Jorge Castelo

Tratado general de fútbol


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de comportamientos técnico-tácticos de los jugadores, representando así una fuente que permite actuar sobre la realidad del juego, es decir, en la solución de las situaciones momentáneas del juego. Sus principales características son que resultan conscientes y simples, que poseen cierto grado de generalización, que concurren en la planificación, selección y ejecución de la acción en estrecha relación con los mecanismos motrices y que participan en la explicación de la acción.

      NIVELES

      El fútbol se desarrolla en un extenso espacio de juego (como término medio, 325 m2 por jugador) con un elevado número de elementos (11) que pertenecen a cada uno de los equipos en confrontación. Se deriva de esta lógica constatación del juego del fútbol la existencia, sin la cual el juego no podría evolucionar en el sentido positivo, de una acción coordinada de todos los jugadores en cualquier momento del juego, que en un primer análisis ha de estar dirigida por sus misiones tácticas específicas, que se derivan de su posicionamiento dentro del sistema táctico del equipo. La atribución de estas misiones tácticas obliga a los jugadores a mantenerse constantemente atentos y activos, influyendo e influyéndose por el desarrollado del juego. Buscan en este sentido contribuir al desarrollo eficaz del proceso ofensivo o defensivo en el que su equipo está inmerso en la preparación de una de estas fases fundamentales del juego independientemente de si su equipo posee o no el balón. Para que el correcto desarrollo del juego sea una realidad, es fundamental que el jugador sienta su contribución a la solución inmediata de los diferentes contextos situacionales puntuales y temporales que encierra en cada momento el juego, así como la anticipación en la preparación de los futuros escenarios contextuales que pueden resultar de esa situación.

      En este sentido, los jugadores buscan dentro de sus posibilidades facilitar o perturbar la continuidad del proceso ofensivo o defensivo, que está constituido por las interacciones resultantes de los diferentes contextos situacionales, desde la recuperación hasta la pérdida del balón. De lo referido anteriormente podemos evidenciar en cada fracción del juego que todos los jugadores de cada equipo deben asumir actitudes y comportamientos técnico-tácticos de carácter individual y colectivo, convergiendo (aproximándose) o divergiendo (alejándose) del espacio en el que se encuentra el balón y, naturalmente, del compañero o del adversario que lo posee. Estas decisiones de aproximación o alejamiento derivan fundamentalmente de las necesidades verificadas para solucionar con eficacia esa situación puntual y temporal del juego, de la importancia de crear condiciones de desequilibrio en la organización del equipo adversario y del restablecimiento continuo y automático de los equilibrios que soportan el sistema táctico del equipo. De hecho, siempre que el balón entra en movimiento se observan por parte de los jugadores unas acciones individuales coordinadas por un amplio sentido colectivo, soportadas por decisiones mentales que les llevan hacia los espacios más alejados de los contextos situacionales temporales o directamente hacia el centro de dichos contextos, con la intención de que esas decisiones de ámbito táctico y técnico tengan una convergencia en una vía única y contribuyan positivamente a alcanzar los objetivos estratégicos preestablecidos por el equipo y/o los objetivos tácticos que resultan de las circunstancias de la situación del juego.

      Ampliando las referidas consideraciones, se verifica que los jugadores, cuando optan por aproximarse (apoyando a los compañeros) o alejarse de la posición del balón (rompiendo o equilibrando el sistema táctico del equipo adversario y del propio equipo, respectivamente), cumplen con presupuestos fundamentales de carácter estratégico y táctico eficaces para desarrollar el juego, sea cual sea la fase en la que se encuentren. En esta medida, el juego «fragmenta» (no en el sentido de partir o separar) una continuidad lógica de la acción (envolviendo en el mismo momento la solución de los diferentes contextos situacionales del juego y la creación de condiciones facilitadoras) en espacios más distantes, que pueden resultar en la ejecución de los comportamientos técnico-tácticos de carácter individual o colectivo, que buscan la ruptura de la organización adversaria o el equilibrio del sistema táctico del propio equipo. Es en este contexto situacional, soportado por dos decisiones y comportamientos (que a primera vista parecen divergentes), donde convergen en un sentido único para contribuir con eficacia a alcanzar los objetivos del ataque o de la defensa. Un ejemplo típico de estas consideraciones ocurre cuando los jugadores no están implicados directamente en la recuperación del balón y se posicionan en ciertos espacios estratégicos del juego donde preparan el ataque de su equipo (cuando se verifica la recuperación del balón). Simultáneamente obligan al equipo adversario a atacar en condiciones de inferioridad numérica, ya que, como se comprende, estos goles deben ser marcados y vigilados por adversarios cuyo equipo se encuentra en ese momento en proceso ofensivo. En la línea de este razonamiento se puede añadir que los jugadores que no están directamente implicados en el proceso ofensivo de su equipo se posicionan en ciertos espacios estratégicos del juego (equilibrando el sistema táctico), donde se desarrolla y prepara la posibilidad de perder el balón, marcando y vigilando los espacios y a los adversarios que pueden establecerse, así como los carriles y las corrientes de transmisión del rápido desarrollo del proceso ofensivo adversario. Su posicionamiento debe posibilitar, simultáneamente, una reorganización rápida del ataque de su equipo en caso del fracaso momentáneo de éste. Bajo esta perspectiva, en el desarrollo de cada proceso ofensivo y defensivo no todos los jugadores que pertenecen al equipo se hallan directamente implicados en el ataque a la portería adversaria ni tienen la intención de recuperar el balón, si bien esto no significa, en cualquier circunstancia del juego y siempre que se exija, que no puedan ser reclutados y envueltos de una forma profunda y motivante en la creación de las condiciones favorables para la concreción eficaz de los objetivos de una de las dos fases fundamentales del juego del fútbol.

      • Las unidades estructurales funcionales (de las que se derivan los principios específicos del juego)

      Si analizamos otras especialidades deportivas de carácter colectivo, como el balonmano o el baloncesto, de inmediato verificamos que se desarrollan en un espacio de juego más reducido y con menor número de elementos por equipo en comparación con el juego del fútbol, lo que tiene como consecuencia práctica tres aspectos esenciales:

      1. En todas las situaciones, todos los elementos del mismo equipo en el mismo momento están profundamente involucrados en una de las fases fundamentales del juego (ataque o defensa), por lo que los jugadores del equipo que posee el balón buscan hacerlo circular ejecutando simultáneamente constantes desplazamientos con el objetivo de crear, ocupar y explorar los espacios vitales del juego para ejecutar un remate (balonmano) o lanzamiento (baloncesto) eficaz. A su vez, los recesos buscan anular esas mismas circulaciones tácticas con el objetivo de recuperar el balón y defender la portería o la canasta por medio de desplazamientos que mantengan objetivamente el marcaje a los adversarios directos y la vigilancia de los espacios vitales y estratégicos del juego.

      2. La proximidad posicional y procesual (operativa) que los jugadores (atacantes o defensas) adoptan en los diferentes contextos situacionales del juego durante las fases ofensiva o defensiva interacciona con sus comportamientos técnico-tácticos, teniendo en consideración sus decisiones de carácter táctico con las acciones ejecutadas por otros jugadores (compañeros y adversarios), quienes en la mayoría de las situaciones se encuentran en su campo de visión. Se establecen de esta forma, debido a un esfuerzo concentrado de la atención, relaciones de comunicación y contracomunicación privilegiadas por el hecho de que son observadas, analizadas y conscientemente integradas como informaciones pertinentes para la toma de decisiones.

      3. Independientemente de la disposición táctica adoptada por los jugadores de un equipo dentro del terreno de juego o en cualquier momento, se puede verificar que al unir a los jugadores por medio de líneas se obtiene una cadena de figuras geométricas denominadas «triángulos»; de ahí que se considere que el juego del fútbol es una cuestión de triángulos. En este sentido, las unidades estructurales básicas de un equipo de fútbol, tanto durante el proceso ofensivo como el defensivo, están aseguradas