forma un sistema jerárquico, elaborado sobre el principio de la correlación y la subordinación que garantiza una realización eficaz del potencial motor del individuo en el marco de una tarea motriz concreta. Según Alexiev M. A., Gurfinkel V. S., Schick M. y Gydikov A. (1970), dicha estructura dinámica posee las siguientes particularidades:
–el aparato motor tiene muchos grados de libertad;
–en cada movimiento natural toman parte varias decenas de músculos;
–en los movimientos naturales el funcionamiento de los distintos músculos está coordinado;
–cada músculo puede funcionar en régimen estabilizante y fásico, y participar en distintos movimientos;
–en los movimientos estabilizantes siempre se contiene un número de 2-4 diferentes correcciones en el tiempo;
–los movimientos que se distinguen por clases no son muchos;
–la cantidad de los movimientos realizados es bastante más baja que la de todos los movimientos biomecánicamente posibles;
–los errores en el complejo sistema cinemático no se suman, sino que existen movimientos en los que las desviaciones en el punto de trabajo son menores que en los eslabones intermedios.
Conforme a la concepción expuesta, la elaboración de los movimientos se estudia como una labor “minimizante” en lo que se refiere a las desviaciones de la trayectoria del movimiento realizado respecto a lo planificado. Es posible solucionar este problema sólo cuando el movimiento se estudia inseparablemente de la interacción externa. En la base del motor humano se halla no la simple secuencia de reflejos externamente determinados, sino un sistema complejo de procesos nerviosos, mucho más dinámico y funcionalmente flexible y adaptativa a los cambios en el entorno interno y externo del organismo. La regulación arbitraria de este sistema se elabora sobre la información presentada (su procesamiento y programación probable) y se realiza mediante la información operativa (el mando) y el control sobre la actividad (con la ayuda de la información inmediata por los canales del vínculo inverso). De este modo, la conducta del complejo sistema biosocial “deportista” se estudia como determinado a un nivel “fónico” más bajo y como estocástico a un nivel semántico más alto, lo que se considera primordial (determinante), porque refleja una forma de conducta cualitativamente más alta.
Los estudios intensivos de la evolución morfofuncional de las funciones motrices durante los últimos años nos han dado la noción de su organización por niveles. En este sentido merecen atención especial las ideas de Gelfand I. M., Tzeytlin M. L. y Gurfinkel V. S. (1960, 1966, 1971) para el conocido modo de regulación “matricial”. Conforme a este concepto, las estructuras dirigentes del cerebro, que se hallan a un nivel más alto, envían a las instancias medulares de un nivel más bajo no mandatos concretos (detallados) a los músculos, sino señales de conexión de unas u otras “matrices de regulación”. Estas últimas son sistemas de reglas anteriormente elaborados, localizados en los aparatos segmentarios de la médula espinal. De este modo el hábito motor se puede considerar como un proceso que transcurre dentro del marco de las matrices de regulación, cuya realización se determina por el tipo eventual de dependencias entre los eslabones del aparato laboral. Sobre esta base se formuló también el “principio de la interacción menor” según el cual el complejo sistema multigradual de regulación de los movimientos se estudia como un conjunto de subsistemas que poseen autonomía relativa. Cada uno de éstos tiene su tarea “personal” según el tipo de movimiento dado, lo que disminuye los grados de libertad del aparato motor y hace que el movimiento sea regulable, es decir, ejecutable. Esta concepción está en plena correspondencia con uno de los principios fundamentales de la cibernética, el de la “simplificación de la complejidad”, es decir, para la “diversidad necesaria” formulado por Eshby U. R. En este sentido, la automatización de los actos motores es una aspiración de los niveles superiores de minimizar su interacción con los niveles inferiores.
Dichos mecanismos de regulación de los movimientos han sido comprobados experimentalmente en muchas investigaciones (Delgado H., 1971; Granit R., 1973; Kotz M., 1975, etc.). Con la ayuda de métodos electrofisiológicos modernos se descubrieron mecanismos importantes en los sistemas de regulación de la actividad motriz. Schick M. L. ofrece un modelo del sistema de regulación de los movimientos en general a tres niveles distintos de organización. El primer nivel consta de las secciones superiores del cerebro que garantizan las locomociones por vía de la activación del “área locomotriz”, enviando hacia ésta un flujo de impulsos excitantes. La intensidad de la actividad motriz (por ejemplo el cambio de correr a caminar y viceversa) se logra aumentando o disminuyendo el flujo excitante. El segundo nivel comprende el “área locomotora”. Dicho nivel realiza el régimen necesario de trabajo, es decir, los parámetros de frecuencia de los impulsos de las neuronas. Por otra parte, éste forma un sistema de interacción entre las así llamadas “sinergias” de grupos. El tercer nivel, el medular, realiza la regulación directa de los músculos y las extremidades. Para garantizar una actividad motriz normal, debe ingresar una aferentación cíclica en las secciones superiores del cerebro que se compare con el programa del acto motor. Las funciones de programación, comparación y corrección con la ayuda del impulso aferente pertenecen a los sistemas localizados en las secciones frontales del cerebro.
Las ideas expuestas más generales de la regulación del motor humano en el deporte muestran que en la base de su estructura dinámica se halla la correlación y la condicionalidad entre los procesos de diferenciación e integración de los elementos dinámicos, su promedio estadístico (probable) donde surgen nuevas cualidades del sistema complejo (la así llamada emergencia) ausentes en cada uno de sus elementos (Eshby U. R., 1959). Como resultado de esto, el sistema motor representa un todo orgánico que reacciona y se perfecciona funcionalmente.
1Viner, N. “Cibernetics of control and communication in the animal and machine”, 1948.
2Verkhoshansky Y., 1989
3La entropía es la medida de lo indefinido (lo desconocido).
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