a la mujer de tus sueños, ¿no?
Logan sonrió.
–Algo así. Dime, Honor, ¿habíais empezado ya a trabajar en la paleta cromática?
–Por supuesto, tengo a un equipo trabajando a tiempo completo en este proyecto desde hace un mes. Ya teníamos incluso las especificaciones de los apartamentos.
Parecía molesta. Como si el trabajo de su equipo no hubiese servido para nada.
–Me gustaría verlo si estás libre esta tarde.
–Estoy ocupada –replicó ella.
Su tono de voz hizo que Douglas la mirase con extrañeza.
–Entonces, mañana por la mañana –sugirió Logan.
–Le pediré a mi asistente que te lo enseñe nada más volver a la oficina.
Logan se dio cuenta de cuál iba a ser la postura de Honor y la observó mientras volvían a la limusina. Honor entró y se sentó de espaldas al conductor.
–Es una mujer guapa –comentó Douglas–, pero en ocasiones pienso que se parece demasiado a Keaton para que puedan tener un matrimonio feliz.
A Logan le sorprendió el comentario de su padre.
–¿Y eso?
–Ambos están demasiado centrados en llegar a lo más alto de Richmond Developments y me da la sensación de que se les ha olvidado dedicar tiempo a su relación. Se han quedado anclados en la fase de noviazgo y no la han superado. Nancy no deja de decirme que no me preocupe, pero yo no puedo evitar tener la sensación de que la cosa no va bien. La vida, la felicidad, valen más que todo eso.
Logan no supo qué responder, pero no le hizo falta, porque Douglas entró en el coche. Se sentó en el lugar que había ocupado Honor a la ida mientras que él se sentaba justo enfrente de ella. Sus rodillas se rozaron y Logan se dio cuenta de que a Honor le molestaba tenerlo allí.
Honor estaba deseando llegar a su reunión y apartarse de la tentadora presencia de Logan Parker. Verlo trabajar había sido toda una experiencia y cuando sus miradas se habían cruzado se había sentido como si Logan la hubiese tocado. Así que, nada más llegar al trabajo, se alejaría de él.
La noche anterior no había podido dormir después de que Keaton se marchase. Lo había rechazado y, al mismo tiempo, deseaba a su hermano gemelo, del que se tenía que olvidar. Lo que había hecho era terrible y sabía que no iba a poder tener relaciones íntimas con Keaton mientras aquel secreto se interpusiese entre ambos.
Logan había accedido a guardar silencio, pero Honor no sabía si podía confiar en él.
Intentó volver al presente al darse cuenta de que Douglas le había hablado mientras entraban en el ascensor del aparcamiento de Richmond Tower.
–Lo siento, pero estaba pensando en mi próxima reunión –mintió.
–Eso es lo que me gusta de ti, Honor, siempre anticipándote –comentó Douglas sonriendo–. Te decía que tienes que llevarte a Logan a la reunión. Es con la nueva empresa de paredes ecológicas, ¿verdad?
–Sí, pero le iba a pedir a Steve que le enseñase la paleta cromática.
–Logan tiene cosas más importantes que hacer. Quiero que se ponga al día con todo lo antes posible y la única manera de hacerlo es participando en las reuniones.
Honor apretó los dientes.
–Logan quería ver las paletas –le recordó a Douglas.
–Sí, y la verdad es que todavía estoy sufriendo las consecuencias del jet lag, así que agradecería poder quedarme en la oficina, absorbiendo ideas para el nuevo proyecto. Podría pasar mañana todo el día con Honor.
¿Todo el día? Honor se estremeció solo de pensarlo.
–Está bien –le respondió–. Ahora, caballeros, si me perdonáis, tengo que llegar a la reunión.
Salió del ascensor delante de ellos y se dirigió a la sala de reuniones que había reservado para aquella tarde. Se sentía tan molesta y distraída que ya estaba en la puerta cuando se dio cuenta de que se había dejado en el despacho sus notas y el ordenador. Así que cerró los puños con fuerza y fue a su despacho, donde entró tan deprisa que chocó con Logan.
Levantó las manos cuando sus cuerpos se tocaron y sus palmas se apoyaron en el pecho firme de él. Sintió deseo y recordó cómo había sido tenerlo piel con piel. Logan la agarró de los brazos para sujetarla y Honor retrocedió al instante.
–Lo siento –se disculpó casi sin aliento–. No he mirado al entrar.
–No pasa nada. Steve me ha dicho que necesitabas esto para la reunión, así que iba a llevártelo.
–Gracias –le respondió ella entre dientes, tomando la funda del ordenador.
Comprobó que tenía dentro todo lo que necesitaba y añadió:
–Hasta mañana.
Sin esperar a que Logan respondiese, se dio la media vuelta y se marchó, maldiciéndolo por estar allí y por existir. A pesar de sus buenas intenciones, al parecer era incapaz de estar en el mismo lugar que Logan Parker sin sentir calor por todo el cuerpo. ¿Qué le pasaba? Estaba prometida e iba a casarse. Con un hombre idéntico al hombre del que acababa de huir como alma que llevase el diablo.
¿Idéntico?, le preguntó una vocecilla en su interior.
Se le hizo un nudo en el estómago mientras reconocía que Keaton y Logan no se parecían tanto. Ella amaba a Keaton e iba a casarse con él. Era guapo, inteligente, en ocasiones, hasta ocurrente, cosas que le gustaban de él, pero no la atraía como Logan Parker. ¿Por qué no?
Honor jugó con el anillo de compromiso de camino a la sala de reuniones y, una vez allí, tuvo que hacer un esfuerzo para centrarse. Aunque no lo consiguió hasta que no llegó el nuevo proveedor. Se dijo que algún día Keaton y ella dirigirían Richmond Developments juntos, como marido y mujer. Como Douglas y Nancy hacían. Eran muy parecidos. Tenían los mismos sueños y la misma manera de ver su futuro. Y todo eso no se le podía olvidar.
Logan estaba trabajando frente al ordenador cuando entró Kristin en el despacho.
–Ah, si estás aquí –le dijo–. Estaba buscando a Honor.
–Va a estar toda la tarde reunida con un proveedor. ¿Quieres que le dé algún mensaje?
–No, ya hablaré con ella luego –le respondió ella, intentando ver lo que había en la pantalla del ordenador de Logan sin ningún disimulo–. ¿Son las fotografías del nuevo proyecto?
–Sí. Hemos estado hoy. Estoy trabajando en un plan para convencer a tu padre de salvar la mayoría de los edificios.
–¿En serio? Ya sabes que aquí no hacemos eso. No es rentable.
Logan se encogió de hombros.
–Ya veremos.
–Confía en mí. No dirijo el departamento financiero por diversión. No es posible recuperar los costes de renovar esos edificios tan deprisa como si los tiramos abajo y los construimos nuevos.
Kristin se acercó más y se quedó allí, cruzada de brazos, con la misma actitud combativa del día anterior.
–En ocasiones no se trata solo de ganar dinero –comentó Logan.
Ella se echó a reír.
–¿Estás seguro de que eres de nuestra familia?
Logan no pudo evitarlo, rio también.
–Sí, estoy seguro. Por cierto, ¿sabes si están ya los resultados de la prueba de ADN?
–Supongo que ni siquiera el dinero de papá puede comprar eso. Tardarán un par de días más, aunque tengo la sensación de que él ya no necesita ninguna prueba.