obstante, si ahora se caracteriza a las disciplinas técnicas como disciplinas científicas, si, en efecto, se trata bajo este título también de disciplinas efectivamente científicas, esto tiene, entonces, su motivo profundo en una situación a priori que, por no haber sido aclarada, produjo confusión. A saber, toda proposición teórica puede a priori ser transformada en una proposición práctica, puede asumir una función práctica para la promoción de un fin cualquiera; deviene, en consecuencia, en reservorio de prescripciones. Pero también a la inversa, [22] y aquí esto es lo importante para nosotros, toda proposición práctica puede ser transformada en una proposición teórica.
A saber: quien tiene una actitud práctica, por consiguiente, quien está dirigido como quien aspira, quien quiere, a un fin extrateórico, también puede adoptar una actitud teórica de modo que convierta en tema teórico la praxis como tal y todo lo que le pertenece, por ejemplo, el valor del fin, las relaciones entre fines y medios, la verdad práctica de las prescripciones y su fundamentación, y similares; y, del mismo modo, naturalmente, también el actuar que pone fines en cuanto conciencia y su mismo ejercicio racional. Un estratega que proyecta una estrategia, una disciplina técnica de la guerra, escribe en tanto hombre práctico para la práctica. Como soldado, está interesado en la guerra prácticamente. Pero si ahora un Stegemann9, que no es un soldado y quizás es pacifista, cautivado por un interés puro en los problemas estratégicos, se aventura en las exposiciones de la estrategia, entonces cae en un tipo de «disciplina técnica» completamente diferente; se trata de una ciencia teórica que, con un interés puramente teórico, explora un ámbito de una posible praxis. Naturalmente, también puede suceder que el militar, en cuanto maestro de la disciplina técnica de la estrategia, sea atrapado parcialmente por un interés teórico, que no piense más en consejos prácticos, sino que persiga la unidad teórica propia de las verdades referidas a la temática práctica; y así para todas las disciplinas técnicas. Las tecnologías, originalmente entendidas como disciplinas técnico-prácticas, devienen en disciplinas científicas y solo entonces es, efectivamente, adecuada la denominación de tecnología. Así, por ejemplo, la jurisprudencia práctica deviene en ciencia del derecho y la teología práctica deviene en ciencia teológica. Sin duda, ahí donde el interés práctico es aquello que mueve en general a los seres humanos, un desarrollo libre y puro de la ciencia es inhibido merced a la recaída del interés teórico en el práctico. Entonces, no se persigue ilimitadamente la infinidad de las verdades teóricas más allá de la esfera de aquello que es actualmente utilizable en la praxis; una tendencia restrictiva [23] surgirá del pensamiento: «Pero esto no tiene ninguna relevancia práctica». Aquí, de hecho, teoría y praxis, ciencia y disciplina técnica no solo son tendencias contrapuestas, sino enemigas. Si se quiere también ulteriormente poner de manifiesto que la libre ciencia de la praxis, tratada como un fin autónomo, rinde efectivamente al máximo, el hombre práctico que subyace a la fascinación de su fin determinado y limitado no podrá permanecer por más tiempo en una actitud teórica.
En todo caso, se ha aclarado la posibilidad y el especial derecho de las disciplinas técnicas en un sentido nuevo, el de disciplinas verdadera y puramente científicas, frente a las disciplinas técnicas como sistemas de prescripciones prácticas. Como otras ciencias, también estas son dominios de un interés cognoscitivo puro que, en una libertad ilimitada, se dedica a las verdades teóricas de su ámbito específico. Su ámbito teórico, entonces, son verdades sobre los ordenamientos de fines y de medios, sobre la adecuación y legitimidad que les corresponden, correlativamente, sobre los actos correspondientes del sujeto y su racionalidad o irracionalidad, inteligibilidad o ininteligibilidad, etcétera.
No debemos dejarnos confundir por el hecho de que una disciplina técnica, también una tecnología como ciencia, conecte verdades pertenecientes a diferentes ámbitos teóricos, y extraer de ahí la conclusión, tal como ha ocurrido, de que una tecnología no tiene una unidad teórica en sí, pues, en general, la idea de ciencia no excluye que las verdades que le pertenecen tengan, en parte y al mismo tiempo, su lugar natural en otras ciencias. Donde los objetos de una ciencia son unidades de componentes esencialmente heterogéneos —como, por ejemplo, el ser humano en cuanto ser psicofísico es una unidad real de la corporeidad física y de una realidad psíquica—, entonces la conexión de las verdades de la ciencia —en este caso la antropología— reposa en el concepto universal genérico de tales unidades o totalidades. Según su sentido, las verdades, como verdades sobre el ser humano, están conectadas, aunque están fundadas, por una parte, en verdades sobre la esfera física, que se encuadra en la conexión cerrada de la ciencia de la naturaleza física, y, por otra parte, en verdades sobre la esfera psíquica. Evidentemente, todas son también verdades específicamente teleológicas, [24] fundadas en referencia a un fin y a un medio, en cuanto esencialmente se copertenecen en virtud del género unitario del fin último; por ejemplo, las verdades sobre los principios finales que surgen en la tecnología fisicalista están fundadas, como ya lo indica la palabra, en la física que, por su parte, no tiene que tratar con fines y medios en tanto tales. Del mismo modo, la lógica como disciplina técnica y, reconsiderada científicamente, en cuanto tecnología del conocer científico, señala, naturalmente, al conocer científico y a todo lo que le corresponde de modo esencial, y, con ello, a las ciencias teóricas del conocer, a las empíricas y a las a priori que, por su parte, no son ciencias tecnológicas.
En consecuencia, en la esencia de todas las tecnologías en las que, precisamente, el fin es la categoría que unifica interiormente el trabajo teórico, reside que estas ciencias, en correspondencia con la fundación esencial de su tema, deben reconducir a las ciencias que las fundan y que, finalmente, no son ya ellas mismas tecnológicas. Así, también la ética, que, como vimos, se antepone en cierto modo a todas las tecnologías (en la medida en que, en nuestro actuar, aprecia todas las posiciones de fines desde el punto de vista de lo absolutamente debido), se muestra como fundada. Por ejemplo, puesto que su tema nos conduce al aspirar, al querer, al actuar de las personas y de las comunidades de personas, somos conducidos a ciencias empíricas y a priori de la subjetividad, a la psicología, a la sociología, etc.; además, porque el actuar y, ya antes, toda clase de querer están fundados en un valorar, una ética universal debe, de modo manifiesto, fundarse en una teoría de los valores10.
§ 5. La necesidad de una separación de la investigación orientada de modo puramente teórico de la orientada de modo práctico. La idea de una lógica y de una ética puras
Pero aquí no necesitamos detenernos más. Sea como sea, ahora es perfectamente claro el universal doble sentido de la idea de disciplina práctica, y se entiende también por qué las [25] disciplinas prácticas, históricamente desarrolladas, son en verdad configuraciones híbridas, y que, por eso, fueron impedidas de desplegarse libremente en todas las direcciones como teorías puras. Pues el doble sentido es el resultado de que unas veces puede ser determinante la actitud práctica, la cual quiere dar prescripciones para todos los que quieren por su parte realizar un determinado tipo de fines. La disciplina técnica es en su totalidad, entonces, una configuración sistemática, precisamente, de prescripciones y configuraciones propias de un hombre práctico. Otras veces, puede ser determinante la actitud puramente teórica, interesada solamente en la esfera de acción referida a un fin. Puesto que también la teoría de una praxis es, a su vez, útil para el hombre práctico, se comprende que este pase tan fácilmente de su actitud originariamente práctica a la teórica y que surjan tecnologías propiamente teóricas a partir de disciplinas técnicas originariamente prácticas, en la intención, sin embargo, de ser útiles para estas. Sin embargo, precisamente esta intención introduce en la disciplina práctica un momento extrateórico que le impide desarrollarse plenamente como ciencias puras, seguir incondicionalmente el interés teórico y desarrollar, en todas las direcciones y según todas las fundamentaciones, teorías que requerirían las esferas relativas a una praxis posible precisamente como tema de una ciencia. Esto se puede observar siempre.
Por ejemplo, la jurisprudencia es originariamente la disciplina técnico-práctica de la interpretación jurídica, de la aplicación del derecho, de su lenguaje y de su constitución legislativa [Rechtsauslegung]. De ella proviene la jurisprudencia