Edmund Husserl

Introducción a la ética


Скачать книгу

de la ciencia. Debe fundar, para nosotros, reglas y [18] normas prácticas gracias a las cuales podamos realizar de modo correcto las construcciones técnicas que se llaman teorías y, en sentido objetivo, ciencias. Esto vale tanto para la lógica universal como <también> para la lógica particular que debe ser coordinada con cada ciencia particular, por ejemplo, la lógica del conocimiento científico natural, la lógica del conocimiento matemático, etcétera.

      Al mismo tiempo, es claro lo siguiente: si todas las disciplinas técnicas reales y posibles están sujetas a una disciplina técnica suprema, a saber, la ética, en la medida en que todos los fines posibles están sujetos al fin supremo, ideal, de lo absolutamente debido, en el sentido de la razón de una vida absolutamente exigida, entonces también toda ciencia y la filosofía que las abarca a todas se someten a la ética, a la reina de las disciplinas técnicas. Si el ejercicio del interés teórico, si el pensamiento y la investigación científicos tienen un derecho último que debe ser valorado, en última instancia, como una rama de la vida humana individual y social, entonces estos deben satisfacer los principios éticos, las normas del deber absoluto.

      Todo lo anterior es claro, indudable y pronto nos será muy útil. Pero ahora se hace necesario aclarar el motivo por el cual, en el sentido habitual del término y también en el filosófico, se distingue entre interés teórico y práctico, y hasta se hace de ello una contraposición, cuando el interés teórico solo es un interés práctico particular. ¿Por qué se confronta el aspirar al conocimiento con todas las otras aspiraciones y por qué debe surgir a partir de ahí una contraposición? En conexión estrecha con esta falta de claridad, se muestra, en una reflexión más detenida, la oscuridad del concepto <de> disciplina técnica en su contraste con el concepto de ciencia y, así, nos encontramos nuevamente frente a nuestra pregunta principal. El modo de distinguir de Brentano, tan evidente en un primer instante, no puede realmente satisfacernos por razones ahora manifiestas.

      Reflexionemos: ya hemos aclarado suficientemente la idea de ciencia. Una ciencia se dirige a una teoría universal en tanto bien sumo de la esfera de los bienes del conocimiento. ¿A qué se dirige la disciplina técnica? Comprendemos qué quiere y qué es la técnica misma. La unidad de un fin universal define la idea de un género sistemático de efectuaciones prácticamente racionales o conformes a la técnica (en el aspecto subjetivo, capacidades habituales de un operar dirigido teleológicamente; [19] desde un punto de vista objetivo, caminos, medios y, finalmente, configuraciones conformes a la técnica). De esta manera, el procedimiento técnico físico o químico es una técnica, así como la técnica médica, la técnica educativa; asimismo lo es, por poco que guste esta expresión, también la ciencia, aun cuando todavía no entendamos por qué, sin embargo, se la contrapone a todas las otras técnicas y no se la caracteriza como una técnica. Como quiera que sea, comprendemos qué es una técnica; pero, entonces, ¿qué clase de metas tiene, frente a cada técnica, la disciplina técnica correspondiente? Esta, en tanto disciplina, ¿no es un sistema unitario de aserciones que quieren ser fundadas, y con esto, sin embargo, no es una ciencia? ¿No se llama así a la jurisprudencia, a la matemática aplicada, a la teología, a la medicina, a la lógica?

      Las aserciones son normativa y teleológicamente prácticas, conciernen a la atribución de los medios a los fines. Así, en la disciplina técnica del conocimiento o lógica, se trata de reglas para el conocimiento científicamente intelectivo; en la matemática aplicada, de reglas para la aplicación de teorías matemáticas a los datos concretos, por ejemplo, a los de la naturaleza; en la terapia médica, se trata de reglas para curar conforme a la técnica con la aplicación de teorías científico-naturales y psicológicas, etc. Puesto que estas reglas están fundadas científicamente en las disciplinas técnico-científicas, parece, pues, en efecto, que tales disciplinas técnicas son también en verdad ciencias. Sin embargo, ¿cómo se entiende que se suelan contraponer a las ciencias o que se intente separar las ciencias teóricas de las ciencias prácticas? Como mostraremos ahora, la falta de claridad que existe aquí tiene su fuente en un doble sentido que reside en el concepto de disciplina técnica, cuya exposición se manifestará como altamente importante para, por un lado, probar el derecho de la lógica pura como el de una ética pura en cuanto ciencias puras de la razón y de sus conformaciones internas; y por otro lado, para separarlas de las auténticas disciplinas técnicas del conocimiento científico y del actuar ético. Esto tiene, sin embargo, importantes consecuencias para una correcta configuración de la filosofía.

      [20] § 4. Disciplinas técnicas como ciencias teóricas y prácticas. Exposición del doble sentido del concepto de disciplina técnica

      Reflexionemos, en primer lugar, sobre aquello que está incluido en el concepto de disciplina técnica, por ejemplo, de la tecnología química o de la estrategia o de la arquitectura; reflexionemos sobre en qué medida este concepto debe, realmente, ser entendido como concepto contrario al de ciencia en tanto unidad de la teoría, como fue, de hecho, entendido por Brentano. El constructor tiene como fin conductor la construcción y, en cuanto hombre práctico, subordina a este fin los medios más apropiados, realizando o haciendo uso también de varios conocimientos teóricos, sin tener, en lo más mínimo, una actitud teórica o estar teóricamente interesado. Su fin no es la persecución de conexiones teóricas infinitas, a las que conducen, según su contenido de sentido, algunas de las verdades a las que se consultó con provecho. Así como el constructor <es un hombre práctico>, también lo es quien enseña la arquitectura. En tanto tal, este último también es un práctico y no un científico. Este, sin embargo, tiene un fin diferente con respecto al constructor, a quien le enseña. Su objetivo no es llevar a cabo construcciones, sino dar consejos, prescripciones, reglas prácticas racionales y científicamente fundadas, que puedan ser de ayuda a todos los constructores. Nuevamente, su fin determina la elección y la disposición de los recursos, eventualmente también teóricos, a los que hay que recurrir. Escogerá y presentará de modo diverso, según tenga en vista al constructor promedio o al arquitecto artístico, según escriba para un constructor alemán o, por ejemplo, americano.

      Por lo que se refiere al aspecto científico, pudiera ser que haga de él un uso mayor o menor; pudiera ser que, ocasionalmente, se tope incluso con un nuevo problema teórico y deba resolverlo por sí mismo. Pero no por eso su disciplina técnica constituye una ciencia ni él mismo es un científico, pues no obra al servicio del conocimiento teórico, su actitud no es la actitud teórica que tiene su fin en la infinidad teóricamente organizada de verdades del ámbito en cuestión al que se refiere su problema. No todas las verdades traídas a colación se alinean en un nexo teórico, sino en el nexo de su praxis [21] y del fin que la organiza. Examinadas de modo más preciso, todas estas proposiciones teóricas, en relación con su disciplina técnica, no son, en absoluto, proposiciones puramente teóricas. Más bien, han adquirido, por así decir, un nuevo sello, a saber, el de una función práctica. Lo que ofrece la disciplina técnica, en verdad, son siempre y por doquier consejos, indicaciones prácticas, prescripciones para un hacer; y todas sus proposiciones tienen este carácter. En cuanto disciplina técnica, no conoce proposiciones de otro tipo. Incluso las proposiciones teóricas incluidas en ella como bases y componentes de prescripciones están ellas mismas afectadas por el carácter de prescripciones, de instrucciones prácticas. Así como las órdenes o los desiderata [Wunschsätze] no son proposiciones teóricas (juicios), tampoco lo son los consejos o las prescripciones.

      Vemos, entonces, que una disciplina técnica, en tanto sistema de reglas que tiene la disposición práctica de favorecer a un hombre práctico en una cierta dirección finalista, es, de hecho, algo completamente diferente de una ciencia. Esta, considerada con precisión, no es en general un sistema de verdades enlazadas en un todo de la verdad ni es, por parte del sujeto, un sistema de conocimientos enlazados en una unidad del conocimiento. Una disciplina técnica es, más bien, un sistema de proposiciones prácticas enlazadas en una unidad como la que, precisamente, tienen tales proposiciones; y esta es, a su vez, la unidad de algo práctico (solo de una proposición muy articulada). Las múltiples indicaciones configuran una indicación con relación a un fin y, por parte del sujeto, impera la unidad de una voluntad racional orientada a promover la praxis. Si queremos hablar, también en una disciplina técnica, de «verdades»,