tu locura de mundo. Es encantadoramente normal.
Ella se rio.
—No te pega decir «encantadoramente».
—Ahora sí. Fool’s Gold me está cambiando.
Patience se preguntó si sería verdad.
—En tu trabajo como guardaespaldas, ¿te relacionas con otra clase de militares?
—Básicamente.
—Entonces, estando aquí, no sabrás muy bien qué hacer con nosotros los civiles.
—No sois tan diferentes como pensáis. Además, la mayoría de mis clientes son civiles.
—Qué decepcionante. Estaba imaginándote con dictadores derrocados a cuyas cabezas han puesto precio.
—Esta semana no. Más bien se trata de hombres con éxito a cuyas cabezas han puesto precio.
No estaba segura de si estaba de broma o diciendo la verdad, aunque tenía la sensación de que sí, lo cual no era muy reconfortante.
—Pronto tendrás que ir a cumplir esa misión. ¿Me prometes que estarás a salvo?
—Sí —su mirada azul oscura se clavó en ella—. Estaré a salvo y estaré aquí para la inauguración. Te doy mi palabra.
—Te pones muy sexy cuando haces promesas.
Habló sin pensar, y después quiso retirar esas palabras. Una fugaz mirada a Lillie y Steve le mostró que seguían inmersos en su conversación, lo cual fue un alivio, pero Justice sí que lo había oído.
—¿Sexy?
Ella se aclaró la voz.
—Ya sabes. Eh... bueno... —sacudió la mano—. Ah, mira, patos. Deberíamos darles de comer.
Empezó a caminar hacia el agua, pero Justice la agarró de la mano deteniéndola.
La tensión danzaba entre ellos haciendo que Patience quisiera acercarse más.
—No sé de qué te sorprendes —le dijo en voz baja—. Sabes lo que eres. Peligroso. Poderoso. Y, además, besas muy bien.
Él enarcó una ceja.
—Solo bien, ¿nada de genial? ¿Nada de espectacular?
—Los he tenido mejores —contestó ella con desdén.
Él la acercó más.
—Ahora estás mintiendo —le dijo con un gruñido.
Patience sonrió.
—Puede que un poco.
Miró a su hija y vio que tanto Lillie como Steve estaban mirándolos. Dio un paso atrás.
—Bueno, ¿qué tal los patos?
Su hija la miraba como diciendo: «Qué rara eres a veces».
—Están bien, mamá. Les gusta el pan.
—Pues entonces es una suerte que tu abuelo haya traído un poco.
—¿Es lo mejor que puedes hacer? —le preguntó Justice por detrás—. Jamás podrías ser agente secreto.
—Muy bien. Tú critícame, pero me gustaría verte intentando cortar el pelo.
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