la inmortalidad. Ahora está lleno de gozo, lleno de paz, derramando bendiciones en su derredor. Está colmado de amor, de compasión.
“Entonces llevaste tus cenizas a las montañas...”
No eras más que un cadáver. Y has cargado tus cenizas a las montañas.
“...¿ahora llevarás tu fuego a los valles?”.
Esta transformación ha sido tan radical, que en vez de que sean cenizas ahora es fuego. Se fue como oscuridad, y ahora es flama.
“¿No temes un castigo incendiario?”.
Ésta es una nota significativa. El viejo santo está diciendo: “¿No temes regresar hacia la gente ciega, con ojos? ¿Ir lleno de vida hacia los muertos? ¿Ir hacia los dormidos despierto?
“Cuando venías de ellos, eras uno de ellos. Ahora eres totalmente diferente. ¿No crees que estás tomando un riesgo? Ellos te castigarán. No te perdonarán. Tu felicidad es demasiado, no serán capaces de tolerarla”.
Es un hecho extraño, podemos tolerar la miseria de la gente, sin embargo, en lo profundo. Tenemos un cierto gozo cuando otros son desgraciados, porque cuando son desgraciados, tú estás más alto que ellos. Puedes mostrar simpatía y te puedes regocijar de que no eres tan desgraciado. Por eso no se ha crucificado a ninguna gente desgraciada, o envenenado, o apedreado hasta la muerte.
Pero es peligroso ser feliz entre la gente desgraciada porque tú estás en alto, y ellos se sienten ofendidos. Tú puedes ver, ellos no. Es insoportable. Ellos están muertos, y tú vivo. Tienes que ser castigado. Te has desviado de la multitud. ¿No tienes miedo al castigo?
“Sí, reconozco a Zaratustra. Sus ojos son claros, y ningún disgusto acecha en su boca. ¿Qué no va solo como un bailarín?”.
Los ojos son simbólicos. Forman parte de tu cuerpo, pero también son ventanas del alma. En la medida de que tu alma se silencia, pacífica y gozosamente, tus ojos obtienen profundidad, claridad, pureza e inocencia. Se vuelven tan transparentes que es posible mirar dentro de la propia alma de un hombre.
“Sus ojos están claros, y ningún disgusto acecha su boca”.
Si te fijas en la gente, están a disgusto con todo en su vida, pero no puedes culparlos. ¿Qué han obtenido? Su vida no es más que una larga tragedia de ahogamiento. Es enfermedad hasta la muerte. Siguen respirando, y siguen viviendo y deseando. Sin embargo estos deseos siempre permanecen como deseos. Sus sueños nunca se cumplen.
Mientras van creciendo, ven que sus esperanzas se desvanecen más y más. Es natural que estén llenos de disgusto con todo este negocio de la vida. Nunca pidieron nacer, nunca pidieron que les fuera dado un corazón que sintiera, que necesitara calor, que necesitara amor.
Ellos nunca requirieron que les fuera otorgada un alma que añore las últimas alturas del gozo y del éxtasis. De pronto se encuentran, y todo lo que se les ha dado en la existencia resulta sin llenar. Están verdaderamente enojados.
Uno de los novelistas mas significativos, Fiódor Dostoyevski, en su gran novela Los hermanos Karamazov, un personaje dice: “Sólo tengo una relación con Dios, y ésta es de disgusto. Estoy enojado, y si puedo encontrarlo, lo único que haré es darle un boleto de regreso y decirle que encuentre un camino fuera de mi vida. Es una broma cruel. Nos da tantos deseos, tantos anhelos que no hay posibilidad de llenarlos.Ni siquiera hay una esperanza en el futuro”.
Todo mundo nace con gran entusiasmo y todo mundo muere frustrado.
El viejo santo dice: “Ahora no veo ningún disgusto, ninguna agonía: en su lugar veo éxtasis. Ahí va como un bailarín”. Llegaste a las montañas de alguna manera, arrastrándote, cargando tu cadáver en tus hombros y ahora “¿No va acaso como un bailarín?”.
Ha sucedido la transformación. El hombre se ha realizado a sí mismo. El hombre está borracho de las fuentes de lo divino.
Éste es el cambio más grande en la vida: ser nuevamente un niño.
“...él despierto: ¿qué quieres ahora con los que duermen?”.
La pregunta del santo es la de todos los santos del mundo, de todos los budas, de todos los místicos y de todos los hombres despiertos. Te has convertido en un niño, estás despierto” “¿qué quieres con los que duermen?” Eres un completo extraño para ellos. Te castigarán, podrían matarte. Tu sola presencia se volverá un peligro para su sueño, un peligro para su miseria, un peligro para su ceguera.
“has vivido en soledad como en el mar, y te aburrió el mar. Ay, ¿quieres ir a la costa? Ay, ¿quieres nuevamente arrastrar tu cuerpo?”.
¿Has olvidado el día que llegaste a la montaña? ¿quieres volver a ser el viejo tú nuevamente?¿Por qué vas hacia abajo, dejando tus asoleados picos? Sabes que en el valle sólo hay oscuridad. ¿Cuál es el propósito de que vayas?
Zaratustra contestó: “Yo amo a la humanidad”.
En aquellas tres palabras se condensa la filosofía de Zaratustra : “Yo amo a la humanidad. Yo amo la vida. No he renunciado al mundo. No he venido a las montañas como un escapista contra la vida. He venido a las montañas para encontrarme a mí mismo, mi aislamiento, mi libertad, mi sabiduría. Y lo he encontrado”.
“Ahora no hay necesidad de que permanezca en las alturas. Por el contrario, estoy tan lleno que necesito gente con quién compartirlo. Quiero compartir mi amor, quiero compartir mi sabiduría, quiero compartir mi libertad, estoy muy sobrecargado, estoy rebosando”
“¿Por qué” dijo el santo, “fui al bosque y al desierto? ¿Qué no era acaso porque amaba demasiado a la humanidad?”.
El santo mencionó: "Yo también fui dentro de las montañas y el bosque debido a que amaba demasiado a la humanidad. Se había vuelto una esclavitud y se había vuelto una dependencia. Me traía sólo miseria y nada más”.
Pero aquí hay una diferencia. Él amaba a la humanidad...demasiado... cuando era ignorante, cuando él mismo estaba dormido. Zaratustra ama a la humanidad cuando está completamente despierto, cuando está iluminado. El amor en quien no está despierto no es nada más que lujuria. Solamente el despierto conoce la belleza, la espiritualidad y la divinidad del amor. Ya no es una atadura.
El amor que está despierto te da libertad. El amor que no está despierto es el amor del limosnero: quiere que tú lo ames, quiere recibir más y más amor. El amor despierto es lo contrario. Es el amor del emperador, quiere darte a ti; tiene demasiado, tal abundancia. Es dar, es compartir, sin ningún deseo de recompensa y sin ningún deseo de obtener algo a cambio.
El santo dijo:
“Ahora amo a Dios: a la humanidad no la amo”.
En esta declaración está contenida la actitud de todas las llamadas religiones. Han estado creando una división que a través de señalar si amas a la humanidad, no puedes amar a Dios. En el Antiguo Testamento Dios dice: “Yo soy muy celoso. Si me amas, no puedes amar a nadie más”.
Ésta es la actitud de casi todas las religiones. Puedes amar este mundo, pero entonces tienes que renunciar al otro mundo: si amas al hombre, has olvidado a Dios. Puedes elegir. Si amas a Dios, debes retirar tu amor por la humanidad; de hecho, debes odiar a la humanidad, debes odiar la vida, debes odiar los placeres. Esta idea de las religiones es monopólica. Dios desea el amor en tu corazón en su totalidad. No tolera ningún competidor.
“Ahora amo a Dios: a la humanidad no la amo . El hombre es algo muy imperfecto para mí. El amor a la humanidad me destruiría”.
A través del santo se condensa la actitud anti vida, anti gozo y anti placer. ¿Por qué no amas a la humanidad? porque la humanidad es algo muy imperfecto. Dios es perfecto. “El amor a