Sebastiano De Filippi

Notas sinfónicas


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      La comprensión de un hecho artístico es básicamente un tema de sensibilidad y de apertura emotiva, pero deben también tenerse en cuenta otros factores, como el cultural y el intelectual.

      Un auditorio habituado a un determinado tipo de música está culturalmente más preparado para dejarse impregnar por las emociones que sus sentidos percibirán durante el concierto. Se produce así un hecho emocional y cultural a la vez.

      Otro elemento es el más específicamente intelectual. El espectador que tiene información acerca de lo que está escuchando –en algún caso, cuál fue la intención del compositor al escribir su obra o el contexto histórico en el que ella fue compuesta– verá cómo el intelecto ilumina sus emociones.

      Como concertino de una orquesta, considero que manejar información sobre lo que se está tocando es fundamental antes que nada para el ejecutante, un factor imprescindible en pos de poder comunicarse a través de la música.

      El otro aspecto de esta ecuación está a cargo del director de la orquesta, que a través de sus gestos consigue que una masa enorme de músicos exprese contemporáneamente una sola idea: el director de orquesta es quien debe tener el mayor conocimiento de lo que nos proponemos transmitir.

      En esta comunicación que instauramos con nuestra audiencia la tarea de quien escribe comentarios sobre lo que será escuchado tiene un peso significativo, máxime cuando el autor de dichos textos es él mismo un director orquestal, como en el caso de Sebastiano De Filippi. El musicógrafo se transforma así, de alguna manera, en un intérprete adicional, al tener el discernimiento intelectual suficiente como para desentrañar el producto sonoro.

      Para cerrar el elenco de protagonistas del fenómeno de la transmisión musical se encuentra el público, principal destinatario de todo el trabajo físico, psíquico y emocional que un artista –en este caso, una orquesta sinfónica– intenta plasmar sobre el escenario.

      Leyendo este libro, con gran placer pude rememorar tantos conciertos de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional en los que el querido maestro De Filippi colaboró con sus acertados comentarios.

      Prólogo

       Ciro Ciliberto

       Programador general y artístico

      Orquesta Sinfónica Nacional

      No debería escapar a nadie que la finalidad de un organismo artístico estatal no tiene que ver solo con la realización de conciertos: ofrecer música académica de la mejor calidad no agota la misión de una orquesta oficial, que debe cumplir un rol de extensión, educativo y cultural, destinado a todos los ciudadanos.

      Esa misión formativa abarca múltiples aspectos del accionar de un conjunto como la Orquesta Sinfónica Nacional. Se delinea en la programación del repertorio –que debe ofrecer un panorama lo más amplio y diverso posible de la música orquestal nacional e internacional– y se plasma en la convocatoria de intérpretes del más alto nivel, tanto argentinos como extranjeros.

      Además, se enriquece con la posibilidad de tocar conciertos para diversos tipos de auditorios, en distintos lugares del país. Finalmente, se completa con un acompañamiento musicográfico idóneo, que coadyuve a facilitar el abordaje del repertorio al público masivo por medio de comentarios publicados en los programas de mano.

      La ponderación simultánea de esos cuatros aspectos, con el objetivo de mantener y potenciar la actividad de la Sinfónica Nacional, determinó a fines de 2012 un proceso tendiente a reforzar el esquema de comentarios en los programas, incluyendo no solo textos de musicógrafos y críticos, sino también aportes de musicólogos e inclusive de intérpretes musicales.

      Se buscaba con ello que la temporada oficial de la Orquesta, sin prescindir de comentarios más tradicionales surgidos de la consulta bibliográfica, pudiera contar para programas estratégicamente elegidos con textos analíticos de autores cuya principal referencia fuera el estudio de la propia partitura.

      No abundan los casos de músicos de sólida formación profesional que sean al mismo tiempo ensayistas, pero ese es precisamente el caso de Sebastiano De Filippi, de quien por entonces circulaban trabajos publicados por la Revista Teatro Colón. La pertinencia de esos materiales llevó a proponerle su incorporación al equipo de autores que se estaba conformando.

      Fue así como, dentro de las limitaciones de registro y espacio en el soporte físico de este género literario, surgieron una serie de notas en las que fue factible arrojar una mirada renovada sobre grandes obras del repertorio sinfónico.

      El resultado de esta colaboración fue particularmente satisfactorio para todas las partes involucradas. Además, dio un ulterior empuje a la actividad del autor como investigador en el ámbito de la musicología, lo que derivó –entre otras cosas– en el libro sobre Héctor Panizza que escribió con Daniel Varacalli Costas, publicado inicialmente en la Argentina y ya traducido tanto en Italia como en Estados Unidos.

      La posibilidad de precipitar algunas palabras dentro de este espacio liminar permite apreciar significativamente que estos textos sean reunidos en un volumen como el presente, que se vuelve así un testimonio adicional de la actividad desarrollada en los últimos años por la Orquesta Sinfónica Nacional de nuestro país.

      Introducción

      No es este el primer libro que se dedica a comentar obras emblemáticas del repertorio sinfónico y no será el último.

      Muy por el contrario: las “guías orquestales” abundan en todos los mercados editoriales del mundo, existen en la mayoría de los idiomas de Occidente y el lector hispanohablante podrá encontrar sin mucha dificultad algunas, incluso más amplias y completas que la presente.

      Hay, sin embargo, ciertas características particulares que hacen que este trabajo –que por otra parte no tiene pretensión enciclopédica alguna– se diferencie bastante de los que ya existen dentro del género.

      Por empezar, lo que ahora se reúne en forma de libro es una serie de textos que no se concibieron para integrar una obra unificada, sino como comentarios para los programas de mano que la Orquesta Sinfónica Nacional argentina publicó para sus temporadas oficiales 2013, 2014 y 2015. Ese trienio fue un período de notoria efervescencia, tanto artística como institucional, para el primer organismo sinfónico de la República.

      En lo musical, durante esos años se ofrecieron al público hitos de repertorio muy importantes, como el ciclo integral de las sinfonías de Beethoven, grandes obras sinfónico-corales de Bach, Verdi y Stravinsky, y la primera serie de conciertos didácticos de la Orquesta en muchos años.

      Adicionalmente, tras una larga gestión al frente de la Sinfónica Nacional el maestro Pedro Ignacio Calderón pasó de la dirección titular al cargo de director emérito del organismo. Además, la Sinfónica comenzó una transición logística que involucraba a su sede principal de conciertos, que pasó así del Auditorio de Belgrano al flamante Centro Cultural Kirchner.

      En lo referente a este autor, también se trató de una época particularmente intensa, pues entre otras cosas marcó mi propio debut al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional. Con ella dirigí varios programas que abarcaron obras de compositores italianos, alemanes, rusos y latinoamericanos, empezando precisamente por el ciclo didáctico mencionado, que involucró una serie de funciones de Pedro y el lobo de Prokofiev, con Luis Pescetti en calidad de narrador.

      Mi vinculación como autor de comentarios para la Sinfónica surgió a fines de 2012. El coordinador general y programador artístico del organismo decidió abrir el abanico de autores para los programas de mano, comisionando textos analíticos de autores cuya principal referencia fuera el estudio directo de la partitura; y, en casos como el mío, incluso una experiencia con ella como director orquestal.

      Así surgió una larga serie de comentarios sobre algunos de los programas más interesantes de la Orquesta. Cuando el programa a comentar era monográfico –como el caso de la Misa de Réquiem de Verdi o Edipo rey de Stravinsky– fue posible incluso acercar al oyente-lector algunos aportes de la musicología