un repliegue aumentando la densidad hacia la propia portería, priorizando en el principio de protección de ésta. En los tres casos se alteran los tiempos de la jugada de ataque contrario, los dos primeros la presionan y el tercero la retrasa favoreciendo el repliegue de los compañeros más adelantados.
Amplitud versus concentración
El equipo que tiene la posesión del balón debe saber aprovecharse de todas las zonas del campo, ocupando también la zona contraria donde está el balón, con el objetivo de abrir la defensa contraria y tener más opciones de ataque cuando no es posible la verticalidad.
Por el contrario, los jugadores del equipo que defiende tienen que reducir la distancia entre ellos para garantizar la superioridad numérica en la zona del balón (lado fuerte), dejando más o menos libre (según las características de los contrarios) la zona opuesta (lado débil). Cuanto más se acerca el balón a la propia portería, más se reduce la distancia en sentido vertical y horizontal, sin llegar a superponerse las líneas, respetando el concepto de escalonamiento.
Movilidad versus equilibrio
Sin movilidad es muy difícil, por no decir imposible, que se generen jugadas de peligro en ataque, por eso, los jugadores tienen que saber cómo y cuándo moverse para crear espacios si éstos no se manifiestan. A veces, el movimiento de un jugador es una señal (praxema, véase p. 90) para que otros jugadores se beneficien del movimiento con el objetivo de ocupar nuevos espacios y evitar que dos o más compañeros de equipo ocupen la misma zona.
Para defender un equipo muy móvil, es importante que los jugadores no se pongan a perseguir a los contrarios en cada zona del campo, priorizando la cobertura mutua (equilibrio) más que la marca individual, dependiendo también de si hay superioridad numérica en defensa o no, y tomando como referencia no sólo al oponente directo sino también el balón, la portería, los compañeros y los adversarios.
Imprevisibilidad versus control y limitación
Es conveniente que el equipo que ataca provoque incertidumbre a los contrarios para aumentar sus tiempos de reacción y provocar que se hagan más eficaces las jugadas de ataque. Para que esto suceda, los atacantes no tienen que repetir siempre la misma jugada (hay que desarrollar variedad táctica y motriz); los jugadores, según su potencialidad, deben ser tan creativos como para resultar lo bastante imprevisibles o, por lo menos, si repiten las mismas soluciones tácticas sería importante variar el ritmo de ejecución de éstas y hacer movimientos de engaño para aumentar, como anteriormente se ha dicho, las variables de incertidumbre de los defensores.
Por delante de la creatividad y la imprevisibilidad, el arma más eficaz para un defensa es la racionalidad. Siempre se considera que un buen defensor es aquel que no asume ningún riesgo inútil, que sabe valorar si entrar o acompañar al oponente poseedor del balón, que sabe leer las situaciones y que sabe preverlas; en resumen, que sabe limitar y controlar al atacante calculando las posibles consecuencias de cada elección.
En definitiva, vamos a esquematizar los conceptos tácticos del juego de la siguiente forma, tomando como referencia el gráfico de los principios de juego de Ferrari (2001), modificado:
Gráfico 3. Conceptos tácticos del juego
1. El «efecto mariposa» es un concepto que hace referencia a la noción del tiempo, a las condiciones iniciales dentro del marco de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en ciertas formas completamente diferentes. Sucediendo así que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a medio o corto plazo de tiempo. Su nombre proviene de las frases: «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino) o «el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo» así como también «el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo» (Wikipedia).
2. «Golpea y corre».
3. Las aportaciones de Lillo y Caneda han sido extraídas de la experiencia profesional de los propios autores junto a éstos, por lo que no existe ninguna bibliografía al respecto.
4. Estos conceptos han sido tomados de la escuela italiana (Ferrari, 2001), por lo que en algunos casos se puede encontrar cierta similitud con otros citados por Antón (1998).
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