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Odio Barcelona


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barc se compone del radical prerromano b-r/v-r («elevarse») con el sufijo posesivo arcaico -k («de»). El radical alude a la divinidad solar que se eleva en el horizonte. Un dios marino y celeste, común a muchas teogonías antiguas. La divinidad solar Bara o Vara se presenta a menudo en los topónimos en forma posesiva barc-. Tiene una doble función solar y acuática, sin que ello sea contradictorio, ya que como divinidad se relaciona íntimamente con ambos elementos. berci-cnos lleva el segundo término cnos, forma sincopada de kenos/genus, que apunta a uno de los principales epítetos de la diosa: la virgen. El radical gen-/ken-/cen- constituye por un lado el nombre de la diosa madre arcaica gena, bena o vena, y por otro lado actúa como nombre común de la base arcaica bann/benna, mujer o doncella. El nombre de divinidades como «Brigit», «Birgit», etc., proviene también del radical b-r más el sufijo -d o -t que debe de ser el título de divinidad. Son formas sincopadas de las anteriores, por pérdida de la vocal intermedia, las que empiezan barc-/barg-/brig-, etc. Por tanto hay un paralelismo basado en el esquema básico b-r-(c/g) o v-r-(c/g). La desinencia posterior, -ona, es probablemente una palabra ya existente que adoptaron los celtas, Onno, Onna, que quiere decir por un lado, río, y, por otro, manantial.

      El topónimo, por tanto, contiene el nombre de la antigua diosa-madre mediterránea, cuyo esquema es b-n o b-r, pero también adopta las formas b-r-c y b-r-g, mientras que el segundo elemento contiene la antigua palabra -onna, que designa el río, la fuente o el agua. El topónimo debía de aludir en su origen a la divinidad a la que se consagró el agua y al enclave que lo rodeaba.

      ¿Cuándo descendió la Diosa sobre el manantial? ¿Cuándo la vieron emerger del agua por primera vez los antepasados del Monte Táber? En ese momento perdido se inicia la Historia. Los Magos Negros se encargarán de terminarla. ¿Llegó la Diosa en el Paleolítico? Un cuchillo de sílex encontrado en Sant Gervasi en 1917 y fechado en 25.000 años a.C. es el testimonio más antiguo de pobladores del Llano. Los humanos del Paleolítico, con su magia simpática y sus conjuros apotropaicos.

      En todo caso, los diversos yacimientos de la Edad del Bronce encontrados en el Raval durante la última década ya seguro se corresponden con adoradores de la Diosa. Los yacimientos del Parque de Sant Pau del Camp, del cuartel de la Guardia Civil de Sant Pau del Camp y de las calles Robadors, Riereta y Reina Amalia. Todos organizados en torno a ese mismo núcleo original, presente desde hace cuatro milenios en medio de la Oscuridad Boscosa, resguardado entre torrenteras, vórtice de energías, Centro Sagrado del Raval.

      ¿Cómo fue la Noche Primal del Llano? La Ciutat Vella estaba cubierta por las aguas. El mar penetraba unos dos kilómetros más adentro del litoral actual, hasta donde empieza la elevación del terreno en la que se encuentra hoy la Plaça de Sant Jaume. Del litoral para arriba, por todo el llano que subía hacia las colinas, casi todo era bosque poblado de lobos y atravesado por torrentes. Cerca del mar, a la derecha de la actual Plaça de Sant Jaume, se extendían las marismas. Más arriba, aquí y allá, media docena de pequeños cerros, en cuya cima el bosque había sido talado con el fin de alojar a un poblado reducido y amurallado con piedra seca. Esos cerros eran los únicos núcleos poblados. El Puig Castellar. El Turó de Monterols. El Putxet. El Turó del Guinardó. El Turó de la Rovira. Montjuïc. Y por supuesto, el Monte Táber, en la actual Plaça de Sant Jaume, frente a la orilla del mar, cuyas olas batían donde hoy está la Plaça Regomir.

      Hacia el siglo vi a.C., el monte Táber/bárkeno estaba poblado por unos cuantos centenares de indígenas que se denominaban a sí mismos layetanos, laiesken o «gente de laye». Agricultores, cazadores, pastores y alfareros, los layetanos invocaban a los espíritus de ultratumba en los bosques sagrados de los alrededores. Como todos los pueblos íberos, adoraban a la Gran Diosa, Démeter/Tánit, cuyo rostro nos dejaron en cerámicas, exvotos y pebeteros. El buitre, el lobo y los osos señoreaban el territorio boscoso que rodeaba el poblado de Bárkeno. Desde su pequeño promontorio, dominaban un llano cubierto de bosques y ríos. Manantiales y oscuridad. Con el espolón de Montjuïc adentrándose en el mar, coronado por el poblado más cercano, donde hasta hace pocos siglos se conservaba un dolmen. Adoradores de los bosques y de los santuarios en la espesura, los layetanos hablaban una lengua que nunca se ha descifrado y escribían en caracteres ibéricos. En Montjuïc se encontraba la cantera de Bárkeno y también la ceca que nos ha dejado las monedas de aquel periodo. En el siglo iii a.C. batió dracmas con la inscripción bárkeno. Más tarde sustituyó este nombre por el genitivo de la etnia, laiesken. Con este nuevo nombre emitió ases, semises y cuadrantes a mediados del siglo ii a.C. Además de las monedas, el nombre solamente se ha encontrado en dos lápidas posteriores: una que habla de un prefecto de Laietània, y otra de la esposa de un romano que se llamaba Annia Laietana. Una estela funeraria descubierta en el Call tenía labrado un signo solar y unos delfines y el nombre del difunto en caracteres ibéricos: nage-ildir. En décadas recientes se han exhumado varias necrópolis de ese periodo: cerca del estadio de Montjuïc, en la actual estación de Magòria de los Ferrocarrils de la Generalitat. Otra cerca de la Vía Layetana y que se encontró al construir el actual edificio de la Caixa d’Estalvis, antes Banco de España. Su época fue de los siglos vi al ii a.C., el periodo ibérico de la Barcelona prerromana.

      tesis 2: Si Barcelona nació con el descenso de la Diosa, con el Sol reverberando en el agua, deberá terminar con la misma. La ciudad de los Magos Negros ya no es Barcelona. El gran proyecto de los Magos Negros consiste en crear un duplicado. Una Barcelona superpuesta a la antigua Bárkeno, que se vaya aplicando sobre la primera y termine por sustituirla. La Barcelona de los Magos Negros es un acto de usurpación, y, por tanto, no tiene derecho al Nombre de la Diosa. No es Barcelona. No tiene derecho a ningún nombre. En el nombre reside el poder. El nombre marca la continuidad. Del bosque al megalito al templo a la basílica. Bárkeno cuenta con la protección de la Diosa, a ella se le hacen los sacrificios. En los manantiales y en los bosques.

      3. huesos

      El culto a los santos, en el periodo que va desde las persecuciones de Nerón hasta que Constantino tolera el cristianismo en el 313, es un vórtice de magia blanca. Un espacio cargado de energía, entre el anquilosamiento de la religión romana y la transformación del cristianismo en Imperio y Máquina Milenaria de Sufrimiento. Los magos de este periodo son más poderosos de lo que nunca han sido y de lo que nunca serán. Sus poderes son dignos de divinidades locales. Santa Eulalia, la más poderosa de las magas barcelonesas del paleocristianismo, lleva un nombre que remite a los laiesken: la continuidad onomástica como símbolo de poder. Fue el prefecto Daciano quien la sometió a martirio al llegar a Barcelona en 303, ejecutando los edictos de persecución de Diocleciano. Eulalia era una niña, de familia noble y cristiana, nacida en las afueras. De acuerdo con la tradición, su martirio, el día segundo de los idus de febrero, tuvo tres fases. En la primera, le desgarraron la carne con garfios y le arrancaron las uñas. La metieron en un tonel lleno de cristales y la lanzaron rodando por la calle que hoy se llama Baixada de Santa Eulàlia. La niña soportó los martirios sin inmutarse y se negó a abjurar de su fe. A continuación, la ataron al potro y le aplicaron brasas y fuego, pero los poderes de la niña hicieron que las llamas se apartaran de su cuerpo y quemaran en cambio a los verdugos. Por fin, Daciano ordenó que la clavaran desnuda a una cruz en forma de x.

      En la cruz tuvo lugar el más famoso de sus milagros: para ocultar su desnudez, su cabello creció mágicamente y una nevada milagrosa cayó sobre la ciudad, cubriendo el cuerpo de la niña. Al cabo de tres días en la cruz, unos cristianos la descolgaron y la enterraron en el sitio donde sus huesos pasarían cinco siglos, bajo la actual iglesia de Santa María del Mar.

      En 304, durante el mismo periodo que Daciano pasó en Barcelona, fue martirizado otro gran mago, sant Cugat. De origen africano, Cugat llegó a la Península en busca de martirio y fue hecho preso en el camino que iba de Barcino a Egara. En la cárcel, fue entregado al prefecto Galerio para que lo torturaran. Los verdugos perdieron la vista y el prefecto murió, mientras que Cugat fue mágicamente curado de sus heridas. El nuevo prefecto, Maximiano, ordenó crueles tormentos que no tuvieron efecto, mientras que él moría presa de las llamas. Por fin, el tercer prefecto, Rufo, escarmentado por sus predecesores, no aplicó tormento al mártir, sino que lo hizo degollar. El martirio tuvo lugar en el campamento militar llamado Castrum Octavianum, donde hoy se levanta el Monestir de Sant Cugat.

      En el mundo paleocristiano, el término «santo» equivale a mártir.