XX, se plantea la pregunta de cómo pudo permanecer oculta durante tanto tiempo la discriminación estructural contra estos grupos, expresada en las desigualdades socioeconómicas y políticas. Góngora-Mera sugiere dos pasos analíticos para abordar el problema: un cambio del enfoque legislativo nacional a uno transregional; el uso de lentes conceptuales foucaultianas para entender el papel de la ley y las normas jurídicas en la estructuración de las relaciones sociales. Estos pasos se combinan en el concepto de “régimen de desigualdad”.
A diferencia de la mayoría de los estudios de la raza con anclaje en el nivel nacional, comienza por examinar de manera crítica la categoría de “raza”, que genera desigualdad transregional. Como el concepto se ha construido para racionalizar una categorización jerárquica de los pueblos, apelar a la raza fue una manera claramente europea de naturalizar su dominación. La raza ordenó el sistema colonial que incluía a todas las regiones del mundo: Europa, América, Asia, Oceanía y África. Al tratarla como una construcción discursiva y legal, Góngora-Mera nos ofrece una genealogía de la ley que busca deconstruir los regímenes de verdad que normalizan las desigualdades sociales. Fundamentada en las abundantes investigaciones históricas de la jurisprudencia de Europa, América Latina e internacional, su genealogía está organizada en torno a cuatro regímenes de desigualdad, que van desde el período colonial hasta el giro multicultural en el derecho internacional. Este capítulo, basado en el análisis del discurso de los textos legales, ofrece un ejemplo notable de cómo la investigación de las desigualdades puede beneficiarse de un enfoque conceptual y metodológico más amplio, así como de un alcance analítico más vasto, al adoptar un análisis diacrónico y transregional.
El capítulo de Ramiro Segura se focaliza en el espacio, y más específicamente en el urbano. Entendido como una dimensión constitutiva de la vida social con su propia materialidad y temporalidad, el autor sostiene que el espacio urbano no solo expresa las desigualdades respecto de la calidad de la vivienda y del entorno; antes bien, condiciona la (re)producción de desigualdades que afectan a los diversos aspectos de la vida social, como las oportunidades de trabajo, la calidad de la educación, el acceso y los costos relacionados con la movilidad y el transporte, y el estatus simbólico de los barrios segregados. Cuando son estudiadas según el nivel de su impacto en los espacios urbanos, las políticas a favor de los pobres adoptadas durante la última década en casi todos los países latinoamericanos revelan sus impactos ambivalentes sobre las desigualdades sociales. Centradas en las transferencias monetarias en vez de en la consolidación de las estructuras de bienestar (infraestructura urbana, educación pública y salud, etc.), estas políticas contribuyeron a reducir las desigualdades de ingresos y a estimular el consumo entre los estratos bajos. Sin embargo, la falta de inversiones en la producción de bienes públicos impactó negativiamente en la calidad de vida, sobre todo la de los pobres.[2]
La investigación sobre América Latina desde una perspectiva entrelazada global también llama la atención respecto de las desigualdades medioambientales entre las regiones del mundo que surgen del capitalismo global. Las desigualdades socioambientales son materiales y simbólicas, están sostenidas en las asimetrías del conocimiento sobre la naturaleza y son disputadas en los conflictos sobre las representaciones sociales y culturales de la naturaleza. Por ejemplo, la mercantilización (commodification) y la valorización de la naturaleza, como se manifiestan en la idea del pago por servicios ambientales, colapsa frente a otros considerandos y apreciaciones de la naturaleza que rechazan la idea de expresar sus valores con la misma vara que los productos del mercado. En resumen, los impactos ambientales distribuidos de forma desigual refuerzan las desigualdades sociales existentes.
Kristina Dietz sostiene en su capítulo que el ambiente