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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
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28001 Madrid
© 1999 Carole Mortimer
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Un compromiso anunciado, n.º 1520 - noviembre 2020
Título original: Their Engagement is Announced
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-1348-879-0
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
LA CAMPANILLA de la puerta tintineó con la alegría acostumbrada, anunciando la llegada de un cliente. Pero aquel inocente sonido no podía avisarla de que Griffin Sinclair estaba a punto de irrumpir en su vida de nuevo.
–¿Izzy? ¡Izzy! Solo pasaba para… ¡Santo cielo, chica! ¿Qué demonios te has hecho? Tu prometido, mi querido hermano Charles, lleva casi un año muerto. ¿Es que nadie te ha explicado que los allegados a una persona fallecida ya no tienen que vestir de luto tanto tiempo?
La personalidad y franqueza de aquel hombre siempre la hacían sentirse incómoda, a pesar de que no lo veía desde el funeral de Charles, diez meses atrás.
–¿Izzy, estás enferma? –le preguntó, frunciendo el ceño–. ¿Izzy? –repitió con impaciencia.
–Dora –dijo finalmente en tono suave.
–¿Cómo? –Griffin estaba cada vez más enojado.
–Me llamo Dora –le repitió con firmeza, algo más recuperada de la impresión que le había causado el volverlo a ver–. ¡Y cierra la puerta si te vas a quedar! ¡Hay corriente!
Cerró la puerta y se acercó a ella.
–En primer lugar, nunca me ha gustado el nombre de Dora –dijo, desestimando con arrogancia su primera afirmación.
A Dora se le ocurrió que Griffin Sinclair parecía totalmente fuera de lugar en su librería. Llevaba unos tejanos tan viejos y descoloridos como las botas marrones que calzaba, una camiseta negra y una cazadora de cuero marrón. Pero, a pesar de la indiferencia que parecía mostrar hacia la ropa que vestía, la fuerza y el dinamismo de su cuerpo eran patentes, como un león que estuviera a punto de saltar sobre su presa.
Dora decidió que era el tipo menos ortodoxo que había visto en su vida. Tenía el pelo castaño dorado y mucho más largo de lo que lo llevaba la última vez que lo había visto. El largo de aquellos cabellos contrastaba con un rostro de facciones duras, que parecían talladas en piedra: el mentón cuadrado, los labios carnosos, la nariz recta y arrogante, y unos maravillosos ojos verdes.
En realidad siempre le había costado creer que Griffin fuera el hermano pequeño de Charles.
–No me parece que tenga importancia si te gusta o no mi nombre, Griffin.
–Bueno, me encanta el nombre de Izzy –dijo deliberadamente despacio–. E Isadora me gusta bastante; el único que no soporto es Dora –hizo una mueca de asco–. ¡Es nombre de heroína de Dickens!
Griffin se dio una vuelta por la tienda con una expresión burlona en el rostro, que demostraba lo que pensaba acerca de los clásicos que los rodeaban.
–Dora es nombre de solterona y de mujer anticuada –añadió, después de mirarle la ropa que llevaba puesta–. Isadora es más elegante –Griffin continuó diciendo–. Pero Izzy… Bueno, Izzy ya es otra cosa –murmuró con admiración.
Dora se sonrojó de tal modo que el color de sus mejillas semejaba al de su cabello.
–Creí que habíamos acordado no volver a referirnos a eso nunca más –le soltó con aspereza.
Él se encogió de hombros quitándole importancia al asunto.
–Eso era antes. Ahora las cosas han cambiado.
–No para mí –lo interrumpió Dora.
Sus ojos verdes la miraron de nuevo de arriba abajo.
–Eso está claro –se burló, sacudiendo la cabeza con gesto reprobador–. Charles era mi hermano, Izzy, y como tal lo amaba pero también conocía sus fallos. Y hay algo de lo que estoy totalmente seguro… No era el tipo de hombre que inspiraría un amor tal que a su muerte provocara un duelo de por vida.
Dora lanzó una exclamación entrecortada.
–Eres tan…
–¡Por Dios, mujer! –continuó diciendo Griffin–. Incluso mi madre se ha recuperado del golpe que la muerte de Charles supuso en sus planes para perpetuar la fama de nuestro apellido. Y ambos conocemos su empeño en que Charles hiciera una buena boda; y en que siguiera los pasos de nuestro