su fe quiere saber tanto como pueda de la Palabra de Dios, y a menudo las grandes verdades de las Escrituras están vinculadas a palabras bastante difíciles. Estas palabras no están ahí para hacernos tropezar, sino para ayudarnos, y con frecuencia contienen mucha verdad. Si un amigo se nos acerca con la intención de ayudarnos a desmenuzar esa verdad, está demostrando ser un verdadero amigo.
Las Escrituras mismas nos enseñan que necesitamos la ayuda de otros para llegar a entender. ¿Quiénes eran los hombres del Nuevo Testamento que conocemos como “apóstoles”, “profetas”, “evangelistas” y “maestros”? Eran personas que jugaron un papel muy importante en la obra de la iglesia en el Nuevo Testamento, y todos eran maestros de una manera u otra.
Hoy en día seguimos necesitando maestros, y Dios nos ha dado, por ejemplo, a nuestros pastores. Por un lado, no debemos caer bajo el encanto de un simple hombre y tomar todo lo que diga como si fuera el evangelio mismo, sin pensar y sin orar al respecto. Eso sería un desastre. Pero por otro lado, no debemos despreciar a quienes intentan enseñarnos la Palabra de Dios, aunque parezca que quieren darnos una lección de teología. Compare lo que lea y oiga con la Biblia; ore y use su juicio.
Luego, espero que se una a mí en esto que, sin duda alguna, es uno de los estudios más importantes que un cristiano pueda hacer.
He diseñado los capítulos de este libro para ser leídos de dos posibles maneras. Puede leerlos ignorando los apéndices, o puede detenerse a leer cada apéndice tal y como aparece aquí. Aquellos que me sigan en el primer plan encontrarán, espero, un resumen sencillo de la verdad concerniente a la expiación de Cristo. Los que escojan el segundo plan podrán profundizar en algunos de los puntos controvertidos que surgirán en el camino. Sea cual sea su elección, ¡que el Señor lo bendiga!
1¿QUÉ CLASE DE ACTO FUE LA MUERTE DE CRISTO?
No es difícil encontrar una respuesta para la pregunta “¿Qué clase de acto fue la muerte de Cristo?” Fue un acto que aspiraba a traer a los hombres a Dios. Creo que todo cristiano estaría de acuerdo en eso. Puede que usted y yo no entendamos la muerte de Cristo de la misma manera, pero una cosa es evidente: Cristo murió para llevar a hombres, mujeres y niños a Dios.
Sin embargo, esto suscita otra pregunta: “¿Qué cosas impiden que una persona se acerque a Dios?” Si no existiera nada que me impidiera acercarme a Dios, Jesús no tendría por qué haber muerto por mí. Eso es evidente también, ¿no? Entre Dios y yo existían barreras, y de alguna manera el Señor Jesús murió para eliminarlas.
Una de esas barreras era, sin duda, mi falta de disposición para acercarme a Dios, pero no estoy pensando en eso solamente. Si esa fuera la única barrera que existiera entre Dios y yo, la muerte de Cristo no habría sido necesaria. Sólo tendríamos que cambiar de manera de pensar y volvernos hacia Dios. Con eso se resolvería el problema.
Sin embargo, la Biblia nos enseña que la barrera entre Dios y yo era más grande que un mero cambio de mentalidad por mi parte. Es verdad que yo no podría ser cristiano si mi mente no hubiera cambiado con respecto a muchas cosas, pero el objetivo de la muerte de Cristo iba más allá que producir un cambio en mi mente. La mayoría de los cristianos están de acuerdo en que la muerte de Cristo trata de algo más que mi actitud hacia Dios.
Entonces, ¿cuáles son esas barreras que hacen que el hombre esté separado de Dios?
Comencemos con algunas fuerzas que mantienen al hombre en esclavitud. Las Escrituras nos dicen que todos los hombres están sujetos por poderes de los que no pueden escapar. ¿Cuáles son estos poderes? Permítame enumerarlos:
1. El hombre es esclavo del pecado.
2. El hombre es esclavo de Satanás.
3. El hombre está sujeto al castigo del sistema de justicia de Dios.
Aunque las tres están relacionadas, se trata de tres cosas distintas, y puede que Dios necesite ocuparse de ellas de maneras diferentes. Si el objetivo de la muerte de Cristo es llevar al pecador a Dios, no debe sorprendernos que tenga que ver con estas fuerzas que mantienen al hombre bajo su dominio.
Podemos describir los problemas que existen entre nosotros y Dios de otras maneras. Por ejemplo, la Biblia nos llama enemigos de Dios, y para que podamos llegar a ser sus amigos también necesitamos la intervención de Cristo a través de su muerte.
Finalmente, existe una barrera dentro del propio Dios que debe ser apartada del camino del hombre para que éste pueda llegar hasta él: su ira. Dios está enojado con los pecadores a causa del pecado, y esa ira, que es real, impide que todos nosotros –hombres, mujeres y niños– nos acerquemos a él a no ser que él mismo se encargue de eliminarla. ¿Pero cómo pudo Dios hacer desparecer su propia ira? La respuesta la encontramos, una vez más, en la muerte de Cristo en la cruz.
Otra posible respuesta a la pregunta ¿Qué clase de acto fue la muerte de Cristo? es que fue el acto que le dio significado a todos sus otros actos. Siendo, como fue, la solución a tantos problemas, está claro que se trató del punto clave de su vida terrenal. ¿Jesús no vino a buscar y a salvar lo que se había perdido? Sí, así fue. Ése era su objetivo principal al venir a este mundo, y su muerte fue el principal instrumento que empleó para lograrlo. Podemos decir, entonces, que vino con el propósito de morir.
Muchas personas no lo han entendido así. Algunos ven a Cristo como mártir por una buena causa, víctima de una serie de acontecimientos que estaban en su contra. Sin embargo, en las Escrituras no existe ninguna base que justifique este punto de vista, que incluso podríamos considerar ateo ya que deja a Dios totalmente fuera de la historia.
Para otros, la muerte de Cristo es el digno colofón de su vida en la tierra, pero no la clave de todo lo demás. Para ellos lo que nos salva es la encarnación. Lo más importante es que Dios y el hombre se unieron para siempre en la persona de Cristo, quien era Dios y hombre a la vez. Dios y el hombre estaban juntos en Cristo, y eso nos lleva a Dios. Esta idea está bien lejos del ateísmo; es ciertamente una postura cristiana, pero se queda muy corta.
¿Dónde pone el énfasis la Biblia? Es verdad que Jesucristo es Dios y hombre, y que no podríamos ser salvos si no fuese así, pero el punto clave es éste: Jesucristo murió y resucitó por los pecadores. Sin eso, nada de lo demás importa. Ahí es donde pone el énfasis el Nuevo Testamento.
Entonces, ¿qué clase de acto fue la muerte de Cristo? Fue el acto clave de su vida, en el que debemos centrarnos para ver que se han quitado las barreras entre nosotros y Dios. Es el acto que nos revelan algunas de aquellas difíciles palabras que mencioné al principio del libro.
Y ahora es el momento de volver a dichas palabras.
2LA REDENCIÓN: SU HISTORIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO (PARTE UNO)
El significado del término redención no es difícil de entender. ¿Qué queremos decir con él? Algo como rescate. Redimir algo es dejarlo libre. Podríamos usar como sinónimos “soltar” o “rescatar”.
Quiero empezar con la palabra redención porque la Biblia es un libro sobre redención. En ella se nos dice que las naciones, los individuos e incluso las cosas son redimidos. Esta idea aparece por todas partes en la Palabra de Dios.
En la Biblia, la redención a menudo (algunos dirían siempre) conlleva el pago de un precio.1 Si un hombre tiene esclavos, no los deja ir sin antes haber recibido algún tipo de pago por ellos. Si no hay dinero de por medio, no los libera. Un hombre que le ha comprado un pedazo de tierra a su vecino no se la devuelve sin antes obtener algo de valor a cambio. En las sociedades antiguas se daban casos así todos los días, y eran comunes en Israel también.
Comencemos por los esclavos.
Un israelita podía venderse como esclavo a un extranjero que viviera en Israel, pero ¿por qué haría una cosa así? Quizás para pagar sus deudas. ¿Sería ese su final? No. La ley de Dios velaba por que no se quedara esclavo, olvidado, para siempre. En cualquier momento un pariente de sangre podía redimirlo y su amo estaba obligado a liberarlo.
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