transformación a otra forma expresiva. Es éste un proceso análogo al que tiene lugar en la composición de aleluyas, en las cuales la rima sustituye muchas veces al elemento común buscado. Una gran parte de la elaboración del sueño consiste en la creación de tales ideas intermedias, a veces muy chistosas, pero con gran frecuencia harto retorcidas y forzadas, que alcanzan desde la representación común en el contenido del sueño hasta las ideas del mismo, de diferente forma y esencia, y motivadas por los estímulos del sueño. También en el análisis de nuestro ejemplo hallamos un tal caso de transformación de una idea encaminada a hacerla coincidir con otra totalmente extraña a ella. Continuando el análisis, tropezamos con la idea de que yo quisiera también conseguir alguna vez algo de balde; pero esta forma es inutilizable para el contenido del sueño, y, por tanto, es sustituida por otra: Quisiera gozar de algo sin que me «costase» nada. La palabra «costar» («kosten»=costar o probar, «Kost»=plato, manjar) se adapta, con su segundo significado, al ciclo de representaciones de la «mesa redonda», y puede hallar su representación en las espinacas servidas en el sueño. Cuando en mi casa se sirve algún plato que mis hijos rechazan, intenta primero su madre hacérselo comer con las palabras: Aunque no sea más que probarlo (kosten). Parece extraño que la elaboración del sueño aproveche tan sin titubeos el doble sentido de las palabras, pero el análisis de los sueños nos muestra que se trata de un proceso regular y corriente.
Por la labor de condensación del sueño se explican también determinados componentes del contenido del mismo que le son peculiares y no se hallan en la ideación dispuesta. Son éstos las personas colectivas y mixtas, y los singulares productos híbridos; creaciones análogas a las composiciones zoomórficas de la fantasía de los pueblos orientales. Mas éstas han llegado a concretarse en nuestro pensamiento como unidades sintéticas; al paso que las composiciones oníricas presentan una inagotable riqueza de nuevas formas. Todos conocemos tales productos por nuestros propios sueños, siendo muy diversos los procesos por medio de los que llegan a constituirse. Podemos formar una tal persona compuesta formando rasgos de dos o más diferentes y atribuyéndoselos a una sola, dándole la figura de una y pensando en nuestro sueño en el nombre de la otra, o representándonos exactamente la imagen de un determinado individuo, pero colocándolo en una situación de la que otro fue protagonista. En todos estos casos es muy significativa tal síntesis de varias personas en una sola, que las representa a todas en el contenido del sueño, y su sentido es el de un «y» o un «también»; esto es, una equivocación de las personas originales con respecto a una determinada cuestión, que por otra parte puede hallarse indicada asimismo en el sueño. Mas por lo general esta comunidad, existente entre las personas fundidas en una sola, no se descubre sino en el análisis, no hallándose indicada en el contenido del sueño más que por la formación de la persona colectiva.
Igual regla analítica es aplicable a las formaciones mixtas del contenido del sueño, de tan rica composición, y de las que no creo necesario citar ejemplo alguno. Su singularidad desaparece por completo cuando nos decidimos a no colocarlas al lado de los objetos de la percepción despierta, sino que recordamos que representan un rendimiento de la condensación onírica, y hacen resaltar sintéticamente un carácter común de los objetos así combinados; comunidad que también aquí no aparece más que en el análisis. El contenido del sueño nos dice tan sólo que todas aquellas cosas tienen una X común. La descomposición de tales productos mixtos por medio del análisis conduce con frecuencia por el camino más corto al significado del sueño. Así, soñé yo una vez que me hallaba sentado, con uno de mis antiguos profesores universitarios, en un banco, que se movía rápidamente hacia adelante entre otros muchos. Era esto una especie de combinación de un aula con un trottoir roulant. Otra vez soñé hallarme en un vagón del ferrocarril, llevando sobre mis rodillas un objeto de la forma de un sombrero de copa, pero del más transparente cristal. La situación me recordó en el acto el conocido proverbio de que «sombrero en mano puede recorrerse toda la Tierra». El sombrero de cristal recuerda, tras de cortos rodeos, a los mecheros Auer, haciéndome ver que mi sueño entrañaba el deseo de hacer un descubrimiento que me hiciese tan rico e independiente como el suyo a mi compatriota el doctor Auer, de Welsbach, y que entonces viajaría mucho, en vez de tener que permanecer en Viena. En mi sueño viajo con mi invento -el sombrero de cristal-; objeto, por cierto, nada corriente aún. La elaboración del sueño gusta preferentemente de representar por medio de un solo producto mixto dos ideas contrarias. Así, cuando una mujer se ve en sueños llevando una alta vara florida, como el ángel en los cuadros que representan la Anunciación (inocencia: María es el nombre de la sujeto de este sueño); pero las flores de la vara son grandes, blancas y semejantes a camelias (antítesis de la inocencia: dama de las camelias).
Buena parte de lo que hemos llegado a conocer sobre la condensación del sueño puede resumirse en la fórmula siguiente: cada uno de los elementos del contenido del sueño está superdeterminado por el material de las ideas del sueño; tiene su antecedente no en un solo elemento de las ideas del sueño, sino en toda una serie de ellos que no necesitan estar muy próximos unos a otros dentro del contenido latente, pues pueden pertenecer a los más diferentes sectores del tejido ideológico. El elemento del sueño es en realidad la representación, en el contenido manifiesto, de todo este diverso material. El análisis descubre otra faceta de la relación compuesta entre el contenido y las ideas del sueño. Así como desde cada elemento del sueño conducen conexiones a varias ideas latentes, también generalmente se halla representada una sola idea por más de un elemento. Los hilos de asociación no convergen simplemente desde las ideas del sueño al contenido del mismo, sino que se cruzan y entretejen de múltiples maneras en el camino.
Junto a la transformación de una idea en una situación (la «dramatización»), es la condensación el carácter más importante y peculiar de la elaboración del sueño. Mas aún no hemos descubierto motivo alguno que haga necesaria esta comprensión del contenido.
V
En los sueños complicados y confusos, de los que nos ocupamos ahora, no puede atribuirse por completo a los efectos de la condensación y la dramatización la disparidad que se observa a primera vista entre el contenido del sueño y las ideas del mismo, pues existen de la actuación de un tercer factor testimonios muy dignos de ser tenidos en cuenta.
Una vez conseguido por medio del análisis el conocimiento de las ideas del sueño, lo primero que echamos de ver es que el contenido manifiesto del mismo trata materias totalmente distintas que el latente. Mas, en realidad, esto es tan sólo una apariencia, que se desvanece en cuanto la investigación se hace más penetrante, pues entonces hallamos realizado en las ideas del sueño todo el contenido del mismo, y representadas casi todas las ideas por dicho contenido. Sin embargo, queda siempre alguna disparidad. Aquello que en el sueño se presentaba amplia y precisamente como contenido esencial, tiene que contentarse después del análisis con un papel muy secundario entre las ideas del sueño, y lo que mis sentimientos me hacen ver como lo más importante entre dichas ideas resulta que no se halla representado en el contenido manifiesto, o lo está solamente por una lejana alusión y en la parte más imprecisa del mismo. Este hecho puede describirse en la forma siguiente: Durante !a elaboración del sueño pasa la intensidad psíquica desde las ideas y representaciones, a las que pertenece justificadamente, a otras que, a mi juicio, no tienen derecho alguno a tal acentuación. Ningún otro proceso contribuye tanto a ocultar el sentido del sueño y a hacer irreconocible la conexión entre el contenido manifiesto y las ideas latentes. Durante este proceso que denominaré desplazamiento del sueño (Traumverschiebung), veo asimismo transformarse la intensidad psíquica, la importancia y la capacidad de afecto de las ideas en vitalidad material. Lo más claro del contenido del sueño se me aparece a primera vista como lo más importante; pero el análisis nos muestra que un impreciso elemento del sueño constituye con frecuencia el más directo representante de la principal idea latente.
Lo que he denominado desplazamiento del sueño hubiera podido calificarlo también de transmutación de los valores psíquicos. Mas, para dejar totalmente caracterizado este fenómeno, debo añadir que su actuación varía mucho de intensidad en los diferentes sueños. En algunos de ellos no tiene lugar al menor desplazamiento, y éstos son al mismo tiempo los más llenos de sentido y más comprensibles; por ejemplo, aquellos que hemos reconocido como realizaciones no disfrazadas de deseos. En otros