siquiera consideres que la vida es un arte. Vives como un tronco que flota en el río, siendo arrastrado cada vez que lo mueve la corriente. Tu vida es una tragedia, no un arte. Ni siquiera te paras a pensar antes de dar un paso.
Si alguien te pregunta: «¿por qué has hecho eso?», no tienes respuesta. Aunque prepares una respuesta, en tu interior sabes muy bien que no la hay. Vives como si fueses a tientas en la oscuridad. Tu vida no es un arte. Por eso no sabes lo que es la belleza, o lo que pueda ser la verdad o el gozo. No experimentas ninguna de esas cosas. Te sientes como si te hubieras pasado la vida vagando por un desierto; te sientes como si no hubieras logrado nada en la vida.
Pero todo eso resulta muy normal porque tu vida no es una obra de arte. Si lo fuese, podrías haber convertido tu vida en una bella escultura. Podrías haberle dado una forma definida; podrías haberla limpiado, pulido y extraído de ella su belleza intrínseca. Si hubieras quemado toda la basura de tu vida ahora ya habrías alcanzado la pureza del oro. Si hubieras picado toda esa piedra innecesaria, cada miembro de la estatua sería ahora puro arte. Podrías haber creado una bella escultura con tu vida, una bella obra de arte. Pero no, a pesar de todas las cosas que has hecho en la vida, no has logrado nada sustancial.
Tu vida no es arte, de ninguna manera, y Kabir dice que incluso la muerte debe ser totalmente arte. La muerte es tan arte como la vida. Y la muerte es una prueba. Si has vivido correctamente, podrás morir de la misma manera.
Si no ha sido así, no podrás morir correctamente. La muerte es la ofrenda final. La más elevada; es la culminación. La muerte es la esencia y la floración de la vida. ¿Cómo puede ser correcta tu muerte si has vivido la vida erróneamente? ¿Cómo puede tu muerte estar llena de sentido si tu vida ha sido un despilfarro? ¿Cómo puede dar fruto un árbol con las raíces podridas? Es imposible.
¿Cuál es el secreto del arte de la vida? Vivir totalmente consciente. No andes a tientas en la oscuridad; no andes dormido; camina conscientemente. Hagas lo que hagas, sea lo que sea –aunque sea algo tan insignificante como abrir y cerrar los ojos– hazlo atentamente, conscientemente. ¿Quién sabe?, todo puede depender de esa diminuta acción, de abrir y cerrar los ojos. Puedes ir andando por la calle y ver una mujer, ¡y puedes llegar a pasarte la vida con ella! Permanece alerta, incluso cuando abras y cierres los ojos.
El Buda solía decir a sus discípulos que no mirasen más allá de un metro por delante de sus pies mientras andaban. «Es suficiente para cuando se anda», solía decir. No es necesario mirar alrededor y a los lados. Cuando completes el primer metro verás otro metro más. Es suficiente; así puedes llegar a viajar miles de kilómetros. ¿Qué necesidad hay de mirar alrededor? No miréis a todas partes. Un viaje así nunca tiene fin.
Si examinas tu vida verás que todo lo que te ha sucedido ha sido accidental y por azar. Algo sucede accidentalmente, y a causa de ese accidente cambia totalmente el curso de la propia vida. Caminabas por la calle, de camino hacia el templo, por ejemplo, y una mujer te sonrió. En lugar de alcanzar tu destino, llegaste a otro lugar. Te casaste con esa mujer, tuviste hijos. Estabas ansioso por casarte con ella, así que te viste atrapado en una enorme rueda que gira y gira sin cesar. ¿Nunca se te había ocurrido que todo ello sucedió por azar, accidentalmente? Si hubieras seguido el consejo que ofreció el Buda a sus discípulos, tal vez no habría sucedido nada de todo eso.
Para adquirir el arte de vivir es necesario que recuerdes lo siguiente: nunca actúes inconscientemente, nunca actúes dormido. Nunca permitas que nada suceda por sí mismo. Primero obsérvalo de manera adecuada. Primero considéralo correctamente. Míralo con firmeza, con discreción y sabiduría, antes de ponerlo en marcha. Si así lo hicieras descubrirías que tu vida adquiere una especie de belleza, una cierta elegancia. Te convertirías en una especie de escultura; sería como cuando no existe separación entre el escultor y la piedra. Tú eres el escultor, tú eres la estatua, tú eres la piedra, y tú eres el cincel. Tú lo eres todo.
Si vives conscientemente descubrirás que el cincel ha hecho un buen trabajo. Que ha cincelado la piedra inútil, sin permitir que quedase ni una esquirla de más. El cincel ha acabado con todo lo superfluo, yendo directamente a la esencia. Y entonces, un día, descubrirás que has alcanzado el templo, que te has convertido en la divina escultura. Descubrirás que has alcanzado una especie de belleza, una profunda conciencia.
Si permaneces despierto y alerta hasta la muerte, habrás vivido correctamente. Y entonces también serás capaz de enfrentarte a la muerte de manera adecuada.
En su poesía, Kabir dice: «Muere, muere, todo muere». Kabir dice que todo en el mundo acaba muriendo, que la muerte es un suceso cotidiano y que tiene lugar en cada momento. Dice que estamos rodeados por todas partes por el mar de la muerte. Que todo se ahoga continuamente en él. «Nadie muere una muerte adecuada». Nadie muere de manera correcta. Kabir está diciendo que nadie muere conscientemente.
Lo que dice es: «Kabir se encontró con la muerte para no volver a morir». Ése es el arte. Ésa es la demostración de que ya no hay muerte. Si haces correctamente una cosa una vez, no tendrás que volver a hacerla. Sólo hay que volver a hacer una cosa cuando no se ha hecho correctamente la primera vez. La existencia nos proporciona una oportunidad tras otra de vivir correctamente. No hay prisa; hay tiempo por delante. Y mientras sigas cometiendo errores volverás a ser arrojado al mundo. Sólo serás atrapado en su red cuando regreses a la existencia con una experiencia completa de esta vida.
Eres como un niño que repite curso una y otra vez hasta que aprueba. Al niño le decimos que no pasará de curso hasta que apruebe el presente. La morada del amor permanece cerrada para ti de la misma manera, hasta que atravieses la vida.
El arte de la vida es atravesar la vida con éxito. Y el hombre que lo consigue ya no tiene nada que aprender en este mundo. Ha aprendido todo lo que podía aprenderse en este mundo de materia. Ha pasado por la ordalía de los anhelos y atravesado el fuego de los deseos. Entonces se abre para él la puerta hacia un curso superior; entonces puede ser admitido. Ha aprendido todo lo que había que aprender en este mundo, así que la puerta se cierra para él. Ya no puede regresar: «Kabir se encontró con la muerte para no volver a morir».
Vive de manera que no tengas que pasar por otro nacimiento y muere de manera que no tengas que pasar por otra muerte. Si hay nacimiento deberá haber muerte; la muerte será automática. Así que vive de manera que no exista otro nacimiento y tampoco habrá más muerte para ti.
Todo el mundo quiere salvarse de la muerte. ¿Puedes encontrar a alguien que no quiera salvarse de la muerte? ¿Por qué, si quiere, no puede salvarse? No podrás salvarte de la muerte mientras no quieras salvarte del nacimiento. Nacer es el otro extremo de morir. Si dices que quieres nacer una y otra vez estás diciendo tonterías. Todo eso significa que no has comprendido una sencilla regla aritmética: nacer es un extremo de la vida y morir es el otro.
El hombre que nace deberá morir. Lo que ha comenzado llegará a su fin. Pero si no hay fin tampoco puede existir un principio. Así que si deseas salvarte del fin, no desees el principio. No anheles el principio si lo que deseas es no empezar, el infinito. Intenta salvarte del comienzo.
En tu esfuerzo te servirán de ayuda incluso las pequeñas experiencias de la vida. La gente que viene a verme me dice: «Queremos salvarnos de sentirnos coléricos. ¿Qué podemos hacer?». Yo les digo que deben permanecer alerta desde el principio. Si la cólera ya se ha apoderado de ti, será muy difícil, casi imposible, evitarla o poder liberarte de ella. Deberás atravesarla. No existen diferencia en si lo haces rápida o lentamente, lo importante es que lo consigas. Llevará tiempo, pero todo lo que se empieza acaba por conseguirse en algún momento.
Quieres salvarte de la muerte, pero ni siquiera sabes dónde empieza la muerte. La gente cree que la muerte empieza en la vejez, cuando el cuerpo se queda incapacitado, cuando la medicina deja de ser eficaz o cuando los médicos resultan inútiles. Si eso es lo que piensas estás equivocado. Entonces deberás morir una y otra vez, y no podrás comprender la verdad acerca de la vida.
El principio de la muerte tiene lugar al nacer.
Si profundizas en este fenómeno también descubrirás que la muerte tiene lugar junto con la concepción. Cuando naces ya has estado muerto durante nueve meses, porque durante