Jürgen Weineck

Fútbol total


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físico en lo referente a este aspecto (ver Krauspe/Rauhut/Teschner, 1990, pág. 25).

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      En la capacidad de reacción se reflejan siempre todos los componentes físicos, psíquicos, cognitivos y sociales así como las posibilidades de un jugador (ver Martin, 1977).

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      En este sentido, la «condición física» del jugador representa sólo uno de los múltiples componentes que sirven para optimizar la capacidad de reacción específica del fútbol (ver ilustración 4).

      Así pues, la importancia de los factores físicos deberá relativizarse, lo que implica dar mayor importancia y más apoyo al entrenamiento.

      En el entrenamiento en fútbol deberá darse más importancia al entrenamiento con medios prácticos, incluyendo todos los factores físicos, psíquicos, técnico-tácticos y sociales. Esto implica que debe atribuirse una importancia cada vez mayor al entrenamiento-juego o entrenamiento de la condición física específica para el juego con sus propios métodos de entrenamiento especializados (ver también Lottermann, 1990, pág. 34). El entrenamiento de la condición física «puro» sólo deberá efectuarse cuando sea estrictamente necesario, por ejemplo, para realizar entrenamientos complementarios, de mantenimiento, de compensación o similares.

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      image SEGUNDA PARTE

       RESISTENCIA DEL FUTBOLISTA

      Por resistencia se entiende la capacidad psicofísica de resistir el cansancio durante esfuerzos prolongados y la capacidad de recuperación después del esfuerzo. La resistencia física incluye también la capacidad del jugador para poder resistir el mayor tiempo posible un estímulo que provoca la disminución de la intensidad o interrumpir el esfuerzo. Representa asimismo la capacidad de resistencia total del organismo, o de determinadas partes del cuerpo, frente al cansancio.

      La resistencia puede dividirse, según sus manifestaciones y dependiendo de la forma en que se observe, en diferentes tipos (ilustración 5). Según la clasificación de la musculatura ejercitada se diferencia entre resistencia general y local, según la clasificación de la especificidad del tipo de deporte separaremos la resistencia general de la especial, según la clasificación de la utilización de la energía se diferencia entre resistencia aeróbica y resistencia anaeróbica, según la clasificación del tipo de trabajo de la musculatura se distingue entre resistencia dinámica y estática y según la clasificación del principal esfuerzo motor que se emplee se diferencia entre fuerza, velocidad y resistencia en los desplazamientos. Finalmente, según la clasificación de la duración temporal se diferenciará entre resistencia de corta, media y larga duración.

      Para los futbolistas los tipos de resistencia más importantes son: general, específica, aeróbica y anaeróbica. Deberá entenderse como resistencia general la capacidad de rendimiento independiente del deporte -llamada también resistencia básica o resistencia dinámica aeróbica general- y por resistencia especial la capacidad de manifestarse la resistencia especificamente en el fútbol (ver pág. 32 para más información sobre la resistencia especial).

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      Para poder comprender la importancia de la resistencia en los futbolistas de hoy en día deberán valorarse cuantitativamente el volumen y la intensidad.

       Volumen e intensidad de los desplazamientos durante un partido de fútbol

      Si se compara el rendimiento en los desplazamientos de los futbolistas de principios de los años sesenta con los actuales puede verse claramente el extraordinario aumento en la intensidad y el volumen que se ha efectuado en los últimos años. La tabla 1 muestra el rendimiento en los desplazamientos de los mejores futbolistas mundiales de los años sesenta. Los desplazamientos superiores a los 4.000 m se consideraban excepcionales en aquellos tiempos.

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      En la tabla 1 podemos no sólo reconocer el volumen de los desplazamientos que para los estándares actuales no son más que de mediano valor, sino también la división tan vaga, subjetiva y poco diferenciada entre «es- prints» y «carreras rápidas».

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      Con la mejora de los procesos de observación que se han dado a lo largo del tiempo se han podido extraer cada vez resultados más exactos (ver Winterbottom, 1954; Palfai, 1962, Wade, 1967; Brooke/Knowles, 1974; Whitehead, 1975; Reilly/Thomas, 1976 y 1987; Ohashi, 1979; Nettle- ton/Briggs, 1980; Lacour, 1981; Winthers et al., 1982; Van Meerbeck et al., 1983; Winkler, 1983; Van Couter/Vrijens, 1984; Mayhew/Wenger, 1985; Ekblom, 1986; Gerisch/Rutemoller/Weber, 1988; Ohashi et al., 1988; Treadwell, 1988; Van Gool/Van Gerven/Boutmans, 1988; Yamanaka et al., 1988). Los métodos actuales de valoración por medio de ordenador permiten averiguar exactamente todos los datos cuantitativos. Dependiendo de su pertenencia a la liga y a la capacidad individual, los valores medios actuales van de 9 a 12 km; en algún caso aislado se ha llegado incluso a 14 km por partido (ver Winkler, 1985, pág. 24). El recorrido total en esprint está entre los 500 y los 3.000 m, con una cifra de 100 repeticiones por partido (ver p. 277 e ilustración 178 del volumen II).

      De las investigaciones de Gerisch/Rutemóller/Weber (1988, pág. 64) puede extraerse que los jugadores de la liga no profesional corren de promedio unos 9.050 +/- 969 m, y de ellos unos 1.500 m a una velocidad de 5 m/s o más. Comparándolo con los resultados de Palfai (1962) se aprecia que el rendimiento total se ha elevado en varios cientos y que la exigencia del rendimiento ha aumentado enormemente.

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      La ilustración 6 muestra la distribución de los desplazamientos durante un partido. La mayor parte del juego se pasa entre andando y trotando (83-85 %), algo menos corriendo rápido y esprintando (7-10 %) y muy poco tiempo parado (4-10 %). Estos resultados se ajustan a los de May- hew/Wenger (1985, pág. 49) que quedaban repartidos a lo largo de un partido en 46,4 %, 38,0 %, 11,3 % y 2,3 % para andar, trotar, correr rápido/esprin- tar y estar parados respectivamente.