de las cuales ni siquiera son nuestras. Por culpa de la excesiva simplificación, a algunas personas con formación científica llega a irritarlas el uso de estos recursos para comunicar hechos científicos. Nosotros nos mantenemos fieles a esta tendencia porque es una parte integral de la comunicación científica y hemos visto que funciona.3 También es más divertido.
Echemos una ojeada a tu segundo órgano favorito
Si recuerdas las clases de biología del instituto (bueno, no importa), el cerebro tiene tres regiones distintas:
El tallo cerebral conecta al cerebro y al cerebelo con la espina dorsal, y, entre otras cosas, es responsable de funciones involuntarias como la respiración, la frecuencia cardíaca, la digestión, el acto de tragar y los ciclos sueñovigilia. El tallo cerebral no se puede entrenar demasiado.
El cerebelo, o «pequeño cerebro», está situado sobre la parte traviesa del cerebro y es responsable de coordinar los movimientos físicos y determinados aspectos del lenguaje y la memoria. En cierto modo, el cerebelo es entrenable.
El cerebro es la parte más grande del cráneo y comprende los hemisferios izquierdo y derecho. En realidad, es tan grande que para poder caber en nuestro pequeño cráneo tiene que estar plegado y comprimido (la razón por la que parece tan arrugado). Además de todas las funciones «superiores» que nos hacen humanos, como el razonamiento, la emoción, la capacidad de pensamiento abstracto, el aprendizaje, etcétera, el cerebro es responsable de todos los movimientos voluntarios y de interpretar los datos sensoriales que nos llegan. También hace muchas otras cosas. Cada hemisferio del cerebro tiene cuatro regiones o lóbulos: el lóbulo frontal, el lóbulo temporal, el lóbulo parietal y el lóbulo occipital. Aunque cada lóbulo del cerebro tiene un trabajo que hacer, en realidad nunca trabajan aisladamente.
CEREBRO
El cerebro se puede entrenar en gran medida. De hecho, al cerebro le gusta tanto el entrenamiento que busca cosas que aprender, aunque no quieras molestarte en hacerlo.
Profundicemos un poco más. Nuestro cerebro está compuesto de una mezcla de partes antiguas y modernas. El cerebro antiguo se dedica a mantenernos vivos y a convencernos de crear miniyos (entre otras cosas), mientras que el cerebro moderno nos ayuda a pensar y a ser inteligentes. El cerebro nuevo nos permite pensar sobre nuestro pensamiento. A esto se le llama metacognición, y no muchas especies la tienen. Después veremos por qué esto es una estrategia clave para desbloquear tus desechos mentales. En la ilustración de la página 13 se muestran algunas de las regiones cerebrales antiguas y modernas.
No te molestes en aprender los impronunciables nombres médicos, pero echa una ojeada a lo que hacen las distintas partes. Esto es importante porque cuando estás en la piscina preocupado porque se te ve gordo en bañador o te mueres de miedo ante el simple pensamiento de correr tu primer maratón, esta ilustración empieza a explicar por qué. Aunque no sientas nada de eso, bloqueas el ocasional «No quiero parecer una herramienta perfecta», y este esquema da pistas sobre cómo obtener más de los pensamientos y sentimientos que quieres.
¿Por qué mi cerebro no se lleva bien consigo mismo?
El cerebro antiguo y el cerebro moderno discuten mucho. Imagina que tuvieras un guardaespaldas, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. ¿Sobre qué discutiríais? ¿Sobre lugares a los que quieres ir, pero que tu guardaespaldas considera demasiado peligrosos para ti? ¿Tu guardaespaldas se pone ligeramente agresivo con otras personas? Es solo una de las muchas discusiones que de forma habitual el cerebro antiguo tiene con el cerebro moderno. Otro motivo de discusión sería cómo manejar mejor las molestias durante una carrera, o si deberías engullir de una sola sentada ese bote de mantequilla de anacardos (sí, tú, Lesley Paterson). Tal vez se trata de si deberías gastar 7000 euros en una bicicleta nueva o el sueldo de un mes en una sola competición. Tal vez no tenga nada que ver con el deporte. Podría ser que enamoraras de un chico o chica no adecuados, o que otra persona se aproveche de ti. Tu cerebro tiene mucho sobre lo que preguntarse.
Puesto que las discusiones cerebrales tienen lugar a la velocidad de la luz (gracias en parte al fascículo uncinado), la mayoría de las veces ni siquiera eres consciente de ellas. A menudo terminas viéndote «obligado» a aplicar la decisión que se te impone. Por ejemplo, te encuentras en una situación cómoda; evitas las situaciones que implican presión; compras algo que no te lo puedes permitir; abandonas cuando la cosa se pone difícil; te atracas de azúcar por la noche, o lo que sea. A veces eres muy consciente de la lucha, pero aun así te sientes impotente para controlar la situación. Examinemos una batalla cerebral que los triatletas conocen bien: lidiar con un inicio de carrera en aguas abiertas.
El interior de la cabeza de un triatleta durante un inicio de carreras en aguas abiertas
La primera prueba de un triatlón es la natación, y en el 99,9 por ciento de las competiciones tiene lugar en un lago, océano o río (de ahí lo de agua «abierta»). En un triatlón, todos los participantes empiezan juntos. Si la competición es en verdad grande, los deportistas comienzan junto a otros de su grupo de edad o sexo, pero esto puede significar cientos de personas que se tiran al agua a la vez. Los primeros minutos de cualquier triatlón se sienten como si te hubieran metido en una lavadora. Es difícil ver algo, los brazos y los codos vuelan, tragas más agua de la que seguramente sea saludable, y te olvidas de toda tu técnica y ritmo de respiración. Justo en ese momento, alguien te coge por el tobillo. Después del muslo. Después te golpean dos veces y te obligan a sumergirte. El diálogo entre las regiones del cerebro antiguo y el cerebro moderno es:4
Amígdala (el centro de las emociones) [gritando]: ¡Si vuelves a hacerme eso, acabaré contigo!
Corteza órbitofrontal (que nos ayuda a ver cómo evitar el castigo: la decisión recompensa-castigo): ¡Espera, espera! No le ahogues. ¡No podrás vivir con ello!
Fascículo uncinado (que está intentando decidir entre ser sensato y ser estúpido): Esperad, necesitamos encontrar una solución de compromiso. No puedes ahogar a alguien porque estás en una competición. No podrás vivir con el remordimiento. ¿Qué tal una simple patada en los dientes?
Corteza prefrontal dorsolateral (que solo trata con hechos y lógica): Dejad de ser emotivos. ¿Se trata de la misma persona? ¿Qué daño has recibido? ¿Hay sangre? ¿Corremos el riesgo de ahogarnos? Dadme pruebas. Permaneceré en calma y os haré saber qué vamos a hacer.
Corteza prefrontal ventromedial (que nos ayuda a pensar en los sentimientos de otras personas): Dejad de ser tan egoístas. ¿Dónde está vuestra comprensión? Ellos seguramente también lo están pasando mal, y eso los lleva a ser tan agresivos. ¡Simplemente también están tratando de sobrevivir!
Hipocampo y giro cingulado (que ayudan a regular la emoción, el dolor y la memoria): He consultado los bancos de memoria, esto te ha ocurrido antes y lo has superado. Además, puedes salir bien parado de cosas peores. Nuestros datos muestran que en unos seis minutos el jaleo tiene que cesar. Si persiste, puedes dejar de nadar durante unos segundos y gritarles. Esto suele servir.
Amígdala (el centro de las emociones): Yo no cedo en nada. Limitaos a hacerles daño para que paren.
Ahora tienes toda una serie de cerebros en lucha.
Uno de ellos debe tomar el control. Esperemos que no sea el que quiere ahogar o hacer daño al otro nadador. A veces, el socialmente aceptable, pero retorcido, cerebro se hace cargo de la situación diciendo: «¡Tres fuertes patadas en la cara son suficientes!». A veces, la racional corteza frontal toma el control y dice: «Limítate a apartarte medio metro a la izquierda y todo irá bien». Dependiendo de tu personalidad, es probable que el cerebro izquierdo, que toma las riendas, cambie de parecer. Sin importar el resultado, puedes ver la necesidad de permanecer en calma cuando el caos total irrumpe en tu