porque su mente había alucinado creyendo verlo junto a la ambulancia que la había trasladado desde el accidente. Se llevó una mano hasta el lugar de la herida. Se la habían vendado tras darle unos cuantos puntos. El dolor había menguado, pero tenía un zumbido incesante y molesto que no la dejaba pensar con claridad. ¿Qué iba a hacer ahora? Su coche de alquiler se había quedado en aquella carretera. No sabía los daños que tenía. Sus cosas también estaban en el accidente…
En ese momento oyó tras la cortina la voz de un hombre que reconoció como la misma que la había rescatado en el accidente. Inmediatamente intentó enderezarse en la camilla, pero no lo consiguió. Seguía doliéndole todo el cuerpo.
—Jefe, puede aguardar en la sala de espera —le decía una enfermera.
—No se preocupe, enfermera, soy el acompañante de la señorita Walters. Prefiero permanecer con ella en el box —contestó él, sin dar lugar a replica.
Lo oyó dar los últimos pasos y abrir la cortinilla que la ocultaba del pasillo de Urgencias.
El corazón de Gina se detuvo.
—Hola, Gina —la saludó la visión de Justice, que volvió a aparecer ante ella robándole el aire de los pulmones.
La enfermera, torciendo el gesto, pero segura de que no podía hacer nada para que el jefe de policía del pueblo abandonase el box, se marchó, cerrando la cortina tras ella.
Gina no contestó. Debía de estar alucinando. No podía ser Justice, su Justice… Su corazón volvió a latir descontrolado en el pecho.
—Justice… Eres tú… De veras eres tú…
Él sonrió, regalándole aquella mirada entornada, gris y pícara, aunque cargada de preocupación. Y no tuvo ninguna duda. Ninguna otra sonrisa era capaz de calentarle el alma como la suya. Pero aquel hombre que tenía frente a ella era tan diferente del chico que dejó atrás en aquella carretera… Justice siempre había sido un niño muy guapo, especialmente irresistible cuando se le conocía, pero nunca había destacado por poseer una estupenda forma física. Era demasiado delgado. Su hermana mayor, Anette, se burlaba de él llamándolo enclenque. Incluso en la adolescencia, aunque sí ganó rápidamente en estatura, cuando ella se marchó aún no se había desarrollado por completo.
Y ahí estaba. Todo un hombre. Debía de medir más o menos como Will, lo que lo convertía en un hombre alto y en evidente forma física, bajo aquel uniforme de policía.
—Me alegro de que estés bien. Me has dado un buen susto —le dijo acercándose a ella.
Pero se detuvo a medio camino, dejando sobre una silla su bolso. Después volvió a girarse hacia ella y llegó hasta su lado. La miró muy atentamente.
—Lo siento, aún no puedo creer que seas tú —fueron las palabras que salieron de los labios de Gina.
Y era así; estaba tan sorprendida que en su mente confusa no había espacio para más.
—Ha pasado mucho tiempo… —le dijo él perdiéndose en su mirada verde y confusa.
Justice había imaginado muchas veces, demasiadas, las cosas que le diría si alguna vez volvía a verla. Sobre todo los primeros años, en los que aún tuvo alguna esperanza de que ella lo hiciese, por lo menos para visitar a su abuela por vacaciones. Pero ella nunca lo hizo… Las preguntas sobre su ausencia, sobre su silencio, seguían rondando por su mente, pero no era momento para formularlas. Gina estaba evidentemente conmocionada por el accidente.
—Sí, bueno… Por suerte estaba allí mismo, en el lugar del accidente, y pude ayudarte a tiempo —añadió antes de dejar de mirarla.
Tenerla tan cerca estaba resultando muy difícil.
Habían pasado muchos años y la chica que él vio marchar se había convertido en una mujer de belleza impactante. En su rostro podía reconocer a la niña de mirada decidida, barbilla desafiante y labios carnosos que él conocía tan bien. Pero la mujer que tenía ante él era mucho más que todo eso. Sus rasgos se habían afinado, su cuerpo se había desarrollado y todo en ella era voluptuosidad y sensualidad. Y, desgraciadamente para él, seguía afectándolo como hacía dieciséis años.
—Muchas gracias por rescatarme —le dijo ella posando su mano sobre la de él, sin previo aviso.
El nudo que sintió Justice en la garganta le impidió articular palabra. Se limitó a afirmar con la cabeza y sintió cómo su mundo volvía a tambalearse en ese instante.
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