historias como una gentil, una extranjera que se infiltra en la narrativa, que busca comprender las experiencias de estas mujeres y compartir lo aprendido contigo. Si bien ha crecido la cantidad de mujeres como nosotras en lugares de influencia y liderazgo que buscan orientar a otras, todavía está vigente la necesidad de mentoras latinas en todas las áreas de la vida. Espero que estas mujeres puedan guiarte en tu trayecto como líder. Mi madre siempre me decía: «Mija, dedícale todo a Cristo porque acuérdate que todo lo puedes en Cristo que te fortalece», Filipenses 4:13. Hermana, recuerda que todo, absolutamente todo, lo podemos en Cristo que nos fortalece: a ti, a mí, a nosotras y a nuestras comunidades.
DEFINIR QUÉ ES UNA LATINA
El lenguaje es un instrumento poderoso que utilizamos para crear sentido y significancia. Santiago advierte que: «Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios» (Sant 3:9). Las latinas hemos sido definidas mediante el poder y el principado de la raza, por instituciones que procuran estudiar y conocer más sobre este grupo étnico y por personas en Estados Unidos que buscan un término alternativo a hispano. En primer lugar, la raza es lo que los sociólogos denominan un imaginario social, un marco operativo que hemos creado y mantenido para separar a las personas por su color de piel. La raza no tiene comprobación científica, bíblica ni filosófica, aunque tiene mucho poder en nuestra sociedad. En realidad, es una etiqueta que se le confiere a una persona solo tomando en cuenta sus características físicas: color de piel, forma de los ojos, tamaño de la nariz y la boca, y demás. Por lo tanto, las latinas somos un grupo social percibido desde la raza, lo cual nos categoriza a algunas como «latinas» y a otras las excluye, o hace sentir a unas «más latinas» que a otras en dependencia del color de su piel u otras propiedades físicas. Este concepto de «más que, menos que, exactamente» se desprende del impacto de la raza en los cuerpos.
La noción de raza construye una definición impermeable de las personas y no logra representar la realidad de la fluidez cultural. La familia de Noemí es un ejemplo de esto. Su madre tiene la piel más clara que su padre. Dos de sus hijos nacieron con la piel más clara que los otros tres; Noemí tiene la piel más oscura de todos ellos. Al considerar su raza, la gente mira como latina a la hermana de Noemí unas veces y otras no. Las personas casi siempre asumen que Noemí habla español porque ella luce como ellos piensan que se ve una latina. En realidad, los latinos son descendientes de muchos grupos humanos: africanos, asiáticos, europeos, entre otros. La raza otorga privilegios a los latinos de piel clara y deshumaniza a los de piel oscura. El prejuicio por el color de la piel existe en la comunidad latina por causa del concepto de raza.
La raza ha provocado el dolor que hemos escuchado de mujeres latinas a quienes hemos orientado, pues no «lucen» como latinas o no hablan español. Desde el punto de vista racial, se supone que las personas actúen de una cierta manera y que disfruten y apoyen cosas en particular. Vivir y actuar fuera de esta expectativa desordena la perspectiva racial. Solemos comenzar con la raza porque la creemos un poder y un principado que ha afectado todos los cuerpos. Te invitamos a vivir en la libertad de ser creación de Dios, con una historia, un trasfondo familiar y una situación actual específicas que Dios está formando. Sanemos de la herida racial y de sus expectativas; seamos personas que alteren la ilusión de la raza, que reconozcan sus efectos en nuestro cuerpo.
En segundo lugar, el término latino se refiere a personas de culturas y contextos latinoamericanos, hablen o no el idioma español. Muchos desaprobarán (y por razones válidas) el uso de este término en nuestro libro. Nosotras lo utilizamos conscientes de que es limitado e incompleto. La palabra latino no se ha desprendido de su contexto racial ni tampoco incluye del todo a personas mestizas o que no hablan español: nuestros ancestros colonizados. En este libro usamos latino como un término alternativo a hispano, que se refiere a las personas de herencia española. No obstante, el problema con hispano es similar al que existe con latino: ambos excluyen a las personas indígenas que han vivido en estas tierras durante siglos y dan prioridad al idioma español por encima de las lenguas indígenas. Además, estos términos no cubren la realidad de nuestros ancestros africanos que fueron traídos al continente americano como esclavos.
El Instituto Nacional de Estadística de Estados Unidos se refiere a todos nosotros (mestizos, boricuas, chongas, cholas) como hispanos. En ocasiones, esta institución incluso nos ha categorizado como blancos. Como autoras de este libro, utilizamos el término latina para definir nuestro trasfondo, pero reconocemos que el concepto es limitado y debe incluir descendientes africanos, asiáticos e indígenas. Como hermanas, esperamos que te sientas en libertad de identificarte con este término o no. Yo, Noemí, prefiero identificarme como mexicana estadounidense para definir mi trasfondo mexicano y mi identidad estadounidense en desarrollo. Nosotras tenemos amigos que prefieren identificarse como latina, newyorican, chicana, afrolatina y en otras formas más específicas. El pueblo de Dios es diverso y maravillosamente complejo. Esperamos poder abrir un espacio para tanta riqueza en nuestras historias. Nosotras llamamos latinas a aquellas mujeres que crecieron en Estados Unidos, que se identifican con un linaje de América, África, Asia o América indígena y que hablan español, inglés, un idioma indígena, espanglish o cualquier mezcla de estos.
Aunque nos expresamos tomando en cuenta nuestro trasfondo, no pretendemos hablar por todas las latinas en Estados Unidos. Admitimos que este diálogo se hubiera enriquecido al tener más perspectivas en la autoría. Nosotras concebimos este libro como el inicio de un diálogo amplio entre aquellos en Estados Unidos que procuran aprender de mujeres líderes en la Biblia. Reconocemos que la representación que ofrecemos es limitada: tenemos dos autoras mexicano-estadounidenses, una inmigrante de primera generación, una de segunda y una de tercera. Contamos con una madre y dos mujeres solteras, todas entre los 30 y los 40 años de edad. Tenemos dos latinas de piel clara y una más trigueña. También hay dos mujeres con maestrías y una con licenciatura. Provenimos de contextos socioeconómicos de un nivel medio-bajo y somos mayoritariamente bilingües. Nuestros relatos también hubieran sido enriquecidos por personas con otras características.
Aquí entras tú, querida lectora. Te invitamos a que prolongues con otras lectoras las conversaciones que nosotras iniciamos en cada capítulo. Comparte tus historias con la comunidad, pues están llenas de riqueza y belleza. Nosotras procuramos ser mujeres que aprenden unas de otras y comparten sus historias. En las páginas siguientes hacemos justo eso.
LA AUDIENCIA Y LA ESTRUCTURA DEL LIBRO
Las autoras sentimos el llamado de Dios a escribir este libro con las mujeres latinas como audiencia principal. Buscábamos honrar, fortalecer y empoderar sus voces diversas. Sin embargo, recibimos con agrado a mujeres de otros trasfondos que buscan una buena historia y que desean lidiar con su fe y sus identidades culturales. También esperamos que los hombres lean nuestro libro y se conecten con estas doce mujeres bíblicas, con nosotras las autoras y con las demás lectoras. Anhelamos que nuestros hermanos examinen a profundidad estas historias para así lograr trabajar de manera más efectiva con sus hermanas y con Dios.
Este libro no está escrito en el orden de la Biblia, sino que tenemos dos temas principales alrededor de los cuales se organiza. Ellos son: parte uno, Identidad e intimidad, y parte dos, Influencia e impacto. Tenemos la certeza de que este orden es adecuado en el contexto del liderazgo espiritual. Solo al plantar raíces profundas de identidad e intimidad con Jesús lograremos tener impacto e influencia en el mundo. Al examinar las vidas de estas doce heroínas bíblicas, hemos comprobado la manera en que su identidad e intimidad con el Señor les permitió tener un impacto profundo y una influencia extensa en beneficio del reino de Dios. A lo largo del libro, tomamos las fortalezas de estas mujeres y las aplicamos a nuestros contextos como latinas. Anhelamos que te puedas identificar y aprender con ellas, con nosotras y con las demás mujeres modernas que mencionaremos. Esperamos que las latinas se sientan guiadas en su fe y su viaje étnico y que logren experimentar cómo estos dos aspectos colaboran para formar nuestra voz.
EXHORTACIONES INICIALES
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