Tsvetan Zhelyazkov

Bases del entrenamiento deportivo


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ante todo (una condición necesaria del proceso informativo) y, en segundo lugar, reflejada por un sistema de autorregulación, es decir, debe adquirir sentido y valor para transformarse finalmente en un factor de la gestión (la regulación) de dicho sistema. De este modo el concepto de “información” se convierte en una categoría específica de descripción de los procesos y fenómenos junto con las categorías “materia”, “movimiento”, “espacio” y “tiempo”.

      El enfoque cibernético hacia el proceso del entrenamiento deportivo puede determinarse esquemáticamente como una relación de lo general hacia lo particular, es decir, como las leyes generales de la regulación, reveladas por la cibernética, se manifiestan en el caso particular de la regulación: perfeccionamiento de la estructura y las funciones del organismo humano en las condiciones de la actividad de entrenamiento y competitiva. El empleo de dichas leyes de regulación, la transformación de la información y el análisis de los complejos sistemas dinámicos es una de las vías más progresistas para el desarrollo de la teoría y la práctica del deporte. Precisamente desde estas posiciones el objeto de la regulación en el proceso de entrenamiento –el organismo vivo– representa un complejo sistema de relaciones vinculadas dinámicamente tanto entre sus eslabones internos (sistemas, órganos y partes) como con el ambiente externo. La adaptación activa a este ambiente es la esencia del entrenamiento deportivo que, desde las posiciones de la cibernética, se puede considerar tanto como un proceso, como un complejo sistema dinámico: el papel del subsistema dirigente lo ejerce el pedagogo deportivo (el entrenador) y el del subsistema dirigido y autorregulador, el deportista (fig. 3.2).

      La esencia de la regulación consiste en transformar el sistema dirigido de un estado en otro (previamente planificado) mediante una influencia sobre sus variables. Esto se efectúa mediante una carga de entrenamiento, es decir, la señal de entrada, y el resultado de dicha influencia, la señal de salida, que serán las desviaciones y modificaciones de los tejidos, órganos y sistemas del organismo.

      El carácter informativo de la carga de entrenamiento se determina por la relación de doble sentido entre las influencias externas (la carga física) y los cambios adaptativos en el organismo del deportista. Como todo proceso de regulación, la influencia en vía de formación de los medios y métodos de entrenamiento está relacionada con la elaboración de la información: unas específicas señales que entran en el sistema y ejercen una u otra influencia sobre su estado. La esencia material del proceso informativo se contiene en las señales, portadoras de la respectiva información. Son los ejercicios físicos con sus características espaciales, temporales y de fuerza. El valor informativo de estas últimas se determina tanto por la cantidad y la calidad (la utilidad) de la información entrante, como por la capacidad receptora del sistema. En otros términos, la información dirigente se contiene en el algoritmo de las influencias externas sobre los parámetros morfofuncionales del organismo, y su parte elaborada, conocida como “efecto neto”, en los respectivos cambios adaptativos de sus vínculos internos y externos.

      Por consiguiente, la esencia física de la información, su naturaleza material, se relaciona con la magnitud y la estabilidad de los cambios estructurales y funcionales del organismo como función de la fuerza, la secuencia y la cantidad de los estímulos que actúan sobre el organismo en el proceso de entrenamiento. Pero, como subraya Verkhoshansky Y. (1970), si cada carga de entrenamiento es un estímulo, no todos los estímulos llevan una partícula de información dirigente sobre el estado dado del sistema. Se hace evidente que el progreso de la metodología del entrenamiento está vinculado de forma inseparable con el aumento del valor informativo de los complejos utilizados por las influencias reguladoras. Este problema fundamental de la teoría del deporte se resuelve mediante el estudio de la capacidad del organismo como un sistema biosocial para recibir, procesar y conservar información según su estado funcional. Del bloque-esquema principal se deriva que el resultado inmediato de la carga física es el así llamado efecto de entrenamiento inmediato, que se manifiesta por la reducción o el agotamiento de la capacidad de trabajo como consecuencia de procesos activos de desasimilación. Dicho en otros términos, se llega a un estado de fatiga parcial o global, cuyos magnitud y carácter provocan el despliegue de procesos activos de recuperación para su eliminación y para recuperar el equilibrio dinámico (la homeostasia) del sistema con una fase posterior de supercompensación (véase IV.1.1). En otros términos, la carga y la recuperación, independientemente de su orientación contraria, deben estudiarse como dos fases mutuamente relacionadas del entrenamiento deportivo: la carga, como un proceso de producción y acumulación de fatiga; la recuperación, como un proceso de eliminación de la fatiga (Iliev Il., 1996). La suma del crecimiento neto y la capacidad de trabajo del organismo, como función del tiempo, conduce al así llamado efecto acumulativo de entrenamiento, con sus características estables de elevada adaptación general y especial, respectivamente, hasta alcanzar altos resultados deportivos.

      Se hace evidente que para optimizar las cargas de entrenamiento, es decir, para aumentar su “potencial entrenamiento”2 es de suma importancia la fiabilidad de la información sobre la magnitud y el carácter de la fatiga, la dinámica y los procesos de recuperación, así como sobre el efecto acumulativo del entrenamiento. Precisamente sobre esta base se pueden buscar las combinaciones más eficaces de los distintos componentes de la carga, conforme a las etapas de la preparación y la especificidad de la correspondiente actividad motriz.

      La realización práctica de este ciclo cerrado y su elevación periódica a un nivel cualitativamente nuevo dependen de una serie de circunstancias de las que las más esenciales son dos:

      •la información más completa y fiable sobre los cambios en el sistema dirigible “deportista” y su orientación oportuna hacia el sistema dirigente “entrenador” por la vía del vínculo inverso;

      •procesamiento y análisis rápido y preciso de la información obtenida por el eslabón dirigente y selección de la variante óptima para introducir correcciones en el siguiente programa de entrenamiento.

      Dicho intercambio bilateral de información requiere un alto grado de organización de todo el sistema (el entrenamiento deportivo), es decir, el logro de un máximo efecto con unos gastos materiales, energéticos e informativos relativamente bajos. De hecho, es la así llamada optimización del proceso de entrenamiento, es decir, la selección de la variante más oportuna de todas las posibles.

      La complejidad de la regulación en el proceso de entrenamiento consiste en los intentos por influir sobre el sistema de autorregulación (el organismo), cuya conducta desde el punto de vista de la cibernética puede definirse como estadísticamente determinada (Eshby U. R., 1964); es decir, se define por sus propias leyes, gran parte de las cuales se desconocen. La regulación de semejantes sistemas tiene carácter estocástico, es decir, el resultado de la influencia reguladora no se puede pronosticar de una manera simple. De este modo, la gran entropía3 no permite elaborar modelos precisos del estado inicial, restringe los métodos de observación sobre los cambios dinámicos y sus mecanismos, y, finalmente, (según Amosov N. A., 1968) obstaculiza el formular claramente el propósito de la regulación, es decir, elaborar un modelo para el estado final del sistema dirigido. El modelo es sumamente general, poco claro, ante todo cualitativo. Falta una característica cuantitativa de sus parámetros básicos.

      A las razones objetivas hay que añadir también otra complejidad de la regulación: su carácter indirecto. Por ejemplo, el estado funcional (fuerza, resistencia, rapidez, etc.) no se puede mejorar de una manera directa. Esto se hace posible mediante el así llamado efecto acumulativo de entrenamiento como resultado de la influencia global de cada entrenamiento: efecto de entrenamiento inmediato. La valoración (objetivación) de estos dos efectos se elabora sobre una serie de criterios, a veces totalmente contradictorios. Por eso tenemos una regulación en el sentido estricto de la palabra sólo en relación con la conducta del deportista (Zatziorsky V. M., 1968), lo que genera otro tipo de efecto de entrenamiento,