Tsvetan Zhelyazkov

Bases del entrenamiento deportivo


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y funcional se efectúan cambios inevitables. Conforme a las concepciones modernas (inclusive la Carta Europea del Deporte) distinguimos tres esferas objetivas del deporte de una relativa independencia.

      Deporte para todos. Este término, propuesto por el Consejo de Europa en 1966 y aprobado por consenso por todos los países europeos, encierra “una enorme variedad de formas de actividades físicas y prácticas deportivas con grandes posibilidades. El juego libre y espontáneo, el placer, el recreo, la consecución de la forma física y la disminución de la tensión tienen una importancia primordial”. El resultado deportivo se estudia también como función de “la actividad lúdica voluntaria que exige un esfuerzo físico y psíquico realizado fuera del medio profesional y de las responsabilidades laborales”.

      Los programas de deporte para todos se relacionan con gran frecuencia con las actividades de educación y mejora de la calidad de vida, estimulando la conducta y el modo de actuar que prestan ayuda a la salud, al equilibrio físico, moral y psíquico, a la lucha contra el consumo de alcohol, cigarrillos, drogas, etc., mediante la divulgación de conocimientos sobre los valores del medio ambiente y la herencia cultural.

      Deporte en los centros docentes. Incluye formas organizadas de actividad de entrenamiento y competición como parte integral de los programas estatales de educación física para todos los niveles del sistema educacional. La práctica mundial durante los últimos años ha comprobado que el deporte escolar, conforme a la edad biológica de los escolares y sus preferencias hacia un determinado tipo de actividad motriz, se impone cada vez más como elemento fundamental de los sistemas modernos de educación física. Es sumamente importante su papel para descubrir a jóvenes con talento deportivo.

      Deporte de alto rendimiento (gran deporte). Esta definición condicional incluye una actividad de entrenamiento y competición sistemáticos, altamente intensiva y científicamente fundamentada para alcanzar máximos resultados deportivos. Con este objetivo se ha creado un sistema de instituciones internacionales y nacionales para la dirección y la coordinación de la actividad de competiciones deportivas, tanto para el deporte de aficionados, como para el deporte profesional.

      Las tres esferas objetivas del deporte moderno poseen una estrecha relación mutua. Por ejemplo, el movimiento “Deporte para todos” es una premisa fundamental sobre el nivel del deporte en los centros docentes y en el ejército. Éste, por su parte, crea las condiciones para la selección de talentos deportivos y su manifestación en el gran deporte. Los logros de los deportistas más destacados ejercen también una influencia estimulante para el desarrollo del movimiento deportivo y del deporte infantil y adolescente. De este modo, el deporte se transforma en una concepción global sobre la naturaleza biosocial del individuo que contiene en sí todas las formas de la actividad motriz: desde las sesiones libres con ejercicios físicos y juegos recreativos hasta la estrictamente reglamentada actividad de entrenamiento y competición para los altos logros deportivos.

      Pierre de Coubertain, el fundador de los Juegos Olímpicos modernos, ha determinado el deporte como un medio de perfeccionamiento y demostración de la fuerza física en términos equitativos y honestos, en cuya base debe figurar un “sentimiento religioso transformado” de aspiración patriótica, internacional y democrática. En la creación de “una elite de hombres enérgicos y valientes con un destacado amor hacia el esfuerzo”, el humanista burgués y democrático veía un hermoso ejemplo para divulgar el deporte y “mejorar la salud del individuo y de la sociedad”.

      Este espíritu de Coubertain ha llamado la atención de un gran número de hombres públicos, pedagogos, médicos, científicos que ven en el deporte una prometedora alternativa de los sistemas conservadores de la educación física para quienes el deporte es una actividad con un objetivo propio y espectacular (Anguerstein, 1888; Lesgaft P., 1909; Ebert G., 1925; Gaulhofer K. y Shrayhard M., 1930 y otros).

      El renacimiento de los Juegos Olímpicos da un fuerte impulso al deporte competitivo y espectacular y a la formación de un nuevo modelo donde se reflejan con claridad los rasgos distintivos de la sociedad industrial moderna. De este modo, el deporte sale de la esfera de la iniciativa privada y de “elitista” se convierte en un movimiento de masas como “proceso histórico de creación, divulgación y asimilación de valores materiales y espirituales de la cultura”. Este momento en el desarrollo del olimpismo como uno de los fenómenos sociales más potentes de nuestros tiempos es muy importante, ya que introduce elementos cualitativamente nuevos en las funciones sociales del deporte.

      En este sentido, es una prueba convincente la importancia creciente de sus funciones educativas e integradoras en las nuevas condiciones de aproximación socio-económica y cultural entre los Estados en el período de postguerra. La fuerza unificadora del olimpismo, como filosofía y movimiento social, logra su triunfo en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, donde participa un gran número de países sin tener relaciones diplomáticas oficiales tanto entre sí como con el país anfitrión. De este modo, el deporte olímpico sale de la esfera de la contemplación pasiva y se convierte en un factor potente contra la discriminación ideológica, política, religiosa y racial. Podemos afirmar con certeza que hoy en día en el mundo no hay semejante organización política, científica, cultural o internacional que haya podido superar tan exitosamente las barreras nacionales y haya podido crear federaciones y uniones internacionales eficaces para alcanzar los objetivos anteriormente indicados.

      Esto es resultado de la política reformista de J. A. Samaranch, ante todo su enorme capacidad laboral, insistencia y flexible estrategia del compromiso admisible para conservar y desarrollar los valores imperecederos del movimiento olímpico.

      La celebración de los Juegos Olímpicos cada cuatro años crea las necesarias premisas organizativas, socioeconómicas, culturales y científico-metodológicas para alcanzar altos resultados técnico-deportivos como manifestación cumbre de la naturaleza biosocial del individuo en la esfera de la actividad motriz. Según Woll A. (1970), sobre esta función básica del deporte olímpico aún no se tiene plena conciencia por parte de todos, pero su influencia sobre la “emancipación” ulterior de todo el deporte irá creciendo incesantemente. Las causas para esto son objetivas y forman parte del gran problema para la revelación máxima de las posibilidades del ser humano en todas las esferas de su actividad: la producción, la ciencia, el arte, la cultura e incluso el deporte.

      Una de las tendencias fundamentales en el desarrollo del deporte olímpico es su profesionalización. La valoración de este proceso es compleja y contradictoria a través del prisma de los criterios filosóficos, culturales y morales del olimpismo.

      Es sabido que el potencial prestigioso, espectacular y propagandístico de los Juegos Olímpicos, de los Campeonatos Mundiales y Europeos y de otros torneos vincula de forma inevitable el deporte con enormes inversiones financieras en la radio y la televisión, la construcción, el comercio y los servicios, la actividad editorial, el negocio con los juegos de azar y muchos otros. Bajo la influencia de los factores señalados se efectúa una perfilación singular del deporte, tanto en plan nacional como internacional. En relación con esto, merece especial atención la política del COI y de las Federaciones Deportivas Internacionales para la financiación del deporte de elite de amateurs y su paulatina profesionalización. Esto se manifiesta en los considerables salarios que cobran los jugadores bajo la forma de primas, compensaciones para el horario de trabajo, dietas, tratamiento y recuperación y mejora de las condiciones materiales de vida, etc. sin los cuales es imposible efectuar una preparación sistemática y una intensa actividad competitiva. Independientemente de las críticas emotivas de dicha política, ésta debería aceptarse como una alternativa sensata a la comercialización violenta y desatada que amenaza al deporte con una deformación total de sus valores estético-humanos y culturales. Es indiscutible que esta política crea las condiciones favorables para perfeccionar los sistemas de preparación deportiva y elevar el nivel de los resultados técnico-deportivos. De modo paralelo con esto surgen también una serie de problemas de índole psicológica, moral y de salud que se han de resolver sobre una base netamente científica, siendo una profilaxis necesaria contra ciertas tendencias de deformación de