Las Argibay, el restaurante
de sabores familiares en Villa Lía
Villa Lía. San Antonio de Areco
Villa Lía es un pueblo que todos tienen dos palabras para definirlo: hermoso y tranquilo. Así es. Sus 1400 vecinos tienen el don de la amabilidad. No es una obviedad, el saludo característico de cada pequeña localidad aquí se potencia. El desprevenido visitante se hallará dentro de una cordial bienvenida a los pocos minutos de entrar al pueblo. El sano protocolo del saludo en Villa Lía es moneda corriente. Con este feliz recibimiento hallar el restaurante Las Argibay completa la idea de un día inolvidable.
“Intentamos que cuando el visitante llegue se sienta en el comedor de una casa de campo, con los platos y sabores que se hacían antes, con las costumbres: la panera, siempre algo casero para untar, la charla, un lugar muy amigable”, afirma Luz Argibay, una de sus dueñas.
“Proponemos un espíritu comunitario: todo lo que podemos adquirir en el pueblo lo compramos a productores locales: huevos, leche, acelga para las pastas, otras verduras, limones, cerdo. Es una experiencia simple y natural: aire libre, siempre con música de pajaritos, verán pasar gente a caballo y que con seguridad los saludarán como nos saludamos todos acá”, sostiene.
Luz sabe de lo que habla. Ama su pueblo y la vida le dio la perspectiva necesaria para valorizar ese amor. A los 18 años, como muchos en el pueblo, se fue a estudiar a la ciudad de Buenos Aires. Estudió Economía en la UBA. Finalizó y se abrió la posibilidad de hacer algún Máster de Negocios, pero el encanto de Villa Lía es fuerte en la distancia. Se robustece y dialoga en un lenguaje callado y sensible. “Tenía ganas de hacer algo que me gustara, así que hice un Máster en Turismo Sostenible en la Universidad de León, en España”, afirma.
Villa Lía la estaba llamando. Regresó al pueblo que siempre da la bienvenida. La idea de Luz fue simple: volcar todo lo aprendido en su pago chico. En 2012, sin tener experiencia en gastronomía pero con mucho coraje, abrió junto a amigos un restaurante en un local alquilado. Lo Pascual fue el primer restaurante que tuvo el pueblo. Los proyectos crecen con el tiempo, se asimilan, germinan con los días, y los años les dan peso hasta versionarlos en su mejor forma.
En 2016 llegó el momento. La idea creció. “Con mi hermana María Julia y Gerardo (su esposo), que compartían mi hermosa locura, pudimos comprar una antigua casa frente a la plaza, refaccionarla y en 2017 abrimos Las Argibay”. Villa Lía subió un escalón en términos de servicio. La legión de turistas que visita San Antonio de Areco tuvo una chance más solitaria y silenciosa para poder disfrutar los platos hechos con paciencia y amor. “Siempre tuvimos ganas de hacer algo en el pueblo, de darlo a conocer, de generar trabajo, de hacer algo comunitario y sostenible”, comenta.
La gastronomía de Las Argibay y la estética del salón comedor sobresalen. Impactan por la sencillez. Los delicados detalles hacen una mesa perfecta. La madera y el vidrio, esos elementos nobles, pueden acoger tanto y causar un éxtasis de lujo y comodidad. Palabras claves: simpleza y orden.
El alma está en la cocina y se apoda Ñata. Es la madre de Luz y tiene 81 años. Maestra rural de toda la vida y voz autorizada del pueblo. Conoce como nadie su historia y sus aromas. Detrás de cada plato está su mirada. “Ella está en cada detalle, da el verdadero sabor a lo que cocinamos, recibe y atiende como si quien nos visita viniera a nuestra casa”, describe Luz otro de los detalles que hacen tan exitosa la experiencia de venir a comer aquí. Nada puede salir mal si Ñata está cerca.
“Nuestros platos se hacen con los productos de estación. Compramos en el pueblo. Eso les transmite el verdadero sabor: siempre presentes nuestras empanadas de carne, canelones cocinados en vasijas de barro, el guiso de lentejas y el flan. En época de zapallos, zapallos en almíbar; en época de higos, higos en almíbar. Matambrito de cerdo a la pizza y algunos fines de semana, asado”, así, simple, el