Juan José López Martínez

Traumatología deportiva en el fútbol


Скачать книгу

y deben exigirse en todo el ámbito federativo, especialmente en las categorías inferiores. Este hecho quedó claramente demostrado en un estudio (Corrado, 2006) en el que la aplicación sistemática de reconocimientos deportivos se asoció a una importante reducción (10 veces menor) de la muerte súbita en deportistas (pasó de 1,5/100.000 y año a 0,15/100.000 y año).

      2.Consejo médico. Hay que ofrecer el adecuado consejo médico a los futbolistas con cardiopatía, para lo cual existen guías de consenso y actuación que especifican claramente, ante el hallazgo de una cardiopatía, qué tipo de contraindicación debe aplicarse y a qué deportes (Corrado, 2005; Maron, 2007).

      3.Educación del futbolista. Debe procurarse una conveniente educación del futbolista que incluya la presentación clara de los síntomas de alarma por los que debe consultar con su médico, y también cuáles son los riesgos asociados al uso de sustancias no permitidas en el deporte, que en ocasiones están también implicadas como desencadenantes.

      4.Equipos de reanimación. Es fundamental la dotación de equipos para reanimación avanzada en instalaciones deportivas, incluido un desfibrilador semiautomático (figura 4.3).

      Figura 4.3. Desfibrilador semiautomático, de obligada presencia en instalaciones deportivas.

      Evidentemente, también es necesario que el personal implicado en el cuidado del futbolista y los trabajadores de dichas instalaciones reciban una formación adecuada. La puesta en marcha de protocolos de actuación específicos, que incluyan un rápido reconocimiento, con soporte cardiopulmonar y desfibrilación precoz, también son esenciales, como plantea una reciente revisión al respecto (Kramer, 2012).

       BIBLIOGRAFÍA

      Corrado D, Basso C, Rizzoli G, Schiavon M, Thiene G (2003). Does sports activity enhance the risk of sudden death in adolescents and young adults? J Am Coll Cardiol, 42(11):1959-1963.

      Corrado D, Pelliccia A, Bjørnstad HH, Vanhees L, Biffi A, Borjesson M, et al. (2005). Cardiovascular pre-participation screening of young competitive athletes for prevention of sudden death: proposal for a common European protocol. Consensus Statement of the Study Group of Sport Cardiology of the Working Group of Cardiac Rehabilitation and Exercise Physiology and the Working Group of Myocardial and Pericardial Diseases of the European Society of Cardiology. Eur Heart J, 26(5):516-524.

      Corrado D, Basso C, Pavei A, Michieli P, Schiavon M, Thiene G (2006). Trends in sudden cardiovascular death in young competitive athletes after implementation of a preparticipation screening program. JAMA, 296(13):1593-1601.

      Harmon KG, Asif IM, Klossner D, Drezner JA (2011). Incidence of sudden cardiac death in national collegiate athletic association athletes. Circulation, 123(15):1594-1600.

      Kramer EB, Botha M, Drezner J, Abdelrahman Y, Dvorak J (2012). Practical management of sudden cardiac arrest on the football field. Br J Sports Med, 46(16):1094.

      Manonelles P, Aguilera B, Boraita A, Luengo E, Pons C, Suárez MP (2007). La muerte súbita en el deporte. Registro en el Estado español. Apunts Med Esport, 42:26-35.

      Maron BJ, Thompson PD, Ackerman MJ, Balady G, Berger S, Cohen D, et al. (2007). Recommendations and considerations related to preparticipation screening for cardiovascular abnormalities in competitive athletes: 2007 update. A scientific statement from the American Heart Association Council on Nutrition, Physical Activity, and Metabolism: endorsed by the American College of Cardiology Foundation. Circulation, 115(12):1643-1655.

      Maron BJ, Doerer JJ, Haas TS, Tierney DM, Mueller FO (2009). Sudden deaths in young competitive athletes: analysis of 1866 deaths in the United States, 1980-2006. Circulation, 119(8):1085-1092.

      Sheppard MN (2012). Aetiology of sudden cardiac death in sport: a histopathologist’s perspective. Br J Sports Med, 46(suppl. 1):i15-i21.

      5

       NUTRICIÓN, HIDRATACIÓN Y SUPLEMENTACIÓN EN EL FUTBOLISTA PROFESIONAL1

      Dr. F.J. Cuenca Muñoz

       NUTRICIÓN. INTRODUCCIÓN GENERAL

      La energía es necesaria para crecer, para elaborar procesos intelectuales como pensar o estudiar, para los diferentes procesos vitales internos (funcionamiento del sistema digestivo, renal, hepático…) y, en gran porcentaje, para el movimiento y el trabajo muscular.

      El cuerpo humano puede conseguir esta energía de tres fuentes diferentes: las proteínas, las grasas y los glúcidos, conocidos también como hidratos de carbono o carbohidratos. Estas tres sustancias, denominadas globalmente principios inmediatos, se encuentran en diferentes proporciones en los alimentos.

      La utilización de las proteínas como fuente de energía es pobre, ya que su función principal es plástica, pues dotan al cuerpo del material necesario para construir los músculos y otros tejidos. Las grasas sí son un buen combustible, y tenemos una gran cantidad almacenada bajo la piel, pero deben ser transportadas desde estos depósitos hasta su zona de consumo en los músculos. Se trata de un transporte efectivo, pero lento; por ello, son el combustible preferente en actividades de larga duración pero de baja intensidad, como andar, trotar o ir en bicicleta a un ritmo medio-suave.

      Los glúcidos o carbohidratos tienen la ventaja de que se almacenan en el interior de los músculos (en forma de glucógeno), de manera que su utilización puede ser inmediata. Permiten obtener una gran cantidad de energía por segundo, y ahí radica su importancia en actividades de alta intensidad como correr rápido, subir cuestas y, por supuesto, en la mayoría de los deportes de equipo, como es el caso del fútbol.

       Glúcidos (o hidratos de carbono)

      En el fútbol, los glúcidos suponen el combustible preferente y determinante de la actividad. De la posibilidad de disponer de un adecuado depósito de glucógeno en los músculos depende el rendimiento del futbolista a lo largo del partido, así como su capacidad de asimilación de los esfuerzos. Los hidratos de carbono tienen también una especial importancia en la prevención del sobreentrenamiento, la sobrecarga y las lesiones musculares.

      Vamos a ver en qué alimentos se encuentran los glúcidos o carbohidratos, y cómo deben gestionarse para conseguir esa energía.

      Los alimentos que contienen carbohidratos se pueden clasificar según el valor de su índice glucémico (IG), un valor que debe tenerse en cuenta, ya que cuanto mayor sea este índice, más rápido se absorben en el tubo digestivo y más rápidamente aumenta su concentración en sangre. A veces el incremento sanguíneo de glúcidos es tan alto que, si el músculo no los consume de inmediato, una parte de ellos no se asimilan y se transforman en grasa.

      El consumo de alimentos de alto IG puede ser importante durante la realización de ejercicio físico e inmediatamente después de terminar. Por otro lado, aquellos alimentos de bajo índice glucémico se absorben más lentamente y el sistema muscular tiene tiempo de incorporarlos casi en su totalidad. Estos alimentos deben predominar en la comida previa a las actividades físicas o deportes de alta intensidad, para llenar de energía los depósitos musculares y, sobre todo, y mucho más importante, en la comida posterior a la realización de un entrenamiento de alta intensidad o un partido.

      Durante las dos horas siguientes a la realización de un ejercicio que haya utilizado de manera importante como combustible las reservas de glucógeno intramuscular (un partido de fútbol, por ejemplo), la capacidad de asimilación de glucógeno tras la ingestión de alimentos ricos en glúcidos es del 150 % sobre la normal, y permanece aumentada hasta cuatro horas después del ejercicio. Transcurrido este tiempo, la influencia del ejercicio sobre la asimilación de glucógeno intramuscular es pobre.

      Algunos alimentos de alto IG son: azúcar, miel, plátano, dulces, galletas, pan blanco