viaje formaron parte del Nodo Jujuy de ese polo, incluso desde antes de su institucionalización. Con Wayruro comenzamos a trabajar en el Subprograma Polos desde el momento del diseño, y convocamos conjuntamente a las primeras reuniones. Sin su aporte y presencia, la universidad probablemente no hubiese conseguido interpelar de manera tan efectiva a la comunidad audiovisual local.
En el último tramo del trabajo de campo, organicé la I Itinerancia Jujuy de la muestra “Ciudades reveladas” (octubre de 2014).25 Esa tarea llevó consigo las problematizaciones vinculadas a la selección y a la relación con realizadores audiovisuales de la curadoría (Elahik y Markus, 2012) ya que elegí y organicé una combinación de películas que pertenecían a la muestra internacional original (y que había visto casi completa en Buenos Aires en 2013), por un lado, y producciones locales, por el otro. Para esa muestra, programé como aportes locales el unitario documental Murmullo y el capítulo de la serie de ficción El viaje que refieren a la ciudad, invitando a sus realizadores a las mesas de reflexión sobre la relación entre audiovisual y ciudad. Murmullo y su director participaron, el colectivo realizador de El viaje, no lo hizo, en buena medida por la cercanía y distancia generada durante el trabajo en común en el nodo Jujuy del polo NOA. Por ejemplo, una interpretación discordante en términos de alcance, dinámicas y equidad en la distribución de responsabilidades y tareas (asociada claramente a la de los fondos) al interior del nodo se redujo y simplificó en términos de filiaciones político partidarias, estructurando el debate en torno a mi posición –que se postuló “kirchnerista”– y la adhesión a otros proyectos de la Fundación Séptimo Arte. Ese malestar se sumó a cuestiones de género y profesionales, a la relación con otros colectivos, y al debate más amplio sobre lo público. En ese sentido, la tarea de coordinación del Nodo Jujuy implicó interpelaciones fuertes de parte de integrantes de ese espacio sobre la posibilidad de dirimir allí no solamente las cuestiones vinculadas a la política de fomento a la producción del programa Polos sino también el deseo de planificar las políticas audiovisuales de la Universidad Nacional de Jujuy desde ese espacio. Los debates incluyeron la afirmación de que, dado que la universidad pública es sostenida por fondos públicos, el conjunto de integrantes del nodo (no el conjunto de la sociedad) debía establecer ese canal. Por otra parte, fueron frecuentes las discusiones sobre el ritmo de la universidad y sus dificultades para atender las demandas productivas audiovisuales en tiempo y forma.
Los conflictos se registraron en varias direcciones, pero siempre asociadas al poder de audiovisualizar, filtrar, enmarcar, y su relación con los fondos destinados a ello y con el papel de la universidad (a la que yo representaba durante las interacciones cotidianas) en ese proceso. El programa Polos y Nodos implicó la articulación de actores históricos con otros nuevos (todos de diferente peso, legitimidad, experiencia y modalidades de organización), la interrelación de diferentes temporalidades para la acción, y la percepción diferencial de las consecuencias de esta transformación, vista desde horizontes ideológicos diferentes aunque convergentes en la adhesión al objetivo principal propuesto (el fomento a la producción local y regional).
Los avatares del Nodo Jujuy quizá sirvan para explicar que la entrevista al director de El viaje se realizó recién en 2016, con el gobierno nacional ya en manos de la Alianza Cambiemos y después de los decretos modificatorios de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Hasta ese momento, el diálogo no había sido posible por las tensiones suscitadas en torno al trabajo en común en el Nodo. Puesta en peligro la Ley, se acercaron las posiciones en torno a la defensa de las políticas de fomento federales.
Finalmente, una cuestión de género. Salvo la productora PaK, los referentes entrevistados son varones. El predominio masculino y heterosexual en la producción audiovisual jujeña es muy marcado, y esa masculinidad dominante se superpuso a otras confrontaciones en las relaciones profesionales y organizativas del Nodo y tiñó los debates locales en torno a la televisión digital en general. Esa configuración del ambiente comunicacional local fue uno de los ingredientes que impulsó la sororidad como rasgo de la relación de campo con la única productora entrevistada, con predisposición y continuidad en el intercambio antes, durante y después de la entrevista. Ser mujer en Jujuy, aun siendo de clase media y profesionalizada –o, quizá, sobre todo siéndolo en un ambiente de masculinidades hegemónicas como el de la producción audiovisual televisiva jujeña–, fue tema mencionado en todos esos intercambios.
El Polo NOA y la Itinerancia Jujuy de “Ciudades reveladas” refieren de manera general al lugar relativo de Jujuy en el mapa de la producción audiovisual nacional: inscriben intereses y objetivos localizados para la constitución del mapa cultural de la Argentina. El Polo, como proyecto de articulación que buscaba equiparar condiciones productivas históricamente desigualadas en la figura de una red de nodos que operara conjuntamente; la itinerancia, al nombrar un camino desde una muestra que tuvo origen en Buenos Aires a otros puntos (del país, del continente, del mundo). No es menor, entonces, el haber compartido (o no) esos espacios de trabajo al momento de indagar en los sentidos de ciudad de realizadores y realizadoras situados en específicas condiciones productivas. Ni tampoco lo es haberlo hecho como mujer, profesional y en el rol de organización o coordinación del grupo dentro de un contexto predominantemente patriarcal. Esos espacios refieren a homologías y diferencias en la percepción del propio lugar, de su importancia relativa en la consideración de lo social, y del sentido general de la incidencia de las políticas comunicacionales y culturales del kirchnerismo en la historicidad situada de esas prácticas productivas audiovisuales.
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