Juan José López Martínez

Traumatología deportiva en el fútbol


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existe además un esfuerzo físico con alto componente dinámico y elevada intensidad y duración. Las altas demandas y el estrés a que es sometido el corazón durante un partido de competición determinan la importancia de identificar cualquier anomalía que pueda suponer un riesgo vital en una situación de alta exigencia como es el fútbol profesional.

      El objetivo del reconocimiento cardiovascular es identificar cualquier enfermedad, lesión o patología cardíacas que puedan suponer un riesgo vital o interferir con la práctica deportiva, bien porque el deporte pueda agravar dicha enfermedad o bien porque pueda desencadenar una complicación aguda, como es la muerte súbita del deportista.

      Figura 3.2. Equipo necesario para un reconocimiento cardiológico completo: electrocardiograma, prueba de esfuerzo y ecocardiograma.

       Componentes del reconocimiento cardiológico

      Tal como se recoge en diferentes guías, el consenso actual es que todo reconocimiento médico del futbolista debe incluir una adecuada historia clínica tanto familiar como del propio deportista, así como una exploración física y un electrocardiograma como pruebas básicas (Maron, 2007; Corrado, 2005). Estas pruebas son efectivas respecto al coste que suponen, y en caso de que aparezcan hallazgos de sospecha tras ellas, deben hacerse pruebas adicionales (Bessem, 2009).

      La ecocardiografía ha sido añadida en algunos programas de reconocimiento como una prueba básica, al permitir valorar mejor la estructura y función cardíacas. En este sentido, la FIFA y la UEFA han ido un paso más allá y actualmente, en las normativas reguladoras de todas sus competiciones, recomiendan incluir al menos una ecocardiografía en el historial médico del futbolista, y de forma obligada antes de los 21 años.

      1.Antecedentes en familiares de primer grado. Debe prestarse atención a los antecedentes de muerte súbita o prematura antes de los 35 años, y especialmente a enfermedades hereditarias, como miocardiopatía hipertrófica, miocardiopatía dilatada, síndrome de QT largo, síndrome de Marfan o enfermedades de la aorta y arritmias clínicamente importantes.

      2.Antecedentes personales. Hay que considerar cualquier historia previa de soplo cardíaco o de hipertensión arterial. La existencia de pérdidas de conocimiento o síncopes debe ponerse en claro, sobre todo si han ocurrido durante el ejercicio o inmediatamente después. Asimismo, se debe interrogar sobre la aparición de molestias inexplicadas de esfuerzo, como dolor u opresión torácicos, disnea o fatiga excesiva, y palpitaciones.

      3.Exploración física. Se tiene que valorar cuidadosamente la presencia de soplos o ruidos anómalos en la auscultación, así como la simetría de los pulsos arteriales a nivel radial y femoral. La tensión arterial siempre debe tomarse en reposo (normal <140/90 mmHg), y si está elevada, debe evaluarse.

      La historia familiar y personal, junto con la exploración física, sirve ya de cribado inicial. Ante cualquiera de los hallazgos de la tabla 3.1, debe remitirse el futbolista al cardiólogo.

Antecedentes familiares
Muerte súbita antes de los 35 años
Cardiopatía en familiares vivos antes de los 50 años
Antecedentes personales
Soplo cardíaco
Hipertensión arterial
Síncope o mareo con el esfuerzo
Fatiga o disnea excesiva con el esfuerzo
Dolor torácico con el esfuerzo
Palpitaciones rápidas
Exploración física
Soplo en la auscultación cardíaca
Tensión arterial elevada
Pérdida o asimetría de pulsos arteriales femorales/radiales
Estigmas de síndrome de Marfan

      4.Electrocardiograma en reposo. Es una prueba fundamental y se debe hacer siempre en cualquier evaluación deportiva (figura 3.3). Actualmente existen diversos documentos de consenso que establecen de forma clara y pormenorizada qué hallazgos anormales deben hacer sospechar la presencia de una cardiopatía (Corrado, 2010; Uberpo, 2011; Drezner, 2012).

      En la tabla 3.2 se muestran los hallazgos comunes y relacionados con la adaptación al entrenamiento y los que no han de considerarse relacionados, por lo que conllevan una valoración más detallada por un cardiólogo.

      Figura 3.3. Realización de un electrocardiograma en reposo durante el reconocimiento médico a un deportista profesional.

–Bradicardia sinusal
–Bloqueo auriculoventricular de primer grado
–Bloqueo incompleto de rama derecha
–Repolarización precoz
–Arritmia sinusal o respiratoria
–Incremento aislado de voltaje del QRS

      En particular se debe prestar atención a:

      a)Un intervalo PR corto (<120 milisegundos), que puede corresponder a una preexcitación por vía accesoria (síndrome de Wolf-Parkinson White).

      b)Un intervalo QRS alargado por encima de 120 milisegundos, ante el cual siempre debe realizrse un ecocardiograma para descartar miocardiopatía.

      c)Un intervalo QTc largo, que debe corregirse por frecuencia cardíaca usando preferiblemente la fórmula de Hodges, que se afecta menos por frecuencias cardíacas bajas, tanto en decúbito como en bipedestación si existiesen dudas, y que debe ser menor de 470 milisegundos. En caso de aparecer prolongado se debe evaluar la posibilidad de un síndrome de QT largo.

      d)Anomalías del intervalo ST-T, sugestivas de síndrome de Brugada (figura 3.4) o de displasia arritmogénica de ventrículo derecho (figura 3.5). Ambas enfermedades son causa de muerte súbita en deportistas y deben evaluarse.

      e)Extrasistolia ventricular frecuente o compleja en forma de bigeminismo o taquicardia ventricular no sostenida (figura 3.6).

      Figura 3.4. Patrones de alteración del segmento ST-T en las derivaciones precordiales V1-V3 (o C1-C3) del electrocardiograma observable en el síndrome de Brugada. Tipo I: elevación descendente del segmento ST>2 mm en más de una precordial derecha, seguida de ondas T negativas. Tipo II: morfología en «silla de montar» con elevación del segmento ST>2 mm con ondas T positivas o isodifásicas. Tipo III: cualquiera de los dos anteriores si la elevación del segmento ST es <1 mm.

      La presencia de cualquiera de estas alteraciones, al igual que las referidas en la tabla 3.3, debe conllevar una valoración cardiológica realizada por un especialista, con la consiguiente contraindicación del deporte hasta completar el estudio, que incluirá pruebas adicionales, algunas de las cuales se detallan a continuación.

      Figura 3.5. Patrón de alteración del segmento ST-T en las derivaciones precordiales del electrocardiograma, observable en la displasia arritmogénica. Onda T negativa en V1-V3, con potenciales tardíos al final del QRS en forma de onda épsilon o deflexión negativa.

      Figura