Tsvetan Zhelyazkov

Bases del entrenamiento deportivo


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menos importantes la “reacción de espera” disminuye proporcionalmente su efectividad. Este hecho se halla en plena correspondencia con la teoría de los sistemas funcionales de Anojin P. K., según la cual es imposible efectuar simultáneamente en la célula y con igual efectividad reestructuraciones que aseguren su resistencia a varios estímulos. En este caso su actitud es selectiva: elige y, respectivamente, gradúa los que provocan las alteraciones más esenciales en el organismo y, en correspondencia con ello, “pasa” a la formación de una reacción específica de espera, orientada precisamente hacia la compensación de dichas alteraciones. Esta actividad específica del proceso adaptativo está influida tanto por la fuerza y el carácter de las influencias externas, como por su periodicidad. De lo contrario, la reacción de espera se extingue rápidamente –se reprime la actividad funcional de los sistemas y se destruyen las modificaciones estructurales surgidas vinculadas con las proteínas recién sintetizadas.

      La función de regulación y dirección del proceso adaptativo se expresa ante todo en los cambios estructurales y funcionales, que dependen no sólo de la naturaleza del estímulo, sino también de la del propio organismo. La actividad de las reacciones adaptativas se manifiesta en este caso por un sistema de procesos reguladores que mantienen la constancia de las estructuras y de las funciones del organismo a distintos niveles. Este sistema, conocido en biología como homeostasia, se caracteriza por una admirable plasticidad de sus mecanismos adaptativos. Son numerosas las investigaciones que muestran que el dinamismo de los procesos adaptativos, efectuados en las distintas etapas de la preparación deportiva, se diferencia por una determinada sucesión.

      Ante todo se activan los procesos bioquímicos que se distinguen por una regulación compleja y para cuya garantía se necesita la participación de un gran número de funciones fisiológicas. Un ejemplo típico es la respiración de los tejidos.

      Los cambios adaptativos, vinculados con el desarrollo de las capacidades aerobias, transcurren muy lentamente y requieren un continuo período de entrenamiento. Se desarrollan de manera muy lenta también los cambios de adaptación, vinculados con las síntesis de las proteínas específicas que garantizan la alta capacidad contráctil de los músculos. Pero, al desarrollarse paulatinamente bajo la influencia del entrenamiento, ¡estos cambios se conservan largo tiempo en el nivel alcanzado!

      Se desarrollan con mucho mayor rapidez bajo la influencia de las cargas físicas aquellos cambios adaptativos que se relacionan con la participación del proceso glucolítico anaerobio. Pero éstos desaparecen rápidamente después de suspender las cargas de entrenamiento. Éstas y una serie de otras peculiaridades del proceso adaptativo se deben conocer bien, porque sobre ellas se forma toda la diversidad de los medios y métodos de entrenamiento.

      La actividad y la especificidad del proceso de adaptación revelan con mayor plenitud su naturaleza en la capacidad de los sistemas vivos para crear estructuras de reacciones anticipadas, es decir, anticipar la marcha de los acontecimientos sucesivos en el mundo exterior, reproduciendo los importantes factores vitales del ambiente con los que se encontrarán en el futuro. Dichos “modelos del futuro indispensable” (Bernstein N. A., 1966) o “aceptor de la acción” (Anojin P. K., 1962) convierten el proceso adaptativo en un sistema sumamente fiable y activo para un equilibrio dinámico con el medio ambiente. Algunas investigaciones sistemáticas, realizadas en los últimos años, han comprobado que el reflejo anticipado es una manifestación regular de la vida que permite a los organismos, con la ayuda de las relaciones de reflejo condicionado y todo el aparato de regulación, asomarse profundamente al futuro y construir unos modelos sumamente precisos de la actividad futura. Esta peculiaridad del proceso de adaptación halla su manifestación suprema en el ser humano bajo la forma de actividad eurística y científico-pronóstica.

      A la luz de las ideas expuestas el entrenamiento deportivo debe estudiarse como un “instrumento” sumamente eficaz para influir de manera activa y oportuna sobre la naturaleza biosocial del ser humano con el fin de desarrollar, perfeccionar y manifestar sus capacidades motrices e intelectuales. Con este objetivo hay que conocer tanto las influencias del entrenamiento (la carga), así como las modificaciones funcionales del organismo (la fatiga y la recuperación) que provocan unos cambios adaptativos duraderos para elevar la capacidad de trabajo (el estado de entrenamiento y la forma deportiva) y alcanzar altos resultados deportivos.

      El perfeccionamiento deportivo se caracteriza ante todo por su estructura multifacética y las relaciones complejas de causa y efecto que no siempre se someten a una observación directa. Son inabarcables desde el punto de vista de las ideas pedagógicas tradicionales sobre la organización del proceso de entrenamiento y pueden entenderse sólo sobre la base de los principios generales de la regulación formulados por la cibernética.

      El surgimiento de la cibernética es una etapa notable en el desarrollo del conocimiento humano sobre la naturaleza y la sociedad. Las ideas principales para su aparición se generan a mitad de la década de los años treinta y durante la Segunda Guerra Mundial con los esfuerzos mancomunados de biólogos, matemáticos, físicos, ingenieros y otros técnicos.

      Las obras fundamentales de K. Shenon, D. Noyman, A. Kolmogorov y el primer libro de generalización de N. Viner, “Cibernética de control y comunicación en el animal y la máquina”1 (1948), tienen una importancia especial para crear el núcleo de la cibernética. La denominación se ha dado por analogía con el griego antiguo –”kibernetes” = “timonel”–, es decir, la habilidad para manejar un barco. Se considera que el primero en emplear dicho término en un plano científico fue el filósofo griego Platón (427-347 a.C.) como arte de gobernar la sociedad. Mucho más tarde, apenas en 1843, surge la “cibernética” en la sistematización de las ciencias sociales del matemático y físico francés A. Ampère como ciencia para gobernar el Estado.

      Por su esencia la cibernética es una ciencia muy general para gestionar complejos sistemas dinámicos mediante los procesos informativos que se efectúan en éstos o entre éstos y el medio ambiente. Por consiguiente, el concepto de “sistema” ocupa un lugar central en la cibernética, porque sin el sistema, fuera o independientemente del mismo, no puede existir la gestión. La característica fundamental del sistema consiste en un gran número organizado de elementos mutuamente vinculados en un todo único con un objetivo general.

      La complejidad de un sistema se puede estudiar ante todo desde dos puntos de vista:

      –como complejidad de la estructura, es decir, la diversidad de los eslabones y las relaciones que informan sobre el estado del sistema;

      –como diversidad de actividades, es decir, los distintos estados en que se puede hallar o transformar el sistema (de equilibrio, transitorios, periódicos).

      La transformación de un sistema dado de un estado a otro es de importancia excepcional para su funcionamiento y estabilidad. Según U. R. Ushby, la estabilidad es una de las cualidades más notables del sistema y está estrechamente vinculada con la invariancia, es decir, a pesar de que el sistema soporta una serie de cambios, conserva algo inalterable. Es la así llamada adaptación o capacidad para acomodarse a los cambios del ambiente. Está desarrollada en sumo grado en los organismos vivos, cuyos mecanismos se reconstruyen rápidamente y mantienen el sistema en un estado estable. En este proceso complejo y multifacético destaca ante todo el mecanismo fisiológico para ahorrar (optimizar) las funciones, es decir, conservar la homeostasia del sistema con el menor gasto de materia, energía e información.

      Es imposible estudiar y optimizar los procesos de gestión sin aclarar la esencia del concepto de “información”. Según N. Viner, a pesar de hallarse en estrecho vínculo con los procesos energético-materiales, la información no es materia ni energía. De hecho, es la que se halla más estrechamente vinculada con el reflejo, que es atributo de la materia. La cibernética adopta la información como medida de la variedad de objetos y procesos que por su parte siempre generan, conservan, transfieren o consumen información. Por tanto, el proceso informativo es de tal manera un reflejo de la estructura interna y del ambiente